Deniegan a una chica trans de 14 años ver reconocido su nombre en el Documento Nacional de Identidad
Incomprensible noticia. Según recoge Diario de Sevilla, una jueza se niega a autorizar que Alexa, una chica adolescente de 13 años, vea reconocido legalmente su nombre. En un mes cumplirá 14 años y estará obligada a tener un Documento Nacional de Identidad que la señalará como un chico pese a que desde su más tierna infancia ha mostrado una identidad femenina.
Alexa tiene la fortuna de contar con una familia que la apoya incondicionalmente. Su madre, Ches Cordero, lo tiene claro: «siempre ha sido la niña que es», ha declarado al Diario de Sevilla. Es por eso que, llegada la adolescencia, la familia solicitó que Alexa viese reconocida judicialmente su identidad femenina y que en sus documentos apareciese su nombre. La jueza se lo ha denegado. «Nos dijeron que toda la documentación estaba perfecta, pero que hasta los 18 años no contemplaba el cambio de nombre, que cuando fuese mayor de edad lo solicitase», explica su madre. «¿Es que Alexa no puede existir hasta que tenga 18 años? Pero es que ella existe ya», remarca Ches Cordero, temerosa de que cuando su hija haga un viaje de estudios, presente su documentación en un aeropuerto o realice cualquier trámite oficial tenga que pasar el mal trago de dar explicaciones.
La familia ha recurrido el auto judicial, pero aún no tienen respuesta. «En marzo tendrá que sacarse el DNI sí o sí, y tenemos un problema importante, porque ella no quiere tener un DNI que no le corresponda», indica la madre de Alexa. La situación es es a todas luces incomprensible: la identidad de Alexa es femenina, la documentación aportada por el director del instituto confirma que Alexa estudia en el centro «como la niña que es» y es tratada en femenino en todas las actividades escolares, sus documentos como deportista (juega al baloncesto y practica la natación sincronizada) la reconocen como chica… Incluso dispone de informes médicos y psicológicos en los que, de acuerdo al anacrónico paradigma patologizante, figura el diagnóstico de «disforia de género» de la Unidad de Transexualidad e Identidad de Género de Andalucía, a la que acude desde los nueve años. La familia también aportó firmas de personas que la conocen desde pequeña y un documento de su propio pediatra. El capricho de la jueza que les correspondió, sin embargo, ha impedido lo que es de sentido común.
Mientras, en Euskadi, una niña de 4 años sí lo consigue
La arbitrariedad de la justicia española queda aún más de manifiesto si se tiene en cuenta que la noticia se conoce apenas días después de que un juzgado de Tolosa, en Guipúzcoa, haya autorizado el cambio de nombre (de Luken a Lucía) de una niña transexual de 4 años, tal y como habían solicitado sus padres, deseosos de que su hija viese respetada su identidad desde su más tierna infancia.
Su padre, Agustín Arandia, ha explicado a los medios que ni él ni su mujer tenían idea alguna sobre lo que era la transexualidad hasta que su hija, a la que al nacer le fue atribuido sexo masculino, comenzó a hacer evidente su identidad femenina. Un detalle especialmente curioso fue que Lucía prefería utilizar el castellano al euskera para poder referirse a ella misma con adjetivos de género femenino (en euskera los adjetivos son neutros). Lo explica en el siguiente reportaje:
Se hace necesario un ajuste legal
Según explica la madre de Alexa, hasta la fecha se estima que unos 40 niños han solicitado el cambio de nombre, pero solo tres cuartas partes lo han conseguido. No es por desgracia el caso de su hija. Una arbitrariedad que se explica debido la ya obsoleta ley de identidad de género española, que sigue excluyendo a los menores de la posibilidad de modificar sus datos registrales sin la intervención de un juez, y que incluso para los mayores de edad sigue contemplando como requisito un diagnóstico de “disforia de género” y exigiendo, con algunas excepciones, dos años de tratamiento hormonal.
Una situación cada vez más incomprensible si se tiene en cuenta que países como Argentina, Dinamarca, Irlanda o Malta han modernizado ya sus legislaciones consagrando el principio de autodeterminación de género, de forma que sea cada persona, en uso de su libertad individual y sin necesidad de justificación médica o psicológica alguna, decida cómo quiere ser reconocida legalmente. El modelo de la muy católica Malta, de hecho, está considerado por las organizaciones trans como el más aventajado, al no establecer límite de edad inferior para proceder a la modificación del «sexo registral» y por tanto extender ese principio a los menores. Noruega planea un cambio similar que también sería extensivo a menores, con ciertas limitaciones.
Es hora de actuar: España ya ha quedado rezagada en esta materia.