El Parlamento Europeo denuncia la vulneración de los derechos humanos en Crimea, con alusiones a la población LGTB
El Parlamento Europeo ha emitido una resolución en la que expresa su preocupación por la situación de los derechos humanos en la península de Crimea desde la ocupación rusa, cuya anexión sigue considerando ilegal. Aunque el texto aprobado abunda especialmente en la opresión que sufre la minoría tártara y quienes no aceptan la ciudadanía rusa, también incluye un apartado en el que “expresa su profunda preocupación por la situación de las personas LGBT en Crimea”.
La resolución, fechada el pasado 4 de febrero, hace un detallado análisis de la situación de los derechos humanos en la península de Crimea desde la ocupación rusa. Según la resolución, tanto las fuerzas rusas ocupantes como los grupos paramilitares son responsables de la discriminación y violencia a que son sometidas las minorías que no aceptan la anexión a Rusia. Despierta gran preocupación en el Parlamento Europeo la situación de quienes se han negado a adoptar la ciudadanía rusa y, en especial, la minoría tártara, que se situó en el bando ucraniano durante el conflicto.
En el apartado 17, además, el Parlamento Europeo “expresa su profunda preocupación por la situación de las personas LGBT en Crimea, que se ha agravado sustancialmente tras la anexión a Rusia, y respecto a los actos de represión y amenazas por parte de las autoridades de facto y los grupos paramilitares”.
El Parlamento Europeo recuerda a Rusia que “como potencia ocupante tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad de toda la población, y el respeto de los derechos humanos, culturales y religiosos de los tártaros indígenas y de todas las demás minorías de Crimea, así como la defensa del orden jurídico en Crimea”.
La pertinaz discriminación de la población LGTB en Crimea
Tras la aprobación de la independencia de Crimea por su Parlamento en 2014 y la posterior anexión a Rusia, no reconocida por la mayoría de los países y organismos internacionales, la población LGTB de la península empezó a estar sometida a las leyes homófobas rusas en vigor. Una legislación que impide de hecho la propia visibilidad de las personas LGTB. Por ejemplo, cualquier celebración de las festividades del Orgullo, por ejemplo, es prohibida por ser considerada “propaganda de relaciones no tradicionales a menores”, como quedó probado con la inmediata prohibición de las Marchas del Orgullo de Sebastopol en ese mismo año 2014.
Además, la población LGTB se enfrenta a una LGTBfobia social de igual, o incluso mayor, intensidad que la que sufrían bajo la dominación ucraniana. Si en Ucrania sufrían los ataques de miembros de partidos de extrema derecha como Svoboda (“Libertad”), en Rusia debían padecer la práctica impunidad con que actúan grupos como Occupy Pedofilyaj y similares, dedicados al acoso, tortura e incluso asesinato de personas LGTB ante la pasividad muda de autoridades y población.
En un correo electrónico dirigido a la cadena de noticias estadounidense NBC News, uno de los miembros de la comunidad LGTB de Crimea, Maxim Kornilov, resumía la situación tras la anexión a Rusia de la siguiente manera: “antes de la ocupación rusa era muy complicado ser gay en Ucrania, por eso seguía en el armario y me sentía atrapado. Ahora es absolutamente insoportable”.