El colectivo de musulmanes LGTB Kifkif condena los atentados de Bruselas y expresa su preocupación por la islamofobia que están generando
El colectivo LGTB Kifkif, con sede en Madrid e integrado básicamente por personas LGTB de fe musulmana, ha emitido un comunicado en el que condena los ataques terroristas de Bruselas y expresa su preocupación por la reacción islamófoba que han desencadenado, muy especialmente en las redes sociales. En palabras de su presidente, Samir Bargachi, «ni Twitter ni internet ni ningún espacio puede establecerse como zona de impunidad donde se haga apología en este caso de la islamofobia, o de cualquier delito de odio».
“Desde Kifkif condenamos enérgicamente los ataques terroristas perpetrados en Bruselas, en los que han muerto al menos 30 personas. Enviamos nuestro más sentido pésame a los familiares y nos solidarizamos con todas las víctimas inocentes de la barbarie yihadista”, expresan desde el colectivo, algunos de cuyos miembros han acudido a la Embajada de Bélgica en España para firmar en el libro de condolencias habilitado a tal fin.
Desde Kifkif muestran también su preocupación por el recrudecimiento de «las sospechas infundadas contra las personas de origen árabe y/o religión musulmana». «Un efecto que, perseguido por los causantes de la atroz masacre, desmoviliza a esta comunidad a la vez que la convierte en el principal objetivo de la discriminación y violencia ultra, provocando la exclusión e invisibilización social que hace aflorar el germen del desarraigo y las expone sin alternativas a las redes de reclutamiento yihadista. Algunos ejemplos de este inmotivado e intolerable recelo contra todo un colectivo por su falsa identificación con los grupos de terror insurgente se han dado desde los medios de comunicación generalista y social a través de informaciones sesgadas -intencionadamente o no- y de repugnantes eslóganes del tipo #StopIslam o #TerroristasWelcome», añaden.
Kifkif, en concreto, ha denunciado la acción perpetrada por un grupo neonazi con bengalas y botes de humo contra la mezquita situada en las inmediaciones de la M-30, la carretera que circunvala los distritos centrales de Madrid, algo que solamente «perjudica la estabilidad del tejido social y la integración de las diferentes culturas y profesiones religiosas dentro de la democracia».
Desde Kifkif, como colectivo cuya misión fundamental es la de asistir a personas LGTB que se encuentran en situación de especial vulnerabilidad por su condición de refugiados o migrantes, han querido señalar además la incoherencia de querer criminalizar arbitrariamente a una minoría, lo que «nos debe recordar a los -no tan lejanos ni tan olvidados- tiempos en que la sospecha social recaía sistemática y crudamente en las personas del colectivo LGTB con argumentos tan poco coherentes como las que ahora se enarbolan en su contra».
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Flick
Flick no es más que el "nick" con el que empecé a comentar (y discutir, y razonar...) en dosmanzanas, allá por 2006. Me sabía a poco, por eso decidí colaborar y compartir mi pasión por estar informado. Y aquí sigo.
Gais defendiendo una ideologia que los margina y asesina, ver para creer. Podemos criticar a católicos, nazis, homófobos, feministas…. Pero oye, con los moros hay que callarse.
Desde que hablas de «moros», quedas descalificado por racista.
Una cosa no tiene nada que ver con otra: cuántos cristianos gay hay y habrá? Ser de un país, de una religión, contra algunos de cuyos valores se lucha, no hace que dejemos de ser lo que somos. Supongo que no estar de acuerdo con la homofobia en Italia no hace que los italianos gays deban aceptar discursos de odio contra la totalidad de su país ni de sus habitantes. Ni por la camorra ni por Berlusconi. Lo mismo pasa con la España franquista y la corrupta de hoy: Somos varias identidades a un tiempo y no son auto-excluyentes. La vida está llena de grises.
Ya pero es que estos gais también son moros. Es lo que tiene la vida real, que no es tan sencilla como los prejuicios.
Evidentemente no se puede decir que todos los musulmanes son extremistas ni violentos, defender eso sería ridículo e injusto. Pero eso no quita que también tenemos derecho a defender que nuestro país o Europa en general permanezca fundamentalmente como un país cultural y demográficamente europeo y occidental. Es simple instinto de supervivencia, cuando la inmigración es pequeña y hay trabajo para todos y la gente que llega se mezcla con la sociedad de acogida la percepción es buena. Pero de forma natural saltan las alarmas cuando la inmigración es masiva, es palmario que no hay integración económica posible (porque el país no tiene trabajo para todos o no hay oferta de empleo para el perfil profesional de esa inmigración) , sobre todo sin afecta al empleo y bienestar de la población autóctona, e incluso existen problemas de seguridad y habría que sumar a esto también reales y demostrables dificultades de integración social por trabas culturales, pues algunos elementos culturales fundamentales para ellos son, ya no diferentes sino, contrarios a nuestros principios y valores democráticos.
Por otro lado, lo mismo que es rechazable el racismo y la xenofobia también lo es el pueril buenismo al que muchos se aferran de forma dogmática, negándose a ver la realidad. Sólo tienen que ver cuál es la situación allí donde hay una mayoría musulmana. En el mundo occidental por lo menos hay una sociedad civil laica que, desde el racionalismo y el liberalismo, lucha por construir un mundo democrático y libre. Si vemos claro que hay que criticar al catolicismo recalcitrante cuando se lo merecen y también, incluso, a países católicos en general cuando hacen cosas que están mal llevados por un rechazable confesionalismo por qué no hacemos igual con otras “comunidades étnicas o religiosas”. Entonces, y con razón, nos cabreamos bastante y no nos andamos con tantos miramientos ni matizaciones, pues hay que ser coherentes y responder siempre igual ante la misma agresión o afrenta.
Yo quiero un país mejor, y al decir esto no pienso precisamente en ningún país musulmán. Y además hay que ser claro, es normal y natural que la gente se sienta amenazada ante una inmigración masiva pues siente que su sociedad (en este caso española y europea) está en peligro, demográfica y culturalmente, y es verdad, objetivamente, que lo está, por mucho que se nos trate de decir que no.
En conclusión, yo no estoy en contra de toda la inmigración pero sí a favor que una inmigración racional que responda a nuestros intereses y necesidades y que no ponga en peligro la supervivencia de la población y cultura occidentales autóctonas.