Deportistas trans podrán participar en los Juegos Olímpicos sin necesidad de someterse a ninguna operación
Los atletas trans tendrán la oportunidad de competir en los Juegos Olímpicos con independencia de si se han sometido o no a una cirugía. Así lo ha acordado el Comité Olímpico Internacional (COI). En los casos en los que se trate de una “transición de mujer a hombre, serán elegibles para competir en la categoría masculina sin restricciones” y cuando sea “de hombre a mujer” lo serán con algunas “condiciones”.
A partir de los Juegos Olímpicos del próximo verano regirán una serie de pautas para garantizar la participación de las personas trans. El borrador recoge que “requerir cambios anatómicos quirúrgicos como una condición previa a la participación no es necesario para preservar la competencia leal y puede ser incompatible con el desarrollo de la legislación y de las nociones de derechos humanos”. Los hombres trans podrán competir desde ahora “sin restricciones”. No obstante, las mujeres trans tendrán que cumplir determinados requisitos, en algunos casos.
El principal escollo es que las mujeres trans deportistas “deben demostrar que su nivel de testosterona total en suero ha estado por debajo de 10 nmol / L durante al menos 12 meses antes de su primera competición”. Además, se establece que “el cumplimiento de estas condiciones puede ser controlado por una prueba” y, en caso de no reunir dichas condiciones, “la elegibilidad de los atletas para la competencia femenina será suspendida durante 12 meses”. La justificación del COI para la vigencia de estas medidas de control es poder garantizar “la competencia leal”. Otra de las restricciones es que en el caso de haberse inscrito para competir con género femenino “la declaración no se puede cambiar, para fines deportivos, durante un mínimo de cuatro años”.
Discriminación por identidad de género en el deporte
Las mujeres trans deportistas podrán empezar a competir un año después de haber iniciado la terapia hormonal. Según la norma inmediatamente anterior, era necesario que transcurrieran dos años desde la cirugía de reasignación para competir en categorías femeninas. Ahora ya no se exigirá cirugía y será suficiente la autodeterminación de género. “Un año es un compromiso razonable”, considera la doctora deportiva Joanna Harper. Esta profesional, que también es una mujer trans, ha participado en las reuniones en las que se ha llegado al acuerdo.
Harper, que también ha competido profesionalmente, publicaba una carta de opinión en The Whashington Post, el pasado mes de abril, en la que explicaba que ella misma empezó su terapia hormonal en el verano de 2004, “y he corrido como una mujer desde la primavera de 2005”. A pesar de que la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), la asociación del atletismo mundial, lo permite “y algunos de mis compañeros corredores lo han ido aceptando, otros corredores son notablemente fríos conmigo”.
“El retroceso que he experimentado”, continuaba Harper, “ha sido leve en comparación” con el de otras deportistas como Renée Richards, “probablemente la atleta transexual más conocida”, que tuvo que demandar a la Asociación de Tenis de Estados Unidos en la década de los 70 para jugar como una mujer en los Estados Unidos. Harper cita otros ejemplos más recientes como el de la luchadora de artes marciales Fallon Fox, que desde que salió del armario como mujer trans en 2013 llegó a ser calificada como «mentiroso, enfermo, sociópata, monstruo repugnante” por su compañero luchador Matt Mitrione. El tránsfobo deportista, de hecho, llegó a decir que “él es cromosómicamente un hombre”, negándole siquiera el tratamiento femenino a Fox.
La doctora Harper manifiesta su deseo de que organizaciones como el ITA (agencia internacional de representación de futbolistas) “se adaptan rápidamente a las nuevas directrices del COI y todas las políticas trans obsoletas conseguirán reemplazarse pronto”.
La lucha de Caster Semenya
Una de las polémicas más destacadas en relación a la cuestión de género y el deporte olímpico tuvo lugar en 2010, cuando la atleta Caster Semenya volvía a la competición después de que la Asociación de Federaciones Internacionales de Atletismo (IAAF) pusiera fin a la investigación sobre su supuesta intersexualidad y decidiera que no había razón que le impidiera participar en la competición como mujer. Algo que no gustó a todas sus competidoras. El retorno de la sudafricana se produjo además a lo grande. Después de un año fuera de competición y sometida a una humillante presión mediática, Semenya se hizo con la victoria en el encuentro atlético que tuvo lugar en agosto de 2010 en el Olímpico de Berlín, el mismo estadio en el que se proclamó Campeona del Mundo de los 800 metros en 2009.
Esta misma semana, por cierto, nos hacíamos eco de que la jugadora de voleibol Antía Fernández se ha convertido en la primera deportista transexual en debutar con su verdadera identidad en una competición oficial de un deporte olímpico en España.