Dos películas que reflejan la realidad LGTB en comunidades cristianas conservadoras (I): «The Wise Kids»
Reflejar la realidad LGTB cristiana no es fácil. Ya por separado ambas circunstancias se prestan fácilmente a estereotipos, pero cuando se presentan de forma conjunta la visión poco empática y la tentación de la caricatura lo hace aún más complicado. Por ello resultan especialmente meritorias dos películas, The Wise Kids (2011) y Henry Gamble’s Birthday Party (2015), que queremos dar a conocer. Os hablamos hoy de la primera de ellas (dedicaremos una entrada posterior a la segunda).
Una de las virtudes de la literatura y el cine es que nos permite aproximarnos a las vidas de gentes y comunidades que nos son ajenas. Esto es lo que logran estos dos largometrajes de Stephen Cone con la realidad LGTB en comunidades cristianas evangélicas de carácter conservador. Cone es un director de cine independiente afincado en Chicago que conoce bien de lo que habla: es gay y creció en una comunidad baptista. Tras un periodo de alejamiento, descubrió que para hallar su voz debía volver a sus orígenes como gay en una iglesia evangélica. En particular, se sintió llamado a reflejar la realidad de las personas creyentes, y entre ellas de las personas LGTB. Como resultado tenemos sobre todo dos películas con muchos puntos en común pero acentos diferenciados: The Wise Kids, intimista y que presenta una pintura más amable, y Henry Gamble’s Birthday Party, un retrato más crítico.
The Wise Kids se centra en tres adolescentes: Brea, Laura y Tim. Forman parte de una pequeña comunidad baptista, actúan en su grupo teatral, cantan y asisten a los oficios religiosos. Para ellos, su comunidad es más que un lugar de culto: en su seno han realizado su vida entera. Pero ahora están en un momento límite, a punto de entrar en la universidad y con ello en la vida adulta. En particular, se encuentran ante la tesitura de decidir qué van a hacer con lo recibido de sus mayores, con sus valores, sus ideas y su fe religiosa.
Cada uno de los tres tiene un desafío propio. Brea es hija del pastor principal, y crecientemente va teniendo dudas sobre su fe: empieza a navegar por páginas de internet sobre ateísmo, comienza a preguntarse si de verdad habrá algo tras la muerte, y se va a acercando a miembros de su familia no creyentes y que habían permanecido hasta el momento discretamente al margen. En cambio, su amiga Laura es profundamente religiosa, se adhiere con fervor a lo que ha recibido de su comunidad, siente la necesidad de aferrarse a algo cierto; como señala en una conversación, piensa que hay que creer que algo es verdad sin duda alguna. Por su parte, Tim está en proceso de aceptar su homosexualidad; tiene la aspiración de convertirse en director de cine y está a la espera de recibir respuesta de Nueva York; no cuestiona su fe, más bien al contrario, pero se ve en la tesitura de tener que revisar cómo se sitúa ante la vida y los suyos.
Un momento clave es una conversación al principio de la película. Los tres adolescentes caminan juntos una noche. Entonces Laura le pregunta a Tim si es gay, aunque sin atreverse a decir la palabra (“Es cierto que eres…”). Ante la confirmación de Tim, Laura se bloquea, y tras unos momentos le contesta que “definitivamente eso está mal”, y que puede pasarle los textos bíblicos por correo electrónico. Ante esta reacción, Tim contesta que intentará cambiar. Brea, por su parte, observa en silencio, visiblemente consternada por la escena; claramente no comparte la actitud de su amiga pero tampoco acierta a decir nada. Poco después, Laura aparece en su habitación rezando ansiosamente y pidiendo a Dios que le haga ver el camino a su amigo Tim.
Otro personaje de relevancia es Austin, el pastor adjunto, de unos 30 años y el más cercano a los chicos. Él mismo se encuentra en conflicto con su propia sexualidad. Casado con una mujer, ve cómo su matrimonio no funciona mientras ella echa en falta sentirse realmente deseada por un hombre. Austin, además, protagoniza dos de los momentos más intensos. El primero se encuentra en la fiesta del 18 cumpleaños de Tim; ahí se encuentra a solas para hacerle un regalo, no puede contenerse y acaba besándolo. Se evidencia entonces lo que solo conocíamos por indirectas: que Tim ha sido el desencadenante de que Austin se enfrente con su realidad. El otro momento está al final de la película. Tim ha marchado ya a Nueva York junto con Brea y han vuelto por las navidades. Tarde ya por la noche, Austin le reconoce que cree ser gay y que no sabe qué hacer; es fácil entender que de salir del armario perdería su puesto de pastor, una ocupación que le llena y da sentido a su vida. Tim entonces se sincera y le dice que él también es gay, tras lo que se funden en un abrazo. Al margen de miradas juzgadoras, se confían el uno al otro y dejan ver lo que a plena luz su comunidad sigue siendo incapaz de asumir.
Personajes y relaciones que reflejan la realidad de muchos cristianos al confrontarse con la realidad LGTB. El director consigue mostrar cómo la realidad de estas relaciones y reacciones es mucho más matizada de lo que muchas veces se piensa. Así, en la reacción de Laura, la joven que opta por aferrarse a su cristianismo conservador, el director logra reflejar la realidad de muchos cristianos que entran en crisis cuando alguien que quieren resulta ser LGTB. Sienten auténtico afecto, y normalmente no cambian sus sentimientos ni tampoco quieren perder a quienes quieren; pero al mismo tiempo sienten que no pueden renunciar a sus creencias.
Otros personajes reflejan igualmente otras reacciones. Tenemos al hermano más joven de Tim, quien le dice que le resulta repugnante que él sea gay. Es la reacción más visceral y dura que vemos en la película; no puede asumir que su hermano sea de esos que él ha aprendido a ver como ajenos y depravados. En cambio, el padre de Tim, ya al final de la película, cuando su hijo ha vuelto por Navidad, le pregunta si tiene a alguien. Lo hace con vacilación, sin mencionar la palabra “novio” o “pareja”, pero dejando claro a qué se refiere. Sigue queriendo a su hijo y no puede dejar de interesarse por su vida. Tim, por su parte y sin insistir mucho, le responde sencillamente que sí, que ha conocido a alguien. De este modo, vemos a un Tim que poco a poco va creciendo en aceptación y autoafirmación, hablando de su vida a su padre y diciéndole al pastor que es gay. A la vez, la película deja claro que Tim sigue siendo creyente: al final, en una conversación nocturna con Brea, ella le reconoce que ya no cree, a lo que Tim sencillamente le pregunta si le parece bien que él siga teniéndola presente en sus oraciones.
En definitiva, The Wise Kids es una película que muestra la complejidad de tantas personas que son LGTB pero no dejan de ser creyentes, y de creyentes que, incluso a su pesar, se encuentran en la tesitura de tener que reconsiderar sus esquemas ante una persona que quieren. Todo esto queda reflejado con un gran realismo y respeto que no esconde las aristas. Os dejamos con el tráiler: