Un joven político australiano alienta a no dejarse intimidar tras ver sus carteles electorales manchados con insultos homófobos
Jason Ball, un joven político australiano abiertamente gay, ha publicado en las redes sociales un mensaje de entereza y determinación frente a la intolerancia tras ver sus carteles electorales manchados con insultos homófobos. Ball denuncia que los “actos de odio y violencia son la conclusión lógica de un ‘debate’ público que mantiene que somos anormales y no somos dignos de los mismos derechos y respeto que nuestros conciudadanos”.
Australia celebrará elecciones legislativas el próximo 2 de julio. Las encuestas aventuran un resultado ajustado para los distintos partidos y coaliciones, con bajadas de los mayoritarios y fuertes subidas de los emergentes. Entre estos últimos se encuentran los Verdes, a quien los sondeos otorgan un fuerte incremento de votos que podría incluso hacerles clave para la formación de un posible Gobierno con los laboristas. Aunque el complicado sistema electoral australiano hace prácticamente imprevisible asegurar ningún resultado.
Entre los candidatos de los Verdes se encuentra Jason Ball, un joven de 28 años que también ha destacado por su activismo en defensa de los derechos LGTBI, siendo el primer practicante masculino de fútbol australiano en salir públicamente del armario, en 2012. Su dedicación profesional se circunscribe al campo de la salud mental, que es una de sus prioridades políticas, junto a los derechos LGTBI, la lucha contra el cambio climático y el apoyo a los solicitantes de asilo.
Ball se presenta por el distrito electoral de Higgins, en el estado de Victoria, donde su partido puede incluso convertirse en la segunda fuerza política. Por ello, en las calles de su distrito se pueden ver los carteles con su imagen solicitando el voto de sus conciudadanos. Hace unos días, dos de esos carteles aparecieron con la palabra “fag” (maricón) escrita sobre ellos. Jason Ball no quiso dejarlo pasar, y compartió en las redes sociales una fotografía del insulto homófobo, junto a las siguientes palabras llenas de determinación, denuncia de la hipocresía y entereza:
Publico esta imagen sin intención de dar aliento a quienes nos odian, sino para enviar un mensaje a los jóvenes LGBTI a quienes apoyo. Para hacerles saber que no voy a permanecer pasivo ni a callarme frente a la intolerancia.
La última vez que vi esa palabra referida a mí, estaba garabateada en la puerta de un servicio del colegio. Tenía 15 años.
Ahora, en 2016 los homófobos son, afortunadamente, una minoría. Pero actos como este demuestran que hay un largo camino por recorrer. Y estos hechos no ocurren en el vacío.
En los últimos tiempos nuestra comunidad se ha enfrentado a ataques implacables contra nuestra dignidad y nuestros derechos humanos básicos. Los políticos nos han ligado a los pedófilos. Los líderes religiosos han comparado la lucha por la igualdad con el avance del nazismo. Esta semana, comentaristas de los medios de comunicación que anteriormente nos habían vilipendiado, se han cernido sobre la abominable atrocidad de Orlando y han utilizado nuestro dolor como un ariete con el que proseguir con su propia agenda contra otra minoría.
Después se han retorcido las manos y nos han ofrecido sus «oraciones y simpatía», ignorando convenientemente el hecho de que esos actos de odio y violencia son la conclusión lógica de un «debate» público que mantiene que somos anormales y no somos dignos de los mismos derechos y respeto que nuestros conciudadanos.
No deberíamos tener que temer por nuestra seguridad simplemente por atrevernos a vivir nuestras vidas abiertamente. No debemos tener miedo a ir de la mano de nuestra pareja cuando paseamos por la calle.
Y no podemos ceder a la intimidación cuando defendemos públicamente nuestros valores.
Así que yo no lo haré. Voy a seguir fuera del armario, fuerte y orgulloso de quién soy. Porque el amor es el amor. Y, definitivamente, el amor triunfará.