Una conversación de diez minutos puede cambiar la percepción de una persona transfóbica, según un estudio
Según un estudio publicado en la revista Science el pasado jueves, una sola conversación en profundidad de diez minutos, con un agente electoral preparado y llevada a cabo en la puerta de los votantes, es capaz de reducir sustancialmente los prejuicios antitransgénero de estos. Y no solo eso, sino que también aumenta su apoyo a leyes contra la discriminación que protegen a las personas transexuales.
Para el estudio, los investigadores analizaron el trabajo de 56 encuestadores especialmente entrenados que interaccionaron con 501 votantes registrados del condado de Miami-Dade, en Florida, que en diciembre de 2014 aprobó una ordenanza contra la discriminación de las personas trans. Temiendo una reacción conservadora, personal especialmente formado mantuvo conversaciones puerta a puerta con los votantes sobre la realidad trans, informándoles de que quizá en el futuro podrían ser llamados a referéndum sobre la materia. Algunos de los visitadores a domicilio, pero no todos, eran personas transgénero. Cada una de las conversaciones duró alrededor de diez minutos y eran más profundas que la mayoría de las charlas mantenidas puerta a puerta con agentes electorales. Los visitadores mostraron vídeos de anuncios anti y protrans y pidieron a los votantes que hicieran el esfuerzo de recordar momentos en que ellos mismos habían sido juzgados por ser diferentes.
Los investigadores analizaron el efecto que dicha intervención había tenido comparando las opiniones con las de un grupo control (puedes descargar aquí el artículo completo de Science, si te interesan los detalles), y encontraron que había sido altamente efectiva, disminuyendo el sesgo de los votantes en contra de las personas trans hasta diez puntos, un descenso mayor que la disminución media de la homofobia de los estadounidenses entre los años 1998 y 2012. El estudio, por otra parte, no encontró diferencias significativas entre los encuestadores trans y no trans, a diferencia de estudios parecidos realizados previamente (que por ejemplo sí habían llegado a la conclusión de que un cambio a largo plazo en los puntos de vista sobre el matrimonio igualitario solo se producía cuando el agente electoral era homosexual).
Una de las conclusiones más reveladoras del estudio fue su efecto a largo plazo, ya que la opinión favorable duraba al menos hasta tres meses. Un hallazgo sorprendente teniendo en cuenta que la mayoría de los esfuerzos por cambiar las creencias profundas de las personas habían encontrado hasta ahora muy poco o ningún impacto a largo plazo. «La mayoría de los intentos por parte de las campañas políticas por influir en los votantes no tienen ningún impacto en absoluto, y en los casos en los que lo hacen, el beneficio desaparece en un plazo de tres a cinco días«, según David Fleischer, director del laboratorio de liderazgo en el Centro LGBT de Los Ángeles y pionero en esta técnica.
Unos resultados que señalan un posible camino para el activismo LGTB, que casi un año después de ganar la batalla por el matrimonio entre personas del mismo sexo ante el Tribunal Supremo se enfrenta a una peligrosa oleada de leyes discriminatorias a nivel de los estados. También representan una reivindicación personal para Fleischer, que a través de su trabajo en el Centro LGBT lleva años enviando a activistas de puerta a puerta por los barrios conservadores de Los Ángeles (ya desde la lucha contra la ya extinta Proposición 8, que en su momento ilegalizó el matrimonio igualitario en California).
Os dejamos con un vídeo del Centro LGTB de Los Ángeles sobre la investigación, que muestra además fragmentos reales de este tipo de intervenciones puerta a puerta: