Pequeños grandes musicales: críticas de «La llamada» y «Una corona para Claudia»
Entre los estereotipos reales de la comunidad LGTB está la pasión por los musicales, esa con la que jugaba simpáticamente la novela Un pavo rosa [crítica]. Y es que, ¿acaso hay algo más irresistible que la suma de intérpretes versátiles, decorados despampanantes, cantos pasionales y bailes hipnóticos? Por desgracia, este tipo de obras siempre ha estado ligado a precios desorbitados, pero durante los últimos años los dramaturgos han encontrado formas geniales de ofrecernos espectáculos musicales que, sin pretender alcanzar la grandeza visual de Priscilla El Musical [crítica], conforman fantásticos divertimentos. Hoy os hablo de dos recomendables musicales independientes madrileños en los que, además, la homosexualidad se aborda con plena naturalidad: La llamada y Una corona para Claudia.
Escrito y dirigido por Javier Ambrossi y Javier Calvo, La llamada constituye uno de los mayores triunfos teatrales de la capital española, llevando ya tres años en el acogedor Teatro Lara por motivos más que justificados. Y es que esta simpática historia sobre dos amigas ávidas de diversión que encuentran su lugar en el mundo de la forma más inesperada en un campamento religioso se gana al público desde la primera escena gracias a la perfecta fusión de chispeantes diálogos y evocadoras canciones (algunas, originales; otras, de Whitney Houston, Henry Méndez y Presuntos Implicados). Indudablemente, gran parte de la culpa del éxito del espectáculo la tiene el perfecto reparto formado por Susana Abaitua (o Nuria Herrero), Anna Castillo (o una Angy Fernández que nació entre Factor X y Física o Química —donde fue precisamente compañera del codirector Javier Calvo— y ya es toda una artista), Richard Collins-Moore, Belén Cuesta (u Olalla Hernández) y Soledad Mallol, quienes llenan de carisma a sus personajes y de fuerza a sus actuaciones. Tan hilarante como emotivo, tan valiente como respetuoso, este espectáculo insta a ser fiel a uno mismo y no tener miedo a dejarse llevar por el corazón por absurda que parezca la llamada recibida.
Por su parte, Una corona para Claudia es todo un triunfo de Iker Azkoitia, quien se encarga de la escritura, la dirección, la dirección de producción, la música (junto a Ricky Fan, quien también cuenta con un pequeño papel) y el grafismo, encabezando además el estupendo elenco completado por Eva Ramos, Laura Ledesma y Jaime Riba (o Juan Jesús Di Manuel). En este intimista musical varios amigos maduran ante nuestros ojos entre conversaciones seriéfilas de viva actualidad, planes de conformar la perfecta floristería y acampadas a la luz de la luna. Bellas melodías dulcemente interpretadas al ritmo de la guitarra dan pie a los personajes a abrir sus corazones al público y, al tiempo, ser poco a poco conscientes de sus propios sentimientos, así como de ese camino que siempre había estado abierto para ellos pero nunca se habían atrevido a recorrer. Pese a la genial locura que invade momentáneamente a los protagonistas, el espectáculo está invadido por una perenne tristeza, con la imposibilidad de recuperar el tiempo pasado y el temor a no tener un futuro donde enmendarlo como duro tema central. De esta forma, resulta difícil no abandonar el Teatro Alfil envuelto en melancolía, si bien lo más probable es hacerlo también con una sonrisa dada la gran calidad de todos los elementos involucrados.
Tanto La llamada como Una corona para Claudia demuestran que es posible ofrecer —y disfrutar— experiencias teatrales de sencilla escenografía pero complejo corazón que, sin dejarse llevar por pretenciosidad alguna, garantizan el entretenimiento para todas las edades, dan lugar a la reflexión, reivindican el poder de la amistad y, además, contribuyen a visibilizar y normalizar la homosexualidad. Si pasáis por Madrid, no os lo penséis: La llamada y Una corona para Claudia os esperan.