"Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta" - Ana Botella

La policía rusa golpea con violencia y detiene a activistas LGTB mientras grupos neonazis se manifiestan impunemente

Cuesta encontrar un calificativo adecuado para expresar la repulsa por la actuación de las supuestas fuerzas de seguridad de Rusia (más bien una guardia pretoriana al servicio de la LGTBfobia de estado, impulsada por la Administración que encabeza Vladimir Putin). Con motivo de la marcha del Día de los Trabajadores de San Petesburgo, la policía acosa y detiene a activistas LGTB, mientras grupos de extrema derecha campan por las calles a sus anchas, proclamando la “supremacía” eslava y blanca.

Quizá hayamos perdido la capacidad de sorprendernos ante las noticias que nos llegan desde Rusia en relación a la persecución que padece el colectivo LGTB desde hace años, pero no podemos permanecer indiferentes ni insensibles ante los continuos desmanes y tropelías. Por esta razón, nos vemos obligados a denunciar el esperpéntico espectáculo protagonizado por la policía de San Petesburgo. Alrededor de dos decenas de activistas han sido detenidos y puestos a disposición de la “Justicia” por violar la legislación homófoba que prohíbe la “propaganda de relaciones no tradicionales”, aprobada en 2013 y que se dirige exclusivamente contra la población LGTB. El “delito” de los acusados se limita a participar en la marcha convocada por el Día de los Trabajadores, portando pancartas con mensajes igualitarios y banderas arcoíris.

En cambio, los autores neonazis de proclamas xenófobas han quedado en la más absoluta impunidad. Esta es la imagen lamentable del país que están proyectando las autoridades rusas con su determinación LGTBfóbica: la persecución de la igualdad y la diversidad se prioriza frente al florecimiento público de grupos que fomentan el odio, la violencia o el racismo, que pueden expresarse en libertad y sin consecuencias. Paradójico, pero cierto. “Es repugnante que a un grupo neonazi, que nos metería en campos [de concentración] si estuviera en sus manos, se le permita marchar libremente. Sabemos de qué lado de la policía”, expresaba con indignación una activista lesbiana de 21 años, que ha preferido no revelar su identidad (por motivos obvios de seguridad).

Viendo el vídeo que mostramos a continuación no queda resquicio de duda sobre la más que cuestionable intervención policial. Los agentes no dudan en golpear, empujar, arrastrar y violentar a personas LGTB que se resisten a guardar sus banderas arcoíris o a bajar sus pancartas con contenido reivindicativo de derechos igualitarios. Incluso cuando son detenidos y no oponen resistencia son sometidos a la brutalidad de la policía rusa, que demuestra su desprecio y su abuso de poder. Y para colmo, los neonazis gritan sus proclamas frente al autobús de los activistas detenidos y graban la escena con sus teléfonos móviles, ante la indiferencia de los policías.

 

El ariete homófobo Vitaly Milonov desprecia una bandera europea

El diputado homófobo Vitaly Milonov, oriundo de San Petesburgo, no se cruzó con activistas LGTB. Sin embargo, sí se topó con activistas proucranianos y proeuropeos. Incluso se le ve en la siguiente grabación despreciando una bandera de la Unión Europea. “San Petersburgo no es compatible con las ordas de traidores nacionales”, espetaba Milonov mientras arrugaba el emblema europeo y acusaba a los opositores de “sentarse en Facebook”.

Alarmante protagonismo de la extrema derecha en Rusia

Además de la penosa exhibición de grupos neonazis durante la marcha del Día de los Trabajadores, los simpatizantes ultras vienen actuando en Rusia, en nombre de la “Patria” y la “moral”, en contra del colectivo LGTB. Hace solo unas semanas, dosmanzanas se hacía eco del asesinato el periodista Dmitry Tsilikin, apuñalado hasta la muerte por un joven simpatizante de la extrema derecha. El criminal, de tan solo 21 años, admitió haber asesinado a Tsikilin movido por el odio y el afán de “limpieza” social.

Lo más triste es que Rusia tiene poder de decisión en organismos internacionales como la ONU. En estos días publicábamos un post con los perfiles de los candidatos a suceder a Ban Ki-moon al frente de la secretaría general de las Naciones Unidas, en clave LGTB, y recordábamos que Rusia, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, tiene la capacidad de vetar a los aspirantes más comprometidos con los derechos igualitarios.

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