Una pareja de buitres macho cuidan un huevo en un zoo alemán
En los zoos alemanes no solo hay espacio para familias homoparentales de pingüinos. También acogen a otras aves que han mostrado igual persistencia en su afecto por especímenes de su mismo sexo, en este caso buitres. Isis y Nordhon son los protagonistas de una historia de la que aún no se sabe si tendrá el final feliz esperado, aunque ya son un referente de fidelidad mutua y deseos de formar una familia.
En el zoo Tiepark Nordhon, ubicado en el estado alemán de Baja Sajonia, hace ya 20 años que se habían detectado parejas de buitres del mismo sexo. Tras largos períodos en que se observaba la construcción de nidos por distintas parejas sin que nunca hubiera puesta de huevo alguna, los análisis genéticos deshicieron el misterio: eran grupos enteramente masculinos.
A día de hoy siguen existiendo este tipo de parejas, una de ellas formada por dos machos conocidos como Isis y Nordhon. Como parte del programa de reproducción de estas aves, los encargados del zoo habían intentado introducir hembras para el apareamiento y la cría. Sin embargo, Isis y Nordhon nunca mostraron interés alguno en relacionarse con las hembras, permaneciéndose completamente fieles el uno al otro. Pero lo que sí parecía interesarles sobremanera era una posible cría de descendientes, pues construían nidos en la época de reproducción, que, evidentemente, quedaban siempre vacíos.
Pero su suerte ha parecido cambiar con un acontecimiento imprevisto. Uno de los guardas del zoo observó cómo caía un huevo desde un árbol en el que se alojaba una hembra de buitre leonado llamada Lisa, que ni siquiera había mostrado interés en construir un nido. Por fortuna, el huevo cayó en un suelo arcilloso y mojado por la lluvia, por lo que quedó incólume.
Los responsables del zoológico, en primer lugar, dejaron el cuidado del huevo a una incubadora, donde pasó unos días. Pero también pensaron en dar una oportunidad a Isis y Nordhon, que habían hecho un nido que permanecía vacío. La respuesta de los dos machos no pudo ser más favorable, pues se dispusieron a incubar el huevo en cuanto se depositó en su nido.
Sin embargo, nada se sabe del progenitor del huevo, ni siquiera si está fecundado o no. El tiempo lo dirá, aunque sí que ha quedado claro que Isis y Nordhon son un ejemplo tanto de fidelidad y persistencia en su relación, como de deseos de formar una familia.
La conducta homosexual, perfectamente natural
En dosmanzanas ya hemos recogido diversas anécdotas de “pingüinos gais” en el pasado, a la que ahora añadimos otra especie aviar: los buitres. Y ello pese a que, como advertía en 2012 un artículo publicado en Nature, extrapolar la conducta sexual animal a la sexualidad humana puede llevar a vulgarizar (o directamente malinterpretar) los resultados de los estudios sobre la materia.
¿Hacemos bien o mal? Ya fue fruto de debate en aquella época entre nuestros comentaristas… Nosotros lo seguiremos haciendo, aunque distingamos claramente la conducta sexual animal de la realidad afectivo-sexual humana. Es frecuente que los homófobos, cuando tratan de diseminar su odio, aludan al supuesto carácter “antinatural” de la homosexualidad. Y entre los animales que se reproducen sexualmente, sin embargo, la conducta homosexual está mucho más difundida de lo que lo está, por ejemplo, el celibato.
Por otra parte, es una constante en la cultura humana dotar de rasgos antropomórficos a los animales, por ejemplo a la hora de elaborar relatos infantiles. Cuentos como Tres con Tango (And Tango makes three), ya todo un clásico sobre una pareja de pingüinos macho que adoptan un huevo del que nace el pingüinito Tango, son sin duda positivos a la hora de visibilizar la diversidad familiar.
No estoy para nada de acuerdo con lo que se dice sobre el artículo de la revista nature. La realidad afectivo-sexual humana es realidad afectivo-sexual animal, puesto que el ser humano es una especie animal. No hay una diferencia tan clara entre una y otra, no como el artículo decía. Hay animales homosexuales, aunque ellos no sepan lo que es, en los animales existe el amor igual que en los humanos, aunque ellos no sepan lo que es, lo mismo con la poligamia, la monogamia, la bisexualidad… Tanto en el sentido de deseo sexual (bisexual, exclusivamente heterosexual o exclusivamente homosexual) como en el sentido de comportamiento (por ejemplo los bonobos, que más allá de su deseo sexual, tienen relaciones «todos con todos» por las relaciones sociales entre los miembros del grupo). Un insecto o un paramecio pues no es lo mismo obviamente, pero lo que sienten animales como aves y mamiferos es muy similar, y nosotros somos mamíferos, no somos una clase diferente.
«Extrapolar la conducta sexual animal a la sexualidad humana puede llevar a vulgarizar (o directamente malinterpretar) los resultados de los estudios sobre la materia.»
Curioso que este caveat siempre se haga cuando se habla de animales homosexuales, pero nunca cuando se trata de hablar de la reproducción (heterosexual) en general.