La AfD, el partido alemán de derecha populista, delinea un programa anti-LGTB y opuesto a la educación en la diversidad afectivo-sexual
El partido de derecha populista y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) ha revelado su programa marco para las próximas convocatorias electorales. La AfD, que ha conseguido un gran éxito en las elecciones regionales del pasado 13 de marzo, plantea la defensa de la “familia tradicional” y la prohibición de referirse a la realidad LGTB en los centros educativos.
Desde su fundación en febrero de 2013, la AfD se va implantando en las instituciones germanas tras cada nueva elección. Pocos meses después de su presentación oficial, y con un programa centrado en la salida de Alemania de la zona euro, el partido daba la sorpresa en las elecciones federales de septiembre de 2013 al alcanzar un 4,7% de los votos y quedarse a las puertas de entrar en el Bundestag (la barrera de entrada a la cámara baja del Parlamento alemán es el 5%). En las siguientes citas electorales, la nueva formación consiguió entrar en el Parlamento Europeo con siete diputados, y en los parlamentos regionales de Brandeburgo, Sajonia y Turingia, con resultados alrededor del 10%.
Centrados en un principio en las propuestas económicas y de regeneración política, la AfD no tardó en mostrar su lado más reaccionario en materia de libertades, y en concreto, de derechos LGTB. Si bien al principio mostrar una cara amable alejada de extremismos, iniciativas como la de apoyar la equiparación fiscal de las parejas del mismo sexo (a la que se sumó AfD Berlín) se toparon con el rechazo de la cúpula del partido. La división entre los partidarios de un enfoque más centrado en lo económico y los que defienden el discurso duro contra la inmigración se saldó con la salida del exportavoz Bernd Lucke, quien fundó su propio partido (Alianza para el Progreso y el Resurgir, ALFA).
La AfD ya se había apuntado con entusiasmo al movimiento homófobo Demo für alle, un calco de la francesa Manif pour tous que lucha contra la educación en la diversidad afectivo-sexual en las escuelas alemanas. El plan educativo propuesto por el Gobierno regional de Baden-Wurtemberg incluía entre sus objetivos la “aceptación de la diversidad sexual”; algo que motivó la ira de los ultraconservadores, que llevaron a cabo una serie de manifestaciones en las cuales participó activamente el partido populista. Otras dos muestras de sus posiciones contrarias a los derechos LGTB fueron invitar a un defensor de los homófobos en Francia y Rusia como Jürgen Elsässer a un acto de su partido o reafirmar su posición contraria a la adopción homoparental.
Decididamente escorado hacia los planteamientos más derechistas bajo la dirección de Frauke Petry, la formación también ha hecho causa común con el movimiento islamófobo Pegida. Con el debate sobre la llamada crisis de los refugiados todavía candente, la AfD obtuvo sus mayores éxitos hasta la fecha en las elecciones regionales celebradas hace apenas unas semanas. El partido se alzó con la segunda posición en el Land oriental de Sajonia-Anhalt con un 24,2% y ascendió al tercer lugar en Baden-Wurtemberg y Renania-Palatinado, con un 15,1% y un 12,6% respectivamente.
Plenamente establecidos como un nuevo actor de la política alemana, la AfD presentaba el miércoles pasado su programa marco para las próximas citas electorales. Un documento que subraya el carácter reaccionario de la formación y que, en materia LGTB, pone por escrito lo que ya venía defendiendo en las calles. A saber, el “reconocimiento de la familia tradicional” formada por “padre, madre e hijos” como “el ideal”, o el rechazo a la enseñanza de la diversidad afectivo-sexual y a la perspectiva de género: “nuestros hijos no deben convertirse en el juguete de una ruidosa minoría sexual”. En resumen, una formación que, de confirmar su consolidación, traerá consigo una derechización de la política alemana y abrirá un panorama aún más sombrío para los derechos LGTB en el país más poblado y económicamente poderoso de la Unión Europea.