La activista Tamara Adrián, primera diputada transexual en la historia de Venezuela
Tamara Adrián, de 61 años, se ha convertido este domingo en la primera diputada abiertamente transexual de la historia de Venezuela. Los votantes, eso sí, tuvieron que seleccionarla en su tarjetón electoral como «Tomás Adrián», al no haber podido conseguir todavía la activista el cambio legal de nombre. La presencia de Tamara Adrián en la Asamblea Nacional permite albergar esperanzas de progreso respecto a los derechos LGTB en Venezuela, aunque la situación no es ni mucho menos sencilla.
Además de abogada y profesora universitaria, Tamara Adrián es una veterana activista LGTB. Miembro del partido Voluntad Popular, se presentaba a las elecciones por la Mesa de la Unidad Democrática, la heterogénea coalición que se ha hecho con la victoria en las elecciones legislativas celebradas este domingo sobre el oficialista Gran Polo Patriótico, la coalición chavista.
No se trata de la primera vez que hablamos de Tamara Adrián en dosmanzanas. Ya en 2010 recogíamos su participación en el 140º Período de Sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde denunció la falta de avances en materia de diversidad sexual en su país. Ella misma, de hecho, es buen ejemplo de ese retraso. Desde 2004 está a la espera de que la Sala Constitucional del Tribunal Superior de Justicia de Venezuela se pronuncie sobre el reconocimiento legal de su identidad (y ello pese a que ya en 2002 tuvo lugar su proceso de reasignación) hasta el punto de que se ha visto obligada a presentarse a las elecciones como «Tomás», el nombre que todavía aparece en su cédula de identidad. Venezuela no dispone de una ley de identidad de género que haga posible este proceso sin necesidad intervención judicial.
¿Supondrá la nueva situación el fin del bloqueo en materia LGTB?
La presencia de Tamara Adrián en la Asamblea Nacional de Venezuela supondrá, sin duda, un revulsivo importante. Esperemos que sirva para poner sobre la mesa el importante retraso que Venezuela acumula en materia de igualdad jurídica de las personas LGTB en comparación con otros países de América Latina.
A principios de 2014, por ejemplo, recogíamos como más de 40 colectivos LGTB consignaban ante la Asamblea Nacional un proyecto de ley de matrimonio igualitario que contaba con el aval de 20.000 firmas de ciudadanos de todo el país (y la virulenta enemistad de la Iglesia católica venezolana, por cierto). Pues bien, pese a contar con cierto grado de apoyo tanto entre el oficialismo chavista como entre las filas de la oposición, el proyecto no ha logrado avanzar.
Tampoco se han producido progresos desde el ámbito judicial, que han sido el acicate para el reconocimiento de derechos en otros países de la zona (la vecina Colombia, por ejemplo). En diciembre de 2013 nos hacíamos eco de la negativa del Registro Civil de Caracas a inscribir el matrimonio celebrado en Argentina entre dos ciudadanas venezolanas. Una negativa que tenía lugar poco después de que la justicia se negara también a reconocer a otra pareja la posibilidad de ver reconocida su unión de hecho al entender que las leyes venezolanas solo permiten entender esta unión como “entre un hombre y una mujer”, dejando como única posibilidad para la pareja la constitución de una comunidad de bienes ordinaria.
Estaremos pendientes de lo que sucede en materia LGTB con el nuevo panorama político que se abre con el resultado de estas elecciones. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que la alianza opositora que desde ahora controlará la Asamblea Nacional no deja de ser una coalición heterogénea de fuerzas unida por su oposición al chavismo, pero en la conviven sensibilidades muy distintas que van desde el centro-izquierda hasta la derecha más conservadora. Un primer test, por ejemplo, puede ser lo que suceda con la propuesta de ley contra los delitos de odio por razones de orientación sexual e identidad de género recientemente anunciada por Un Nuevo Tiempo, uno de los partidos que forman parte de la coalición vencedora de las elecciones.
El camino, desde luego, no parece fácil. En cualquier caso, detalles como la elección de Tamara Adrián como diputada, el reciente éxito de la película de trama LGTB Azul y no tan rosa o resultados como el de la encuesta de Pew Research Center conocida el año pasado y que mostraba que Venezuela ocupa una posición intermedia por lo que a la aceptación de la homosexualidad se refiere (similar a la que se da en Israel, Polonia o Grecia) permiten albergar moderadas esperanzas a medio plazo.
Al decir de la situación en Iberoamérica, me llama la atención lo que he visto en el famoso perfil Cabronazi de Facebook. En una de sus famosas bromas, Cabronazi aprovechó para lanzar un mensaje pro LGTB. Ellos saben que tienen mucha gente de Latinoamérica en su perfil. Pues bien, un joven americano lanzó un mensaje homófobo, bien es verdad que son insultos, y ha tenido miles de likes. Es la situación allá.