Libertad bajo fianza para el estudiante tunecino condenado por homosexualidad
El estudiante tunecino que fue condenado el pasado mes de septiembre a un año de cárcel por practicar la homosexualidad ha conseguido la libertad bajo fianza hasta la vista para su apelación. Más de 80.000 personas han firmado una petición para que sea derogado el artículo del Código Penal de Túnez que castiga la sodomía con penas de hasta tres años de prisión. El gobierno tunecino también ha recibido peticiones al respecto de países como Suecia, Alemania o el Reino Unido. El presidente Béji Caïd Essebsi no solo se ha declarado contrario a esa derogación, sino que ha cesado en su cargo al ministro de Justicia por mostrarse favorable.
El joven de 22 años, del que ahora sabemos que se llama Marwen, fue acusado del delito de sodomía tras la investigación de un asesinato en la que fue interrogado como testigo. Varias llamadas telefónicas desde su número de teléfono constaban en el móvil de la víctima. Durante el interrogatorio, las preguntas se ciñeron a las prácticas sexuales que había mantenido con el asesinado. Según su abogado, la policía le forzó a confesar el delito de sodomía tras amenazarle con una acusación de homicidio.
Tras la confesión, fue detenido por violar el artículo 230 del Código Penal tunecino, que castiga con hasta tres de prisión las relaciones sexuales entre varones adultos. Para corroborar la confesión, el joven fue sometido a un infame examen anal, práctica legal en Túnez a pesar de ser considerada una forma de tortura por todas las organizaciones de defensa de los derechos humanos. Ya celebrado el juicio, el pasado 22 de septiembre el joven fue sentenciado a un año de prisión.
La defensa de Marwen presentó una apelación, en base al quebrantamiento de sus derechos a la privacidad y la libertad individual recogidos en la Constitución de 2014, a los que el artículo 230 no parece adaptarse. Según la asociación Shams, que lucha por la despenalización de la homosexualidad en Túnez, Marwen también solicitó la libertad provisional hasta la vista de la apelación, para poder presentarse a los exámenes que tendrán lugar en este mes de noviembre. El tribunal se la concedió con una fianza de 500 dinares (230 euros, 250 dólares) y fijó la vista para el próximo 10 de diciembre.
Estaremos pendientes de la resolución definitiva del caso, que esperamos sea favorable a los derechos de Marwen y de toda la población LGTB tunecina.
Reacciones dentro y fuera de Túnez
Una vez que la noticia de la condena de Marwen se dio a conocer por el mundo, se sucedieron las protestas de asociaciones de defensa de los derechos humanos como Human Rights Watch, de partidos políticos de la oposición tunecina e incluso del comité parlamentario de derechos, libertades y relaciones exteriores de la Asamblea de Representantes, que pidió que el artículo 230 fuera derogado por contravenir la Constitución del país y que se abandonaran definitivamente los exámenes anales. Más de 80.000 firmas se han recogido también en apoyo a esas medidas.
También se dirigieron al gobierno tunecino representantes de países como Suecia, Alemania o el Reino Unido (concretamente de Escocia), solicitando asimismo que desaparezca la normativa que castiga la homosexualidad, en consonancia con el respeto a los derechos humanos.
En los mismos términos se había expresado el entonces ministro de Justicia de Túnez, Mohamed Salah Ben Aissa, que se mostró contrario a la legislación homófoba, por creerla también contraria a la actual Constitución del país. Según sus palabras, “el problema es el artículo 230, que es el que lo criminaliza. Tras la aprobación de la nueva Constitución, no está permitido violar la libertad individual, la privacidad y las opciones personales, incluidas las sexuales”. Ben Aissa afirmó que el citado artículo 230 debería ser derogado en esta legislatura, afirmación que le costó el cargo.
Y es que sus declaraciones causaron indignación entre las filas de la coalición gobernante, como en Larbi Guesmi, miembro del consejo de uno de los partidos en el poder, que llegó a acusar al exministro de fomentar el libertinaje. El presidente Béji Caïd Essebsi tomó cartas en el asunto y negó, en una entrevista concedida a la emisora cairota CBC, que el artículo 230 fuera a ser derogado: «¡Eso no sucederá nunca!», afirmó con contundencia. Pocos días después, Essebsi cesaba de su cargo al ministro Ben Aissa.
La difícil situación de los homosexuales tunecinos
Tras cuatro años de la llamada Primavera Árabe, que trajo esperanzas de modernización a la sociedad tunecina, y de la redacción de una nueva Constitución el pasado 2014, lo cierto es que ser homosexual en Túnez sigue siendo muy difícil. Ahmed Ben Amor, vicepresidente de la asociación Shams, denuncia que se producen al menos 50 detenciones anuales de varones tunecinos acusados de practicar la homosexualidad, y que más de 500 estarían actualmente en prisión por condenas por estos cargos. Según Ben Amor, el trato a que son sometidos tanto en comisarías como posteriormente en prisión es especialmente degradante.
El activista también destaca que no es solo la ley la que dificulta la vida de los varones homosexuales tunecinos, sino que el rechazo social es muy intenso y que cada día reciben en su asociación “mensajes de personas amenazadas, expulsadas por sus familias o torturadas”.
Túnez es la única nación surgida de las primaveras árabes que ha logrado una transición a un régimen Constitucional, equiparable a las democracias europeas. Lógicamente, esto es una vergüenza, pero creo que como país debemos acompañar más que señalar a Túnez para que sepa hacer su camino a la democracia y el laicismo. Me parece muy interesante el ejemplo de esta Asociación que defiende la despenaliZación. Como europeos debemos acompañar a Túnez en ese camino.
Mientras el islam domine la vida de los hombres seguirán estas terribles situaciones.
Yo diría más, Odín. Mientras las religiones dominen la vida de los hombres seguirán esas terribles situaciones. No olvidemos que en Rusia, tan roja y comunista ella, la iglesia nunca perdió su poder. A la vista están los resultados.
Estoy de acuerdo. Hay que acompañar a Túnez en su camino a la libertad. Si una sola nación pudiera desprenderse del islam sería ejemplo de que el cambio es posible para todos aquellos que luchan en países árabes contra la imposición del islam en la sociedad. Y de paso caerían también caerían en Europa esos complejos de islamofobia por criticar una religión.