Simon Dunn, deportista australiano abiertamente gay, pide a su Gobierno que legalice el matrimonio igualitario
El deportista australiano Simon Dunn, el primero abiertamente gay en representar a su país en la disciplina de bobsleigh, ha compartido en su cuenta de Instagram una fotografía vestido con su uniforme, en la que se muestra el siguiente texto: «Si puedo representar a mi país en el deporte, debería permitírseme casarme con la persona que amo».
Simon Dunn, que también es jugador profesional de rugby, salió públicamente del armario en 2014. En aquella ocasión declaraba que «como practicante australiano de bobsleigh, compito en un deporte poco reconocido e hipermasculino. Como atleta abiertamente gay, me apasiona representar a mi país, y redefinir la identidad de este deporte, que no está vinculado a la orientación sexual».
Ahora entrena duramente para poder competir defendiendo los colores de Australia en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, que tendrán lugar en Corea del Sur. Pero también ha querido lanzar su mensaje para dejar patente que, en cuanto a sus derechos civiles, el país al que representa en las distintas competiciones le discrimina y le trata como a un ciudadano de segunda clase. Por ello, a su imagen en Instagram ha añadido el siguiente texto: «Amo Australia. Me siento honrado de representar a Australia, y la echo de menos cada día. Pero no se me quita de la cabeza que este increíble país al que llamo mi hogar todavía no ha legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¡Australia, es la hora de la igualdad!».
El deportista confiesa también que le ha conmovido la historia de Marco Bulmer-Rizzi, el ciudadano británico que perdió a su marido David cuando disfrutaban de su luna de miel en Australia, y que vio cómo la administración de ese país no le reconocía como viudo y le ninguneaba en todas las tomas de decisiones en un momento tan importante y delicado. «Es una historia realmente desgarradora», comentaba Dunn, «Australia, no solo es hora ya de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino también de reconocer los matrimonios que se han llevado a cabo en el extranjero, cualquier otra cosa es una auténtica injusticia. Estas leyes obsoletas han negado a un marido cariñoso sus derechos en sus horas más difíciles. El amor entre las parejas de gais y lesbianas no es menor que el de las parejas heterosexuales».
Una sociedad favorable con líderes contrarios la igualdad
El debate sobre la aprobación del matrimonio igualitario en Australia viene de muy lejos. Ya antes de las elecciones de 2013, que dieron la victoria a Abbott, fueron los laboristas, entonces al frente del Gobierno, los que actuaron como freno. La que hasta junio de ese año había sido primera ministra, Julia Gillard, se oponía, y durante sus años de gobierno no dudó en maniobrar para impedir que los partidarios de la igualdad dentro del Partido Laborista trasladaran su criterio al Parlamento. Y ello pese a que ya en su congreso nacional de 2011 el partido incorporaba la defensa del matrimonio igualitario a su ideario. Ideario que Gillard se encargó de convertir en papel mojado al imponer que los legisladores laboristas –cuyos votos eran todos necesarios, debido a lo ajustado de su mayoría– tuvieran libertad de voto. Una libertad que Tony Abbott negó entonces a los suyos y que desembocó en el fracaso de la iniciativa. De la mano de Gillard, Australia perdía una primera oportunidad histórica.
La impopularidad de Gillard llevó a Kevin Rudd a arrebatarle el liderazgo del partido y el puesto de primer ministro (mediante una maniobra similar a la que ahora ha destronado a Abbott, y que a su vez antes había utilizado Gillard para sustituir a Rudd). Ya por entonces Rudd se había convertido en defensor del matrimonio igualitario, pese a que su anterior etapa como primer ministro se caracterizó también por un rechazo frontal. Pero la sustitución de Gillard no evitó la derrota laborista, y tras las elecciones Abbott (un católico conservador fuertemente opuesto al matrimonio igualitario, pese a tener una hermana abiertamente lesbiana) se convertía en primer ministro. Su victoria alejó las expectativas de aprobación, pese a que un número no determinado de diputados de su partido son partidarios del matrimonio igualitario, y de hecho ya desde el principio el propio Abbott reconoció que en el futuro le resultaría complicado mantener la disciplina de voto en esta materia. Lo consiguió… pero el empeño contribuyó a la gran bajada de popularidad que finalmente acabó por costarle el puesto.
Sin embargo, la parálisis en la tramitación del matrimonio igualitario en Australia continúa, y la oposición pierde la paciencia. El nuevo primer ministro Malcolm Turnbull, que había despertado esperanzas por su posición favorable, no ha cambiado sin embargo los planes de su predecesor de posponer la decisión hasta la celebración de un referéndum sobre la igualdad matrimonial en 2017. Por ello, el Senado australiano le pidió a finales del pasado 2015 que no se demore más y tramite ya un proyecto de ley en el Parlamento con libertad de voto para todos los diputados.