El amor prohibido en los años 50: críticas de «Carol» y «Lejos del cielo», joyas de Todd Haynes
Hoy se estrena por fin la que es, no sólo la película LGTB del año, sino también una de las más importantes de la historia del celuloide. Y es que, con la excepción de Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) y La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013), ninguna película de temática LGTB había sido tan relevante en la temporada de premios como Carol, aun cuando al final haya sido tristemente apartada del Óscar a mejor película. Sus seis menciones (guion adaptado, actriz, actriz secundaria, fotografía, música y vestuario) la convierten en la obra más nominada que se queda fuera de la categoría principal, lo que lleva a preguntarse si el movimiento “Oscars still so white” surgido ante la omisión de intérpretes negros nominados debería ir acompañado de otro denominado “Oscars still so straight” tal y como sugería hace unos días el actor abiertamente gay Ian McKellen (quien lamentaba que ningún intérprete homosexual tenga la estatuilla).
Pero dejemos de lado los premios y centrémonos en lo importante: Carol (2015) es, por supuesto, la esperada adaptación de la novela de Patricia Highsmith publicada en 1952, famosa por atreverse a retratar un romance homosexual desde una perspectiva relativamente esperanzadora. Con ella, el elegante realizador californiano Todd Haynes retoma el tema de la homosexualidad durante los años 50, en el que se adentró en 2002 con ese hermoso melodrama heredero de Douglas Sirk llamado Lejos del cielo (Far From Heaven, 2002). Curiosamente, nos encontramos con la otra cara de la moneda: mientras Lejos del cielo lidiaba con el viaje interior de un ama de casa (Julianne Moore, a la que hemos visto recientemente en el papel de lesbiana enferma de la irregular Freeheld de Peter Sollett) al confirmar la relación de su marido (Dennis Quaid) con otro hombre, Carol sitúa en primer plano a dos mujeres enamoradas (Cate Blanchett y Rooney Mara) a las que la ceguera de sus parejas y la propia sociedad impide disfrutar de su relación como podrían (os suena, ¿verdad?). Aunque ambas cintas están elaboradas desde el máximo respeto, los trece años que las separan son latentes, al haber pasado la sociedad occidental de “comprender” las relaciones homosexuales a recibirlas con total naturalidad (al menos, en lo que al mundo sensato se refiere).
Las dos películas comparten un verdadero esplendor visual. Filmadas por Edward Lachman (candidato al Óscar en las dos ocasiones), ambas retratan los años 50 con mimo y distinción, ganándose los decorados y los trajes toda nuestra atención desde el primer fotograma. La cuidada puesta en escena de Haynes es el envoltorio perfecto para sus elegantes personajes, bellamente encarnados por intérpretes en estado de gloria. Bisexual declarada, Cate Blanchett —la Carol de Carol— encarna a un personaje de corte opuesto al encontrado en la intensa Diario de un escándalo (Richard Eyre, 2006), en la que interpretaba a una joven profesora víctima del chantaje de su despótica compañera de trabajo (Judi Dench), una mujer mayor cuyo amor por ella se convierte en odio al no ser correspondido. En este caso, la estrella australiana es precisamente la mujer mayor que atrae a una jovencita perdida en la vida, sólo que afortunadamente ella sí es correspondida, con lo que no será ninguna de las dos, sino el contexto, quien se interponga en su sincera relación.
Por desgracia, tal era la expectación generada por Carol (especialmente en la comunidad LGTB) que resulta difícil no salir de la sala ligeramente decepcionado: la relación entre los personajes no está tan desarrollada como debería, lo que ocasionalmente dificulta la generación de empatía. Por suerte para Haynes, tanto la mencionada Blanchett como Rooney Mara (premiada en Cannes como mejor actriz con sólo 30 años) están pletóricas, granjeando dos interpretaciones tan enternecedoramente sutiles como poderosamente carismáticas que las convierte en la pareja cinematográfica del año. Os insto por tanto a acercaros al cine más cercano para disfrutar de Carol (si os da pereza salir de casa, al menos haceros con Lejos del cielo en DVD para (re)visionarla cuanto antes). Nunca antes fue el amor prohibido tan esperanzador.
Tengo muchas ganas de ver esta película, pero también me apetece leer el libro: what can I do? :/