El estado de Vermont prohíbe las «terapias» que aseguran «curar» la homosexualidad y la transexualidad en menores
El estado de Vermont, en Nueva Inglaterra, se ha convertido en el séptimo territorio estadounidense en prohibir la aplicación a menores de edad de las mal llamadas “terapias reparadoras” o «de conversión» que aseguran ser capaces de modificar la orientación sexual o la identidad y/o expresión de género de las personas. A pesar del rechazo de las organizaciones médicas y científicas más prestigiosas y la desvinculación de muchos de sus líderes históricos, estas peligrosas prácticas siguen provocando un sufrimiento inútil que, por suerte, cada vez se encuentra con una acción más decidida por parte de los dirigentes políticos.
La legislatura de Vermont (de mayoría demócrata tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado) ha aprobado sin dificultad la medida, que el gobernador Peter Shumlin, también demócrata, rubricó el pasado 25 de mayo. La ley entrará en vigor el próximo 1 de julio. Antes de Vermont, el uso de estas prácticas en menores de edad había sido ya prohibido en cuatro estados norteamericanos, además de en la capital de los Estados Unidos y en la ciudad de Cincinnati (Ohio).
El estado de California fue el primero en hacerlo hace ya tres años y medio, no sin controversia. Le siguieron el estado de Nueva Jersey (varios meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por unanimidad a finales de 2014) y los estados de Oregón e Illinois, el año pasado. La ciudad de Cincinatti, en Ohio, hizo lo propio a finales de 2015. Otro estado que quiso prohibirlas fue Nueva York, pero la tramitación encalló en el Senado estatal, controlado por los republicanos. Aún así, el gobernador Mario Cuomo anunció hace pocos meses que haría uso de sus competencias para introducir varias medidas ejecutivas para al menos reducir su campo de acción.
En Europa destaca el caso de Malta, en el que una propuesta presentada en diciembre del año pasado contempla la prohibición de aplicar estas “terapias” no solo a menores, sino a cualquier persona vulnerable. Por “persona vulnerable” el proyecto entiende tanto los menores de edad como a aquellas personas que independientemente de su edad sufran discapacidad física o psíquica, y en general todas aquellas personas que un juez considere “de riesgo” en el momento de iniciar la “terapia” por razones de madurez, estado de salud o situación de dependencia. La propuesta, que cuenta con la oposición de la Iglesia católica maltesa, no ha sido sin embargo aprobada todavía.
“No” rotundo a las “terapias” reparadoras de los especialistas
Precisamente en marzo de este año tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las terribles “terapias” reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas (los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo). Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser “honestos” con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.