El Senado italiano, incapaz de sacar adelante una ley de uniones entre parejas del mismo sexo
La aprobación de una ley que reconozca las parejas del mismo sexo en Italia continúa empantanada. Se esperaba que esta semana se produjera un avance significativo en el Senado, pero la división del Partido Democrático del primer ministro Matteo Renzi y la negativa del Movimiento 5 Estrellas a ayudar a Renzi a superar sus dificultades internas siguen dificultando la votación del proyecto.
Como en entradas anteriores hemos detallado, la propuesta que está sobre la mesa es la presentada por la senadora Monica Cirinnà en junio de 2014, que reconocería a las parejas del mismo sexo su derecho a contraer una unión civil con derechos similares a los del matrimonio salvo la adopción conjunta. Sí que permitiría, bajo ciertas circunstancias, la adopción por parte de uno de los miembros de la pareja de los hijos que ya tenga el otro miembro de la pareja (posibilidad que los italianos han decidido bautizar con el anglicismo stepchild adoption), algo que por cierto ya ha sido reconocido por la propia justicia italiana. El proyecto recibía por fin la aprobación de la Comisión de Justicia del Senado en mayo pasado, y parecía reactivarse en octubre, aunque finalmente no ha llegado al pleno del Senado hasta ya bien entrado 2016, ante la desesperación de los colectivos italianos.
En todo este tiempo, el primer ministro Renzi (Partido Democrático, PD) ha intentado sin éxito llegar a un acuerdo con su socio principal de gobierno, el Nuevo Centro Derecha de Angelino Alfano (actual ministro del Interior), que se niega a aceptar el proyecto de Cirinnà y prefiere una regulación de menor nivel que no contemple la stepchild adoption. Renzi, partidario de dejar libertad de voto en esta última cuestión, se ha visto abocado a dejar de lado a Alfano y confiar en que a una supuesta mayoría de parlamentarios de su propio partido se sumasen diversas fuerzas menores de izquierda y sobre todo el Movimiento 5 Estrellas (M5S), que hasta ahora se había mostrado inequívocamente partidario del proyecto, pero que después de las recientes y masivas movilizaciones populares tanto a favor como en contra del proyecto, hace un par de semanas decidía dar libertad de voto a sus senadores en lo referente a la adopción. En cualquier caso, todo apunta a que dentro del M5S la oposición a la adopción será residual, persistiendo como principal amenaza la propia división dentro del PD, un partido que es en realidad una amalgama de democristianos, centristas, socialdemócratas y socialistas, y cuyo sector católico sigue siendo especialmente influyente.
El pasado martes se esperaba que la discusión del proyecto diese un paso de gigante con la aprobación de la llamada «enmienda supercanguro», un procedimiento parlamentario abreviado que tiene como objeto rechazar de un plumazo y sin discusión numerosas enmiendas menores, y para la que Renzi daba por hecho iba a tener el apoyo del M5S. Hay que tener en cuenta que a este proyecto fueron presentadas varios miles de enmiendas, y aunque muchas de ellas han sido retiradas, se estima que aún sobreviven varios centenares (unas 1.200, según asegura este sábado la web Gay.it). El M5S, sin embargo, se negó a dar su apoyo a la «enmienda supercanguro», un procedimiento del que siempre ha estado en contra (y del que acusa a la coalición de gobierno de utilizar de forma abusiva) lo que abocaba a un proceso de discusión más prolijo, y lo que en último término es lo importante, acentuaba la división interna entre los senadores del PD.
Tras el anuncio del M5S de que no apoyaría el procedimiento abreviado, y ante la sospecha de los afines a Renzi de no contar con la mayoría suficiente para aprobar el proyecto en su estado actual, la discusión ha sido retrasada de nuevo. Se espera que se retome en unas dos semanas, tiempo durante el cual partidarios y detractores intentarán a buen seguro reagrupar sus fuerzas. Mientras tanto, los activistas LGTB, hartos de la inoperancia de sus políticos para aprobar un reconocimiento que en cualquier caso será inferior al de la mayoría de los países de Europa occidental, han convocado ya una nueva movilización para el próximo 5 de marzo.