Valeria Vegas convierte en realidad las memorias de la archiconocida Cristina «La Veneno»
Valeria Vegas es actriz, periodista y escritora. También una apasionada de la cultura underground y una ferviente seguidora de la revista Interviú. Pero, por encima de todo, es una persona valiente y con sentido común. Por eso, no dudó en ofrecerse como escribiente para plasmar sobre un papel las hazañas de uno de los personajes más extremos, mediáticos y entrañablemente ordinarios que ha parido este país: Cristina La Veneno. Musa del presentador Pepe Navarro, bombón canalla y sin filtro, y protagonista de los sueños húmedos de varias generaciones de hombres, mujeres y viceversa.
Es su particular aportación a la historia de la España contracultural. Tras pasar casi una década guardado en un cajón, ¡Digo! Ni puta ni santa: las memorias de La Veneno ve por fin la luz. Y lo hace después de que a principios de este año Valeria se animase a autopublicarse. Una gran noticia, que coincide además con el veinte aniversario del nacimiento de Cristina como estrella televisiva. “[Cristina] Está muy ilusionada, pero no quiero que se agote. Le viene bien la actividad y el estar distraída pero no quiero que suba muy alto para luego volver a bajar de golpe”, comenta.
De momento, ya se han vendido 500 ejemplares y en breve se pondrá en marcha una segunda edición. El próximo lunes, los seguidores de esta conocidísima mujer transexual podrán hacerse con una copia del libro firmada por la autora y por la propia Cristina, en un acto que tendrá lugar en la madrileña Sala Boite desde las 19:00 horas. El resto de interesados podrán hacerse con él a través de la web Bigcartel.
Valeria ha charlado con dosmanzanas para contarnos todo sobre su proyecto, su experiencia como autora autoeditada y el pasado, presente y futuro de La Veneno.
Desde hace casi una década, Cristina La Veneno viene hablando de un libro autobiográfico que no ve la luz hasta ahora. ¿Cómo nace el proyecto?
El proyecto surge porque yo en Valencia, en 2006, conozco a Cristina. Me hacía mucha gracia el personaje. Porque me puede gustar María Callas y me puede gustar La Veneno. Entonces ella, dentro de su género de esa espontaneidad ordinaria, me parece muy natural. A través de una persona la conocí, y ya ese primer día me contaba cosas. Y se me ocurrió decirle: ‘¡Ay, Cristina! ¡Tú deberías sacar unas memorias!’. Y me dijo: ‘¡Ay! ¿Y por qué no las haces tú, que tienes estudios?’. Yo era la antítesis. Ella vio en mí un poco esa voz que podía canalizar lo que ella quería contar, y yo lo hacía con la devoción que le tengo al personaje. Somos muy distintas, y las dos somos conscientes de ello. Me involucré en aquél proyecto, que se ha quedado congelado mucho tiempo, porque quería mostrar una parte que en la televisión no se ve del personaje. Hay un porqué acerca de por qué el personaje es así, por qué es agresivo y por qué guarda rencor, y es porque viene del dolor. Hay que situarse en los años setenta, para entender que en esa época, en un pueblo, está mal visto que un niño contonee las caderas y la familia lo rechaza. Y esto no es nada nuevo, pero yo quería hacer algo en el libro que creo, sin tirarme flores, que si lo hubiese hecho otra persona lo habría hecho de una forma mucho más facilona.
De una forma más superficial y frívola, quizás.
Exacto. ¡Que el libro también tiene frivolidad! Porque ella es frívola. Pero quería rasgar un poco en lo que es el personaje.
Las entrevistas que realizas a Cristina tienen lugar en Valencia, donde ambas residíais en ese momento. ¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro?
Yo acudía a casa de una amiga con la que Cristina se estaba quedando en ese momento, y grababa con unas cintas. En ese momento vivíamos en un mundo analógico y en 2006 estábamos lejos de que los teléfonos tuvieran un botón de dejar grabando tres horas. Yo tenía que ir con una cinta de casete y le iba preguntando, e intentaba llevar todo con un orden cronológico. Fueron varias reuniones. Te hablo de varios días, de horas y horas. Y luego consistió, al poco tiempo, en sentarme yo y pulirlo, para ver qué cosas son más repetitivas, qué cosas considero que no hace falta poner o son innecesarias, y transcribirlo en primera persona, que es como ella lo estaba contando, con algunos apuntes míos que hago para introducir algunas cosas. Y el libro se quedó congelado mucho tiempo.
¿Qué ocurrió?
Que un par de editoriales, que eran importantes aunque no recuerdo cuáles eran porque han pasado nueve años, lo querían pero notaba que tenían miedo, quizás por el personaje. Ella, que es tan visceral, sabes que te puede mentir. Pero yo tengo una teoría: si tú coges las memorias de muchas grandes señoras del espectáculo de este país están plagadas de desmemorias y de lo que a ellas les apetece. Dudo que haya una biografía de una persona que no tire para su lado. Es algo que no me parece acusador, es lo habitual. Lo que pasa que ella [Cristina], es tan fuerte lo que engloba el personaje, lo que es su visión de sí misma, hacía que los otros se asustaran.
Y ahora en la promoción me estoy dando cuenta de que ha vuelto a ocurrir lo mismo. Ha habido gente que se ha echado para atrás y en dos días ha cambiado de opinión, porque han visto que es muy viral y que está resultando. Con las editoriales pasó igual. Le dije a Cristina ‘No te preocupes, esto saldrá más adelante’. A principios de este año, a través de un amigo que me preguntó que cuándo iba a salir y que si esto existía, le dije que esto [el libro] estaba escrito desde hace mucho tiempo y me dijo ‘Yo te dejo el dinero que haga falta para una autoedición’. Él puso una parte y yo puse otra parte del dinero. Conseguimos fotógrafo, maquetación y todo lo que conlleva esto. Y así ha salido. Es una edición que tiene mucho despliegue en cuanto a tonterías, fotos en color en el interior del libro y no solo en los apéndices, etc. Dijimos ‘Ya que es una autoedición, que sea una autoedición como si la hubiese sacado Planeta’. Es lo que el personaje se merece.
De hecho, hace unos meses me encontré con Cristina y me comentó que acababa de hacerse las fotos promocionales y que el libro saldría en junio. Con esa gracia y carisma que ella tiene, y esa visión de sí misma.
Exacto. Ella no tiene ningún ánimo activista. Ella tiene su mundo. Es como si Marujita Díaz quisiese ser activista de las mujeres biológicas. Ella no pretende nada. Cuando vio las fotos ella decía ‘¡Pero Dios mío, qué guapa estoy! ¡Cómo puede ser esto!’. Y a mí me gusta que alguien pueda ser feliz así.
Es verdad que iba a salir para junio, pero lo paramos porque se retrasó un poquito alguna cosa. Y julio era ya un mes malo. Como veníamos solamente con el poder de las redes y una nota de prensa, o lo que fuese, preferimos dejarlo para septiembre, a la vuelta del verano. Y la pobre lleva desde junio deseando que salga.
Antes hablábamos del miedo. ¿Qué cree que puede dar miedo de Cristina?
Para mí lo más interesante del libro no es cuando habla de ‘me acosté con Fulanito o con Menganito’. Para ella sí, porque en su visión sabe que es lo que interesa en televisión. Pero yo creo que al público le interesan más las ciento cuarenta páginas restantes que esos trocitos. Puede causar un poco que se diga ‘¡Uy, se lo va a estar inventando!’. El libro está muy filtrado. Hay nombres que si consideraba no ponerlos le decía: ‘Cristina, esto te lo quedas para ti’, o ‘Vamos a poner este’. Ella tiene dos etapas, como también hay dos etapas de Sara Montiel en su vida. Ella tiene una etapa radiante, estupenda, que es cuando asombró a toda España con ese desparpajo. Y tiene otra etapa que yo diría de decadencia, en el sentido del paso del tiempo, de la cárcel, etc. Cuando una persona dice unas cosas siendo joven y con un cierto físico eso queda muy gracioso y te la crees. Si en 1996 ella hubiera dicho que se acostó con Menganito, habría resultado creíble, pero ahora dirían ‘¡Uy, la loca esta medio calva’ y no se la creerían. Hay que situarse y creo que hay muchas cosas que pueden ser perfectamente verdad. No está contando cosas de ahora. Pero parece que porque en los últimos diez años su estado físico sea tal, eso la desacredite para que sea verdad lo que cuenta del pasado. Y ella en el pasado era una bomba.
¿Por qué cree que se produce el fin de esa etapa de esplendor de la que habla?
Llega un momento en que Cristina deja de recibir ofertas o llamadas para bolos y demás, en primer lugar, porque no es ambiciosa. No está queriendo calcular, estaba esperando que sonase el teléfono, que es lo que no hace nadie. La gente en España se mueve. Ella no quería representante, porque había sentido que le engañaban. Lógicamente es analfabeta, ella lo dice claramente, y se le puede engañar fácilmente. Entonces deja de tener representante, no quiere saber nada y no quiere alejarse de sus amigas de la calle, porque era su mundo. Ella se hizo famosa por casualidad, porque fueron las cámaras un día. Entonces, esa fama se va perdiendo a cuentagotas. Pero no se pierde el personaje. Hay personajes que son icónicos, y aunque se pasen cinco años sin salir en televisión, la gente los recuerda. La gente sabe quién es La Veneno. Yo hace años que no veo a Cicciolina en la tele, pero Cicciolina es Cicciolina. Cristina no está entre el montón. Dentro del montón, de ese gallinero, ella es muy distinta.
Ella tiene ese punto de inflexión, que le pasa factura. Y retorna de una forma en que la gente se sigue acordando de ella y tiene esa cosa ahora de ser Veneno 2.0. Es muy viral, a mí me llegan constantemente grupos de gente a quien no conozco con memes, del tipo de Lady Gaga con la voz de La Veneno, suben vídeos y montajes de ella, etc.
Hasta donde yo sé, Cristina no usa Internet y siempre dice que todos los perfiles que hay con su nombre en redes sociales son falsos.
Sí, y es algo que le puede traer problemas porque hay gente que habla por ella y a mí eso me molesta bastante. Ayer hicimos un vídeo de promo para YouTube y ella lo quiso decir: ‘Quiero decir esto porque yo no entiendo nada. Yo no sé por qué se quieren hacer pasar por mí, pero yo no entiendo nada de Internet y mi móvil es un teléfono de hace quince años’. Pero es muy viral. Que es una cosa muy a favor del personaje y que ella desconoce absolutamente. Con la fuerza que tiene ese personaje underground pero icónico. Para mí, La Veneno es de culto.
Si tuviese que escoger un momento o episodio de la vida de Cristina, ¿con cuál se quedaría?
A mí me gustaría contar algo que no conocemos todas las personas que no estamos metidas en la prostitución, sobre todo en la transexual, que no deja de ser un gremio. Igual que los fontaneros o albañiles tendrán un argot, también lo tienen las prostitutas. Ella me descubrió en el libro cosas que me parecían muy entrañables. Me hablaba de las esquinas serenas. Tú no puedes ir a la esquina de otra y ponerte. O a una rotonda. Es como que se alquila una plaza de garaje, y es mi plaza de garaje, no me la ocupes. Me gustó mucho cuando me contó cómo fue al hospital a ver a una compañera, a punto de morir de sida, le llevó unas lentejas y esta le dijo: ‘Cristina, te voy a dejar lo mejor que tengo: mi rotonda de Pintor Rosales’. Y eso es lo mejor que tenía aquella mujer, el sitio bueno que había cogido desde hacía años para prostituirse. Cristina consideró que aquello era como si le hubiesen dejado un piso en herencia.
Igual que los nombres. Me decía que estaba mal visto que te pusieras el nombre de otra en la misma calle. No puede haber dos Cristinas, ni dos tal. Y que ella se empezó llamando Tania. A mí me pareció entrañable y creo que si no estás dentro y no buceas ahí, lo desconoces absolutamente.
Parece que Cristina tampoco ha tenido mucha suerte con los hombres que han formado parte de su vida. ¿Ella se lo busca o simplemente es mal atino a la hora de escoger?
Es mitad y mitad. Ella siempre lo confiesa. Mi marido es arquitecto y me dice: ‘Hija, ¡tú sí que te lo has buscado bien!’. Claro, es que somos muy distintas Cristina [risas]. Ella se mueve por unos ambientes y yo me muevo por otros distintos. Y ella lo reconoce: ‘Yo me he buscado los peores’, dice. Sí, ella se los ha buscado y tampoco, a lo mejor, ha sabido llevar bien unas relaciones, por como sea ella. Y los otros a la vez creo que la han querido muy poco. Han visto en ella a una persona de la que se podía sacar algo. A la vez, ella tiene como una necesidad de tener pareja. Estamos hablando de un gremio que no es el tuyo ni el mío. Hablamos de la cosa antigua, de tener un chulo. Ella habla de ‘su chulo’. Es algo que nos pilla a años luz, porque estamos en otra escala social. Creo que en la cuestión sentimental es en lo que peor le ha podido ir a ella.
Para esa gente que lleva tiempo sin saber de Cristina, ¿cuál es el momento actual de La Veneno?
Ahora el libro le va a dar un empujón, tanto anímicamente como a nivel de popularidad. Y tratar de dejar una semillita, dejando un libro o unas memorias, que ya solamente por archivo fotográfico me parece que es muy bonito. Pero se encuentra en un momento de inflexión, te diría. Tiene otra vez la oportunidad de hacer las cosas bien. Yo siempre le digo a ella que tiene un ángel de la guarda. Cómo puede ser que sobreviva a tantas cosas malas, desde intentos de suicidio, de meterse cada noche en un coche en aquellos años, a entrar en una cárcel, etc. Es una superviviente, aunque esté muy gastada, en el sentido de que está cansada de la vida. Pero ahora tiene una oportunidad de dar un salto, porque lo que tiene ahora es el cariño de la gente.