El papa afirma que la Iglesia debe pedir disculpas a los homosexuales. ¿Nuevo gesto mediático o inicio de un viraje?
Ha pasado ya un tiempo desde las últimas declaraciones del papa sobre la necesidad de que la Iglesia católica pida perdón a los gais, que tuvieron importante repercusión en medios generalistas. Merece la pena recuperar sus palabras, relacionadas con otras declaraciones aun más explícitas del cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, considerado uno de sus más estrechos colaboradores. Y es que las palabras de ambos no han dejado de causar reacciones en el seno de la Iglesia. El debate sobre si asistimos a meros gestos mediáticos sin repercusión real o si se trata de una manera paulatina de variar el rumbo bajo la apariencia de que nada cambia vuelve a estar sobre la mesa.
Las declaraciones de Francisco tuvieron lugar a finales de junio, durante el regreso al Vaticano después de su reciente viaje a Armenia. Ante la pregunta de un periodista, el papa reconocía que la Iglesia católica debía pedir perdón a los gais, si bien lo hacía dentro de un contexto más amplio, en el que incluía a diversas realidades: “Creo que la Iglesia no solo debe pedir disculpas… a una persona homosexual que ofendió, sino que hay que pedir perdón a los pobres, a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, pedir perdón por haber bendecido tantas armas”.
Lo que muchos medios no explicaron, o lo hicieron de forma superficial, es que en realidad estas declaraciones fueron la reacción del papa a otras declaraciones, bastante más explícitas, que días antes había hecho en Irlanda el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo de Munich y Frisinga y uno de los más estrechos colaboradores de Francisco. En ellas, Marx reconocía con mayor severidad la necesidad de pedir perdón: “La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima porque hemos hecho mucho para marginarlos. No hace tanto tiempo de ello, y por tanto como Iglesia y como sociedad debemos pedir perdón”. Pero hubo más, pues el cardenal alemán señaló que las relaciones de fidelidad entre personas mismo sexo deben valorarse positivamente: “Tenemos que respetar las decisiones de las personas. Tenemos asimismo que respetar, como dije en el primer sínodo —algunos estaban consternados pero yo creo que es normal— no se puede decir que una relación entre dos hombres, si son fieles, que esto no es nada, que no tiene ningún valor”.
Marx, incluso, llegaba a asegurar que el Estado «debe establecer regulaciones para los homosexuales para que tengan los mismos, o parecidos, derechos… pero el matrimonio ya es otra cosa». El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, en este sentido, se mostraba partidario de reconocer jurídicamente las parejas del mismo sexo, aunque diferenciándolas del matrimonio entre un hombre y una mujer, «personas que están abiertas a dar vida para la siguiente generación». «Nosotros en la Iglesia no debemos oponernos», afirmó. Palabras con las que el cardenal Marx sigue la línea de otros obispos de habla alemana que han hecho declaraciones más avanzadas en materia LGTB, como el arzobispo de Berlín, el Cardenal Rainer Maria Woelki, o el cardenal austriaco Christoph Schönborn, arzobispo de Viena. Aunque el más audaz fue Franz-Josef Bode, obispo de Osnabrück, quien llegó a defender la posibilidad de bendecir a las parejas del mismo sexo.
Reacciones
Como era de esperar, las declaraciones del papa, con origen precisamente en las palabras de Marx, han generado todo un rosario de reacciones, sobre todo en los Estados Unidos, el país donde posiblemente es más visible la realidad LGTB entre los católicos, junto con Alemania. Algunas han sido críticas. Jamie Manson, del National Catholic Reporter, señala por ejemplo en un comentario personal en su perfil de Facebook que “el papa quiere que la Iglesia pida perdón a las personas gais por marginarlas, a la vez que apoya la enseñanza del catecismo sobre la homosexualidad. No puedes pedirle perdón a la gente y a la vez reafirmar la doctrina que les hace daño. Eso es puramente disfuncional, cuando no directamente abusivo”.
Otros las han recibido con mayor comprensión. Michael Sean Winters, también columnista del National Catholic Reporter, ha señalado que lo llamativo es, precisamente, que no incluyan matizaciones: “Los comentarios del papa Francisco contrastan nítidamente con aquellos que ponen toda suerte de matizaciones en su afirmación de la dignidad, incluso la humanidad, de las personas gais (…) Las palabras del papa contrastan con la reticencia de muchos obispos para siquiera pronunciar las palabras ‘gay’ o ‘lesbiana’. Es casi imposible sobreestimar el grado al que la obsesión jansenista con temas sexuales ha distorsionado la predicación del Evangelio (…) Puedes explotar a los trabajadores, puedes degradar el medio ambiente (…) pero mientras te opongas a ‘aquellos que experimentan atracción a los de su mismo sexo’, se te etiqueta de ortodoxo”. Por su parte, el jesuita Thomas Reese, presidente de la comisión estadounidense sobre libertad religiosa en el mundo, señaló en The New York Times que: “hay mucha gente en el Vaticano a la que no le gusta que la Iglesia reconozca que alguna vez hemos hecho algo mal… Con los gais esto es especialmente importante porque siguen siendo perseguidos”.
Mención aparte merecen los colectivos LGTB cristianos. De nuevo, las reacciones más significativas vienen del ámbito anglosajón. Quest, una asociación británica de católicos LGTB con varias sedes en Reino Unido, señala que las declaraciones del papa constituyen un importante cambio de rumbo, pero añade que con todo “las palabras no bastan”. Por su parte Fortunate Families, una red estadounidense de madres y padres católicos de hijos LGTB, emitió un comunicado en el que afirmaba que: “sí, los católicos y otras iglesias cristianas han marginado a nuestros hijos, y merecen una disculpa, pero mucho más merecen un acercamiento a ellos que los haga sentirse bienvenidos en nuestras iglesias. Las palabras ‘objetivamente desordenada’ e ‘intrínsecamente malas’ han dado munición a quienes quieren hacerle daño a nuestros hijos, y cuando son internalizadas generan un insano autodesprecio. Una parte significativa de esta disculpa debería ser la de dejar de usar ese lenguaje. Sentirlo y pedir perdón debe dar como resultado un cambio en la política de la Iglesia”.
¿Mero gesto mediático, otra vez?
Cabe conjeturar, en cualquier caso, si asistimos a nuevos gestos mediáticos que esconden el inmovilismo de siempre, o si habrá algo más. Circula por Roma una broma que dice de alguien que “tienes más peligro que el papa en una rueda de prensa”. Y es que, además de lo imprevisible de algunas de sus intervenciones, estas parecen ir siempre más lejos de lo que luego se confirma en las declaraciones oficiales. Desde luego, la interpretación de estos gestos está abierta a debate, y la desconfianza surge de hecho desde entornos antagónicos: si desde la militancia LGTB (cristiana o secular) se es escéptico sobre el alcance real de estos gestos, desde los entornos conservadores se teme que estas declaraciones “informales” representen el inicio de un viraje que con el paso del tiempo acabe llevando a la Iglesia en una dirección distinta a la que desean.
Lo cierto es que a fecha de hoy no ha habido el más mínimo cambio doctrinal, y las palabras de Francisco bien podrían quedar en el olvido más absoluto con el próximo papa. No en vano, algunos dan por hecho que el periodo de Francisco será solo un paréntesis. El que jerarcas del nivel del cardenal Cañizares en España puedan seguir haciendo declaraciones abiertamente ofensivas hacia la realidad LGTB no es, desde luego, tranquilizador.
Esperemos que tengan razón quienes creen que el viraje, todavía pequeño, es irreversible. En un contexto más amplio que el LGTB, el articulista Pedro Castelao, aprovechando el símil, señalaba que «los cambios en el puente de mando y en cubierta están llegando a la sala de máquinas. Es cierto que hay resistencias en la cadena de transmisión y que muchas de las órdenes que salen del puente se extravían por el camino, pero también lo es que la decisión del capitán ha sido enérgica e inequívoca: ¡la Iglesia debe soltar amarras y navegar en dirección a las tierras periféricas! (…) Cuando miramos atrás —dos años no son nada— aún vemos el puerto que acabamos de abandonar y de él aún nos alcanza cierto olor a agua estancada y pescado podrido. ¡Aún hay tanto que limpiar! Temporales vendrán todavía, pero junto con su furia incontrolable traerán también ese aire puro y limpio que renovará la viciada atmósfera eclesial». Será el tiempo el que confirme si está en lo cierto.
Excelente el artículo Hans.
Estos tíos están tanteando y preparando el camino. Si las cosas continúan en el mismo sentido en que han ido los últimos 20 o 30 años, -y todo parece indicar que así va a ser- en dos generaciones van a intentar convencernos de que ellos jamás fueron responsables de la persecución de las personas homosexuales o de que se ha exagerado mucho al respecto. Salvar el culo ante todo como siempre y ellas divinas de la muerte como siempre.
Yo creo que presionar en la ONU para que no se apruebe una condena de los asesinatos y troturas contra la poblacón LGBT o recurrir (con éxito) la despenalización de la homosexualidad en India, que otra vez es castigada con la cadena perpetua, merecen algo más que una disculpa.
Ya intentan convencernos ahora de que la iglesia no es homófoba. Sin mucho éxito, entre otras cosas porque ante las tibias palabras del Papa salen obispos como el de México diciendo que él no tiene nada por lo que pedir perdón …
Por otro lado, podian empezar por apoyar la despenalización universal de la homosexualidad, no solo en India