José Mantero (exsacerdote): «El fenómeno Bergoglio es un sabio y estupendo montaje vaticano»

Se convirtió en el primer sacerdote español en salir públicamente del armario. Me cuenta que, hoy día, vive de sus trabajos de edición y traducción de francés —”cuando Ratzinger decretó mi dimisión clerical, hice lo que pude: currar en esto y en aquello” —. Le gusta montar en bici e irse con ella a hacer kilómetros por el campo y afirma que sigue ilusionado en la construcción de una sociedad mejor: “¿Qué es uno, sino un constructor?”.

¿Echa de menos la vicaría?

No. Desconozco si ella me echa de menos a mí. El trabajo ‘pastoral’ fue muy importante en mi vida, pero ahora estoy, digamos, en otra longitud de onda.

¿A qué edad dejó usted de ser casto y puro?

Yo soy casto y puro, pero si le queremos poner fecha al evento… pues a los 31 añitos. Por culpa del monumento al viajero de la estación de Puerta Atocha.

Madre mía, ¿y no se subía a las paredes, como Spiderman?

Siempre he sido más de Flash Gordon.

Hablando de pureza, ¿cómo anda de purismo sexual?

Lo que llamas purismo sexual no es más que un invento de cuatro maricas amargadas y un par de docenas de monjas neoyorkinas psicoanalizadas. Precisamente, el acierto de la sexualidad es la contaminación y yo soy más del ‘contamíname’ que del ‘por-favor-manténme-puro. A día de hoy no tengo pareja afectiva, lo cual no significa no practicar, claro.

¿Aún le llaman don José en su pueblo?

En Valverde siempre he sido Pepe. Para muy pocos don José. Y para algunos, algo muy divertido, don Pepe. Pero bueno, simplemente Pepe. Incluso a mis amigos franceses les he acostumbrado ya a prescindir del José para ser llamado Pépé.

Hablemos de su portada en la revista Zero. ¿Cómo es eso de convertirse en estrella eclesiástica?

Pues como de una galaxia muy lejana. Fue en 2002; han pasado algo más que los años. Lo más importante, la libertad personal y el propio crecimiento espiritual, interior, humano, humanista si lo prefieres. En aquél momento de mi salida del armario, hubo muchas sonrisas y buenas caras, que más tarde se revelaron como lo que en verdad eran, o son… y bueno, guardo muy buenos recuerdos de aquél tiempo, aunque no de todas las personas.

Le veo un puntito místico, pero el obispo de Huelva se puso hecho un basilisco. Se publicó que hasta llegó a hacerle una llamadita a José María Aznar para que parase el asunto…

El que llegó a telefonear al siniestro Aznar fue el ultramontano obispo de Mondoñedo-Ferrol, su señor Gea Escolano, para que el Presidente parara aquello. Al parecer, el bigotes le dio nones en todo caso, algo muy divertido y fiel botón de muestra de la España que no acaba de irse, la del franquismo sociológico y el nacionalcatolicismo.

¿Sigue guardando la agenda con su listado de jerarcas sodomitas?

Se ha ido enriqueciendo con los años. Es una réplica barata de las Moleskine, con tapas color burdeos, propaganda de una pasta dentífrica. Y la guardo por una razón fundamental: hacer outing, es decir, aplicar la pena máxima si llegara el caso a algún pavo marica homófobo.

¿No ve ahí un futuro best-seller?

No, en absoluto. En verdad, es algo que no me interesa lo más mínimo. La tengo por el rollo memoria histórica y tal. Y porque sé que les espanta que la tenga.

Le veo blandito. Oiga, una vez dijo que mantenía correspondencia con otros curas gais. ¿Sigue en las mismas?

Blandito, sí. Es que soy muy teddy bear. Ya no mantengo correspondencia tan habitualmente con curas gais. En parte porque he pasado página de mi vida anterior y, en parte, porque ellos se habrán cansado. Me refiero al mundo católico. Con anglicanos y presbiterianos sí que mantengo. Incluso he oficiado bendiciones nupciales de clérigos de la comunión anglicana chico-chico.

¿Se cartea con el papa Francisco o se mensajean por Twitter?

[risas]. No, el fenómeno Bergoglio es un sabio y estupendo montaje vaticano porque les hacía falta, tras la polaca y la bávara, alguna cara sonriente. Pero es solo eso: fachada y buenrollismo, porque la doctrina moral no la han cambiado ni un ápice.

Pues qué decepción. Yo me creía que le tendría en un altarcillo…

En realidad es todo lo contrario. Pienso que es un tipo hábil, sí, pero falso. Una cáscara de huevo que rascas y no hay nada. Dime si no en qué ha cambiado el pensamiento católico sobre, por ejemplo, las personas LGTB. En nada, cero. Eso sí, en el avión y siempre ante periodistas, micros y cámaras, Bergoglio dice que quién es él para juzgar a los gays. Pero de hecho les está juzgando, pues mantiene la misma línea discursiva teológico─moral de sus predecesores. Para él seguimos siendo desórdenes morales subjetivos. Oye, chico, ¡y tan a gustito! Me encanta el desorden.

Entre clérigos y políticos, ¿con cuáles se lleva peor?

Yo me llevo muy bien con todo el mundo, en los niveles de cervecita y cafelito. Ahora bien, si entramos en materia, entro directamente a matar. Los heteros homófobos suelen decir que tienen muchos amigos gais. Yo digo que tengo muchos amigos políticos y curas. También es que si doy en pensar en los políticos españoles, no en todos pero sí en algunos, es para mear y no echar gota, sin perdón.

¿No le gusta ninguno?

Sus líneas argumentales no me convencen, porque no veo coherencia. El PP no me gusta en absoluto: no es más que la derecha casposa, garbancera y cutre-siniestra del franquismo, con cuello kent y nudo windsor. El PSOE, el pobre, ha perdido siglas y fuerza. Y los recién llegados, pues son un no quiero y no puedo. Aparte de eso, sinceramente soy de pensamiento libertario y anti estatista.

Un teólogo católico decía hace unos años que el sacerdocio se estaba convirtiendo en una profesión gay, en base a un estudio que realizó. ¿Lo comparte?

No descubre las Américas, evidentemente. Si según el informe Kinsey, un 10% de varones ha conocido varón, en el caso del clero católico la cifra sube y sube como picha de adolescente. Cuando salí del armario, me telefonearon con número oculto muchos curas gays; unos para darme ánimos, cosa que les agradecí; otros para decirme que debería haber hecho como ellos: continuar yendo a saunas y diciendo misa. Bueno, cuestión de gustos y de coherencias. Lo cierto es que las filas del clero, tanto regular como secular, sobreabundan en miembros armarizados.

¿Ha vuelto a pisar una iglesia desde que le suspendieron como sacerdote?

Sí, he pisado muchas iglesias, capillas, templos y oratorios, claro. Normalmente, de cierto valor artístico, sí. Ahora acabo de llegar de París y, como es natural, Notre Dame y Saint Sulpice, que son una joya.