Escapismo fantástico LGTB: crítica de «Caballeros desalmados» y entrevista a Arrate Hidalgo
Pese a tratarse del género escapista por excelencia, la literatura fantástica rara vez reserva un hueco para personajes situados más allá de la heteronormatividad. Podría decirse que el motivo no es otro que la falta de relevancia de la propia sexualidad en este casto género, pero, ¿acaso no incluye toda obra de fantasía un par de subtramas románticas? ¿es que no es el amor (y, por ende, la sexualidad) uno de los pilares de todos los best-sellers fantásticos? ¿Por qué relegar a la comunidad LGTB al plano de la invisibilidad precisamente en aquellos mundos donde todo es posible? Probablemente porque los principales referentes modernos (El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien, y Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis) se escribieron en contextos católicos en base a leyendas y mitologías clásicas donde las personas homosexuales y transexuales sencillamente no tenían cabida. Y porque, tal y como sucede con el cine de animación (al que dediqué mi última columna a raíz del estreno de El recuerdo de Marnie), la ficción especulativa (o sea, fantasía, ciencia-ficción, terror y compañía) siempre ha estado relacionada con el público juvenil, al cual muchos prefieren mantener erróneamente al margen de estas temáticas hasta que sea lo suficientemente mayor para forjarse su propia opinión. Sobra decir que esta absurda situación tiene que cambiar.
Me estoy refiriendo en todo momento a la cultura de masas, por supuesto, ya que los ejemplos de literatura fantástica independiente abundan en la red aun cuando muy pocos los tienen a su alcance. Donde sí escasean los referentes es en la literatura impresa traducida al castellano, con lo que es un placer para mí hablar de la primera novela de la escritora californiana Ginn Hale: la sugerente Caballeros desalmados (Wicked Gentlemen, 2007), que ha llegado por fin a las librerías españolas gracias a la confianza de Blind Eye Books y la traducción de Arrate Hidalgo. Ambientada en un mundo fantástico steampunk repleto de demonios antiguos, misterios por disipar y peligrosas adicciones en todas sus formas, esta novela nos presenta al insinuante pródigo Belimai Sykes y el formal capitán William Harper, unidos a raíz de una serie de espeluznantes crímenes que deberán ayudar a resolver mientras sus propios fantasmas interiores amenazan con destruirlos.
Dividida en dos partes claramente diferenciadas, Caballeros desalmados presenta una primera mitad verdaderamente evocadora en la que los personajes son elegantemente introducidos y el universo que habitan despliega sutilmente sus lóbregos encantos, pero pierde algo de fuelle durante la segunda, una vez la acción principal es dejada de lado en pos del desarrollo de unos personajes a los que nunca llegamos a comprender del todo. Sin embargo, es precisamente en esa segunda parte donde la temática LGTB —homosexual/bisexual masculina, en este caso— sale a relucir con más fuerza, al potenciarse una historia de amor que durante la primera parte tan sólo se dejaba entrever. Lástima que lo haga en detrimento de la acción, vibrante, enrevesada y excelentemente hilada en un principio pero relativamente reiterante conforme avanza la narración. De todos modos, donde Ginn Hale no falla en ningún momento es en la personal esencia del sombrío mundo fantástico confeccionado, así como en el retrato de personajes homosexuales nada tópicos que probablemente se ganen la identificación de lectores para los que la literatura LGTB habitual sea, sencillamente, demasiado real.
A continuación os dejo con mi entrevista a Arrate Hildalgo, traductora de la edición en castellano de Caballeros desalmados, disponible tanto en Amazon como en estanterías dedicadas tanto a la cultura LGTB como a la literatura fantástica.
Caballeros desalmados se publicó por primera vez en inglés en el 2007. ¿Por qué llega a estas alturas la versión en castellano?
Cuando hace algo menos de dos años empecé a hablar con Nicole Kimberling (la editora) sobre la expansión de Blind Eye Books en castellano, ella ya venía con la idea de que el primer libro traducido sería uno de Ginn Hale. Caballeros desalmados (Wicked Gentlemen) fue uno de los primeros grandes éxitos de la editorial, se llevó el premio Gaylatic Spectrum y una nominación al Lambda en 2008 y no forma parte de ninguna serie; así que fue el que elegimos para tomar contacto.
¿Cómo terminaste al mando de la traducción de Caballeros desalmados?
Lawrence Schimel, escritor, traductor y héroe personal mío, que trabaja como nadie y conoce bien el mundo editorial LGTBQ, fue quien me puso en contacto con Nicole. Por aquel entonces yo ya compaginaba mi trabajo como traductora con labores de edición en Aqueduct Press, una editorial de ciencia ficción feminista de Seattle. A Nicole le interesó mi perfil profesional; yo me leí la novela y me encantó la idea de traducirla.
¿Qué dificultades has encontrado a la hora de traducir esta obra?
Algún que otro término específico de la historia industrial británica, que se desarrolló de forma muy distinta a la española y por lo tanto generó conceptos que en castellano no tenemos. Las escenas de sexo también son delicadas de traducir. Pensaba: ¿y si me paso? ¿O me quedo corta? Llevas todo el libro alimentando la tensión erótica entre los protagonistas y la idea es no arruinarlo todo cuando se quiten la ropa. Vamos, como en el mundo real.
¿Qué contacto has tenido con la autora, Ginn Hale?
Ginn y yo nos hemos escrito emails durante todo el proceso de traducción y promoción. Ha sido una suerte poder contar con ella cada vez me surgía alguna duda sobre un personaje o un objeto inusual. Ginn siempre me contestaba con tantos detalles que me era muy fácil introducirme en su imaginación.
¿Qué convierte a la traducción en un arte en sí mismo? ¿Qué queda de ti en Caballeros desalmados?
Traducir no es ni más ni menos que escribir. Escribir, claro está, lo que alguien ya ha escrito antes, como moldeando otro material sobre un objeto ya existente, con el objetivo de transmitir su espíritu original. Es una labor a medias entre la creación y la interpretación. Si Caballeros desalmados lo hubiera traducido otra persona, con otras experiencias y otra sensibilidad, sería otro libro. Eso es lo que queda de mí: mi individualidad como escritora y lectora, aplicada a la de la autora original.
Habiéndote especializado en villanos y literatura fantástica, ¿te planteas escribir tu propia novela de fantasía? ¿Cuáles serían tus influencias en caso de hacerlo?
Llevo años trabajando en una novela fantástica, pero mi personaje principal no deja de cambiar, hasta tal punto que sus transformaciones son ya el motor principal de la historia. La novela Tales of Nevèrÿon, de Samuel R. Delany, en su exploración del concepto de imperio, de la función que tiene el poder en la sexualidad y lo queer, me enseñó una forma diferente de leer y escribir fantasía. Me da pavor hablar de mi trabajo y el de Delany en el mismo párrafo, pero su obra especulativa lleva muy presente en mi vida desde hace tiempo. Hiromi Goto, Angela Carter, Teresa Mira de Echeverría… Hay tantas escritoras increíbles que me inspiran.
¿A qué público va dirigido principalmente Caballeros desalmados: a aficionados a la fantasía o a seguidores de la literatura LGTB?
¡A todos! Aunque sí es cierto que Blind Eye Books nació en parte porque Nicole y Ginn creen firmemente en el poder de la ficción para generar en el público general una empatía hacia la comunidad LGBTQ, gracias a personajes heroicos, atractivos y también humanos, que aman de una forma distinta a la impuesta por el sistema.
¿Por qué crees que es tan inusual la literatura LGTB fantástica? ¿Qué hace falta para que la comunidad LGTB se encuentre representada en los mundos mágicos imaginarios?
¿Tan inusual es? Me pregunto si esa invisibilidad es más una cuestión de dónde acaban los libros; si en la estantería gay o en la fantástica. Personalmente, creo que hacen falta más editoriales como Blind Eye Books, pequeñas, especializadas y con muchas ganas, porque historias y autores estoy segura de que no faltan. Con darte una vuelta por cualquier página de fanfiction lo ves. Hay versiones gay de todas las sagas imaginables ahí fuera.
¿Qué aporta un libro como este a la comunidad LGTB que no tenga la literatura LGTB de corte realista?
¿Aparte de magia, demonios e inquisidores? Supongo que aporta la posibilidad de encontrarlo, leerlo, disfrutarlo (u odiarlo), compartirlo. Si te gusta la fantasía y el romance gay, el libro existe. La libertad de consumir cultura que te habla a ti, que habla de tus deseos, es necesaria y poderosa. No solo para la comunidad LGTBQ, sino también para cualquier comunidad que se ve reducida a estereotipos o a representaciones nocivas por la cultura hegemónica. Como las personas con discapacidades, por ejemplo, que en ficción suelen ser víctimas o villanos.
¿De qué forma nos ayuda la fantasía de cara a afrontar la realidad?
Algo que se dice mucho de la fantasía es que es escapismo. Yo nunca le he visto el problema a escapar a otras realidades de vez en cuando, y creo que vivir durante un rato las vidas de otras personas en otros mundos, personas que pueden volar o hablar con los muertos, es una buena manera de recargar energías y enfrentarse al mundo. Hemos contado historias fantásticas desde que somos humanos. La novela realista no llega a los doscientos años.
¿Qué otras obras recomendarías a los amantes de Caballeros desalmados?
Ginn me ha recomendado Crisol del destino, una novela de fantasía de Mary Calmes, y la serie Nightrunner, de Lynn Flewelling (la primera entrega se tradujo como La suerte de los ladrones). Uno de sus autores favoritos es Josh Lanyon, que tiene varias novelas de misterio traducidas al castellano, como El fantasma vestía medias amarillas, y la serie de Adrien English.
Un apunte:
«Probablemente porque los principales referentes modernos (El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien, y Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis) se escribieron en contextos católicos en base a leyendas y mitologías clásicas donde las personas homosexuales y transexuales sencillamente no tenían cabida.»
Las novelas de ambos amigos se escribieron en un cotexto protestante donde los católicos, precisamente, no acababan de estar bien visto (recuérdese Retorno a Brideshead, que narra los mismos años en que Tolkien y Lewis se formaron).
Sobre la presencia bastante flotante de la homosexualidad en ese contexto social hay bastantes obras, pues escribieron bien aquellas gentes. Y también obras de nuestros días. Pongamos por caso «Estrella del alba», de Wu Ming 4, donde no solo se cuenta la relación de amistad y camaradería entre Tolkien, Lewis y Robert Graves, sino que vemos al mismísimo Lawrence de Arabia (otro del mismo grupo de amigos) reprimiendo la homosexualidad. No hace falta irse a Narnia para cocer habas.
El libro está muy bien. Os lo recomiendo.