El Gobierno de Australia anuncia una costosa partida presupuestaria para el referéndum sobre matrimonio igualitario
Continúan los planes para llevar a cabo un referéndum sobre el matrimonio igualitario en Australia. El Gobierno ha anunciado una partida presupuestaria de 160 millones de dólares australianos (unos 104 millones de euros) para cubrir los costes de un plebiscito que los activistas consideran innecesario y divisivo. El primer ministro Malcolm Turnbull, favorable a la medida, se muestra optimista sobre el resultado.
La discusión sobre el matrimonio igualitario en Australia ha superado la pugna entre partidarios y detractores para centrarse en la conveniencia o no de celebrar un referéndum sobre el asunto. Un importante paso adelante en el que ha sido decisiva la sustitución, en septiembre del año pasado, del homófobo Tony Abbott por el actual primer ministro Turnbull, favorable a la igualdad. La situación, con todo, sigue siendo incierta: a pesar de que los representantes partidarios del matrimonio igualitario ya son mayoría en ambas cámaras del Parlamento, el jefe del Gobierno sigue apostando por la consulta no vinculante como paso previo para iniciar el trámite. El Senado, por su parte, ya hizo el año pasado una petición formal para no demorar más el tema.
El pasado mes de marzo, el fiscal general, George Brandis, afirmaba que el plebiscito se celebraría en este año, “al poco tiempo de iniciarse la andadura del nuevo Parlamento”. Si el resultado fuera afirmativo, como apuntan las encuestas, Brandis no tiene duda de que el legislativo aprobaría rápidamente el matrimonio igualitario. Solo un día después, la portavoz de Gobierno matizaba las palabras del fiscal general y aseguraba que el primer ministro mantiene sus planes de plantear el referéndum tan pronto como sea posible tras las elecciones, pero en cualquier caso ya en 2017.
Ahora, el Gobierno ha hecho pública la partida presupuestaria reservada a la celebración de la consulta en los ejercicios de 2016 y 2017: 160 millones de dólares australianos, unos 104 millones de euros. El anuncio despeja el camino hacia el plebiscito, que no tiene fecha aún y sigue sin convencer a la oposición y a los activistas. Rodney Croome, de Australian Marriage Equality, ha hecho el enésimo llamamiento a Turnbull para abandonar la costosa medida y aprobar el matrimonio igualitario por la vía legislativa, toda vez que tiene garantizada la mayoría del Parlamento.
Pero el primer ministro no tiene intención de variar el guion establecido y hace unos días defendió la celebración del referéndum por ser un compromiso adquirido por el anterior Gobierno. Turnbull reveló que votará a favor de la igualdad matrimonial y que espera que el resultado refleje un apoyo mayoritario a la medida. “No es probable que salgas decepcionada”, respondió cuando una periodista le preguntó si debería empezar a comprar regalos de boda…
Una sociedad favorable con líderes contrarios la igualdad
El debate sobre la aprobación del matrimonio igualitario en Australia viene de muy lejos. Ya antes de las elecciones de 2013, que dieron la victoria a Tony Abbott, fueron los laboristas, entonces al frente del Gobierno, los que actuaron como freno. La que hasta junio de ese año había sido primera ministra, Julia Gillard, se oponía, y durante sus años de gobierno no dudó en maniobrar para impedir que los partidarios de la igualdad dentro del Partido Laborista trasladaran su criterio al Parlamento. Y ello pese a que ya en su congreso nacional de 2011 el partido incorporaba la defensa del matrimonio igualitario a su ideario. Ideario que Gillard se encargó de convertir en papel mojado al imponer que los legisladores laboristas –cuyos votos eran todos necesarios, debido a lo ajustado de su mayoría– tuvieran libertad de voto. Una libertad que Tony Abbott negó entonces a los suyos y que desembocó en el fracaso de la iniciativa. De la mano de Gillard, Australia perdía una primera oportunidad histórica.
La impopularidad de Gillard llevó a Kevin Rudd a arrebatarle el liderazgo del partido y el puesto de primer ministro (mediante una maniobra similar a la que luego destronó a Abbott, y que a su vez antes había utilizado Gillard para sustituir a Rudd). Ya por entonces Rudd se había convertido en defensor del matrimonio igualitario, pese a que su anterior etapa como primer ministro se caracterizó también por un rechazo frontal. Pero la sustitución de Gillard no evitó la derrota laborista, y, tras las elecciones, Abbott (un católico conservador fuertemente opuesto al matrimonio igualitario, pese a tener una hermana abiertamente lesbiana) se convertía en primer ministro. Su victoria alejó las expectativas de aprobación, pese a que un número no determinado de diputados de su partido son partidarios del matrimonio igualitario, y de hecho ya desde el principio el propio Abbott reconoció que en el futuro le resultaría complicado mantener la disciplina de voto en esta materia. Lo consiguió… pero el empeño contribuyó a la gran bajada de popularidad que finalmente acabó por costarle el puesto y ser sustituido por Malcolm Turnbull.