El fiscal general de Australia anuncia un referéndum sobre el matrimonio igualitario antes de fin de año
Nuevo rifirrafe en la carrera de obstáculos hacia el matrimonio igualitario en Australia. El fiscal general George Brandis aseguró el sábado pasado que el referéndum anunciado sobre la medida se celebraría a finales de este año, justo después de las elecciones generales del próximo otoño. El primer ministro Malcolm Turnbull, aunque se posiciona a favor, ha rechazado comprometer una fecha concreta. La oposición, mientras tanto, sigue pidiendo la aprobación de la igualdad matrimonial mediante la vía parlamentaria.
La discusión sobre el matrimonio igualitario en Australia ha pasado de la pugna entre partidarios y detractores al debate sobre su aprobación por plebiscito o por votación parlamentaria. Un importante paso adelante en el que ha sido decisiva la sustitución, en septiembre del año pasado, del homófobo Tony Abbott por el actual primer ministro Turnbull, favorable a la igualdad. La situación, con todo, sigue siendo incierta: a pesar de que los representantes partidarios del matrimonio igualitario ya son mayoría en ambas cámaras del Parlamento, el jefe del Gobierno sigue apostando por el referéndum no vinculante como paso previo para iniciar el trámite. El Senado, de hecho, ya hizo el año pasado una petición formal para no demorar más el tema.
Buena muestra del clima de incertidumbre es el cruce de declaraciones de este fin de semana. El sábado, el fiscal general (que en Australia suele ser un miembro del Gobierno) afirmaba que el plebiscito se celebraría en este año, “al poco tiempo de iniciarse la andadura del nuevo parlamento”. Si el resultado fuera afirmativo, como apuntan las encuestas, Brandis no tiene duda de que el legislativo aprobaría rápidamente el matrimonio igualitario. El fiscal general mostró su apoyo al mismo: “Tratar a las personas LGTB con igualdad es, creo, uno de los valores fundamentales de la sociedad australiana moderna”.
Solo un día después, la portavoz de Gobierno matizaba las palabras de Brandis y declaraba que el primer ministro mantiene sus planes de plantear el referéndum tan pronto como sea posible tras las elecciones, pero en cualquier caso ya en 2017. El líder de la oposición laborista Bill Shorten ha criticado la división en el seno del Gobierno sobre la cuestión, mientras que el responsable de Los Verdes Richard Di Natale volvió a pedir la tramitación del matrimonio igualitario por la vía parlamentaria antes de los comicios. Turnbull, que ha sido el primer jefe del Gobierno en asistir al Mardi Gras de Sídney (uno de los principales eventos anuales de la comunidad LGTB en Australia), no parece tener intención de cambiar su posición.
Una sociedad favorable con líderes contrarios la igualdad
El debate sobre la aprobación del matrimonio igualitario en Australia viene de muy lejos. Ya antes de las elecciones de 2013, que dieron la victoria a Tony Abbott, fueron los laboristas, entonces al frente del Gobierno, los que actuaron como freno. La que hasta junio de ese año había sido primera ministra, Julia Gillard, se oponía, y durante sus años de gobierno no dudó en maniobrar para impedir que los partidarios de la igualdad dentro del Partido Laborista trasladaran su criterio al Parlamento. Y ello pese a que ya en su congreso nacional de 2011 el partido incorporaba la defensa del matrimonio igualitario a su ideario. Ideario que Gillard se encargó de convertir en papel mojado al imponer que los legisladores laboristas –cuyos votos eran todos necesarios, debido a lo ajustado de su mayoría– tuvieran libertad de voto. Una libertad que Tony Abbott negó entonces a los suyos y que desembocó en el fracaso de la iniciativa. De la mano de Gillard, Australia perdía una primera oportunidad histórica.
La impopularidad de Gillard llevó a Kevin Rudd a arrebatarle el liderazgo del partido y el puesto de primer ministro (mediante una maniobra similar a la que luego destronó a Abbott, y que a su vez antes había utilizado Gillard para sustituir a Rudd). Ya por entonces Rudd se había convertido en defensor del matrimonio igualitario, pese a que su anterior etapa como primer ministro se caracterizó también por un rechazo frontal. Pero la sustitución de Gillard no evitó la derrota laborista, y, tras las elecciones, Abbott (un católico conservador fuertemente opuesto al matrimonio igualitario, pese a tener una hermana abiertamente lesbiana) se convertía en primer ministro. Su victoria alejó las expectativas de aprobación, pese a que un número no determinado de diputados de su partido son partidarios del matrimonio igualitario, y de hecho ya desde el principio el propio Abbott reconoció que en el futuro le resultaría complicado mantener la disciplina de voto en esta materia. Lo consiguió… pero el empeño contribuyó a la gran bajada de popularidad que finalmente acabó por costarle el puesto.
Sin embargo, la parálisis en la tramitación del matrimonio igualitario en Australia continúa. Como señalábamos, el nuevo primer ministro Malcolm Turnbull, que había despertado esperanzas por su posición favorable, no ha cambiado sin embargo los planes de su predecesor de posponer la decisión hasta la celebración de un referéndum sobre la igualdad matrimonial en 2017. Y ello a pesar de las voces que alertan de lo costosa y divisiva que sería una consulta de esta naturaleza, que califican de innecesaria. Esperemos que el cada vez más claro y evidente apoyo de todos los sectores de la sociedad australiana a la tramitación inmediata de una ley de matrimonio igualitario dé sus frutos, y la igualdad de derechos de la población LGTB no sufra más dilaciones.