Arabia Saudí estudia castigar con pena de muerte a quienes hagan pública su orientación homosexual en redes sociales y medios
La terrible situación de las personas LGTB en Arabia Saudí puede endurecerse todavía más. Según ha publicado el diario saudí Okaz, el organismo que ejerce las funciones de fiscalía en Jeddah, la segunda ciudad del país, está valorando disminuir el umbral de los «delitos» que en materia LGTB se consideran merecedores de la pena de muerte, para incluir también a las personas que hagan pública su orientación homosexual en redes sociales y medios de comunicación, con independencia de que se pueda o no probar que han mantenido relaciones.
Al parecer, las autoridades de Jeddah están preocupadas por el elevado índice de «delitos» relacionados con la orientación sexual o la identidad de género que vienen detectando. En los últimos seis meses, hasta 35 personas habrían sido condenadas por sodomía y otras 50 por, supuestamente, vestir de modo femenino. Pero no serían las únicas afrentas a la moralidad que molestan a las autoridades saudíes. Recientemente, por ejemplo, daba la vuelta al mundo la detención de un médico saudí por el simple hecho de haber izado en su domicilio una bandera arcoíris. El hombre, ya liberado, desconocía el significado de la bandera y simplemente la había adquirido y colocado en la azotea de su casa a petición de sus hijos, a los que les había parecido muy bonita.
Hay que tener en cuenta que en Arabía Saudí, una monarquía absoluta y teocrática, no existe un Código Penal propiamente dicho, sino que la justicia se aplica en base a la interpretación que los jueces islámicos hacen de la sharía, que puede variar enormemente (entre otros factores, según la clase social y la nacionalidad del “culpable”: normalmente los castigos son mucho más duros para trabajadores inmigrantes de origen no occidental que para los miembros de las clases altas del país). Por lo que se refiere a la esfera LGTB, las penas más elevadas, incluyendo la muerte —pero también la cárcel o castigos físicos, como los latigazos públicos— corresponden al mantenimiento de relaciones homosexuales. En caso de reincidencia la pena de muerte es aún más probable.
Otro tipo de «ofensas» son castigadas de modo diverso. En dosmanzanas nos hemos hecho eco de algunos casos: en noviembre de 2014, por ejemplo, recogíamos cómo un hombre era condenado a tres años de cárcel por publicar en redes sociales fotografías de sí mismo desnudo y su ofrecimiento para mantener relaciones con otros hombres. Meses antes, otro hombre era condenado también a tres años de cárcel y 450 latigazos por buscar contactos con otros hombres a través de Twitter. En enero de 2012, en otro caso parecido, un hombre era arrestado por usar Facebook para establecer contacto. En octubre de 2011 eran detenidos 20 hombres durante una celebración. Un año antes era un ciudadano británico el que resultaba agredido y amenazado por la policía religiosa por su condición de gay. Y en junio de 2013, cinco hombres eran detenidos por participar supuestamente en una boda homosexual. Más allá de las condenas y arrestos, también nos hemos hecho eco de iniciativas que muestran la homofobia de estado en el país saudí: desde la intención de las autoridades de expulsar del sistema educativo a homosexuales y chicas de aspecto masculino hasta la oposición del gobierno al uso del dominio .gay en Internet.
En caso de prosperar las intenciones de la fiscalía saudí, todas estas penas se endurecerían aún más, y el mero hecho de hacer pública tu orientación sexual o dar a conocerla a través de redes sociales, en internet o en medios de comunicación podría llevarte a la muerte. Todo ello, no conviene olvidar, en un país que es considerado aliado de occidente en la región. Sin que haya sanciones ni reproches. Y no precisamente por desconocimiento: las violaciones de los derechos humanos en Arabía Saudí, incluyendo las de sus ciudadanos LGTB, están perfectamente documentadas en el último informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo elaborado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos…
En primer lugar: la religión mata.
Después, tengamos en cuenta que el wahabbismo es la corriente rigorista del islam que Arabia Saudí está ayudando a expandirse a base de petrodólares. Lo que hoy se aplica allí, mañana se predica en las mezquitas de medio mundo.
Y la OTAN aliada con estos pájaros… El suicidio de Occidente.