Homofobia ante la Asamblea General de Naciones Unidas: tras el papa Francisco, llega el turno de Robert Mugabe
«¡No somos gais!» Es el lamento de Robert Mugabe, el ya anciano presidente de Zimbabue, y uno de los líderes homófobos más destacados del mundo, que aprovechaba su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas para denunciar lo que considera «imposición» de valores ajenos a su cultura y tradiciones. Una argumentación que coincide por cierto –y no podemos sino entristecernos por ello– con la que hace pocos días, ante el mismo foro, hacía el papa Francisco, de una forma eso sí más sutil.
Robert Mugabe se dirigía en la noche del lunes a la Asamblea General de las Naciones Unidas y lamentaba el trato que esta organización daba a las naciones pobres, al no protegerlas adecuadamente cuando estas eran sancionadas como consecuencia de las violaciones de los derechos humanos que ejercían sus gobiernos. No es de extrañar: Zimbabue ha sido objeto en diversas ocasiones de sanciones internacionales como consecuencia de la brutalidad ejercida por Mugabe contra sus oponentes.
En el contexto de este discurso, el presidente de Zimbabue cargaba contra lo que considera imposición de valores morales ajenos a su cultura. «Rechazamos la politización de esta importante cuestión y la aplicación de un doble rasero para victimizar a aquellos que piensan y actúan de forma independiente a los autoproclamados prefectos de nuestra época. De la misma forma rechazamos los intentos de definir nuevos derechos contrarios a nuestros valores, normas, tradiciones y creencias. ¡No somos gais!», acababa por espetar.
Un presidente y una sociedad profundamente homófobos
La situación de las personas LGTB en Zimbabue es muy delicada. La ley persigue toda actividad percibida como homosexual, sea pública o privada, como corresponde a la bien conocida homofobia de Mugabe, que por otra parte encuentra respaldo en buena parte de la población del país.
En dosmanzanas hemos recogido numerosos ejemplos en el pasado. A principios de 2014 Mugabe daba su respaldo a la entonces recién aprobada ley ugandesa contra la homosexualidad y amenazaba a los activistas LGTB locales. En 2013, en su última campaña electoral, prometió convertir Zimbabue en un “infierno para los homosexuales”, amenazó a gais y lesbianas con “cortarles la cabeza” y los tachó de ser “peores que los perros y los cerdos”, porque “el cerdo macho conoce a la hembra”. De hecho, no ha sido hasta este mismo año cuando hemos podido publicar por fin una noticia positiva de Zimbabue: la decisión de introducir medidas de prevención del VIH entre la población reclusa masculina.
Lo cierto es que en cuanto a declaraciones homófobas del presidente de Zimbabue, tenemos un amplio repertorio para elegir: calificó de “satánica“ la propuesta de David Cameron de asociar la ayuda británica al desarrollo al respeto de los derechos LGTB y unos meses después, mandó al mandatario europeo “al infierno“ por la misma causa. Antes había calificado a la homosexualidad de “inmundicia europea“. Otra de sus ocurrencias fue acusar a los gais de perjudicar los derechos de las mujeres. Y no han sido sus únicos exabruptos.
Una argumentación no muy diferente a la de Jorge Bergoglio
Que Mugabe es un despreciable homófobo, en cualquier caso, es ya sabido: no nos sorprende esta actuación ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Más preocupante nos parece que comparta mensaje de fondo con el papa Francisco, que hace solo unos días defendía ante el mismo foro ideas similares al criticar la «colonización ideológica a través de la imposición de modelos y estilos de vida anómalos, extraños a la identidad de los pueblos y, en último término, irresponsables”.
Más allá del «no somos gais», que es lo que ha generado la mayoría de los titulares, los argumentos de fondo de Mugabe y de Bergoglio para justificar la LGTBfobia en países africanos, asiáticos e incluso del este de Europa son los mismos. Eso sí nos parece grave.