Alfredo Murillo (periodista): «Los políticos españoles no tienen ningún tipo de sentido del espectáculo»
Es editor jefe en BuzzFeed España y, aunque nació en Badajoz hace treinta años, hoy día vive en Madrid. Este año ha sido incluido en la lista de los gais más influyentes del país. Piensa que cualquier tontería es susceptible de hacer gracia y, aunque pueda parecer raro, afirma que siempre ha sido una persona muy insegura: «Nunca he creído que pudiera hacer nada hasta que he comprobado que podía hacerlo».
¿Qué es BuzzFeed?
Es difícil de definir porque va creciendo muy rápido y cada vez va abarcando más cosas. La definición oficial es que es un medio global multiplataforma que se basa sobre todo en la tecnología para crear su contenido. Pero la definición se ha quedado ya un poco corta. BuzzFeed abarca todas las plataformas, todos los sitios en los que está la gente ahora mismo. Jonah Peretti, nuestro CEO, siempre dice que tú puedes estar en una cafetería leyendo el periódico, informándote de algo muy serio, acariciando a tu perro, escuchando la conversación del que está al lado y echando un poco el ojo a la tele, en la que tienen puesto un programa concurso, y puedes estar haciendo todo a la vez. No tienes por qué elegir. No tienes por qué tener un sitio para las noticias serias, otro para divertirte y otro para comunicarte con otra gente. Esa es la idea de BuzzFeed.
¿Siempre tuvo vocación de entertainer?
No ha habido nada vocacional en mi vida y, desde luego, entretener es probablemente lo último. Nunca me he considerado divertido ni capaz de entretener a la gente. Después se ha transformado en mi trabajo el entretener y generar contenido.
Aparte de poca vergüenza, ¿qué más hace falta para dirigir una web como la suya?
Creo que la poca vergüenza es necesaria para dirigir prácticamente cualquier cosa. Para BuzzFeed, aparte, hay que tener unos conocimientos de Internet, no técnicos sino de cultura de Internet, de ese lenguaje. También es necesario compartir ciertos valores sociales con la empresa. BuzzFeed no es solo un medio social, sino que defiende cierto tipo de valores de justicia social. Hay que tener ganas de pasárselo bien y no tomarse uno demasiado en serio a sí mismo. No deja de ser una celebración de las cosas que pasan a nuestro alrededor y que queremos compartir.
¿Es usted friki de corazón?
Yo creo que ahora mismo a todo el mundo le gusta ser un poco friki de ciertas cosas. A mí me flipa que me gusten las cosas que me gustan. Me gusta encontrar algo que me apasione y me vuelva loco. Nunca formé parte de un fenómeno fan, pero me hubiera gustado ser Belieber o Directioner. Creo que es un valor superpositivo que haya algo que te encante. Al final hemos acabado relacionando el término friki con eso.
¿A qué personaje le tienen más cariño en su web?
Ahora mismo creo que estamos en una etapa muy RuPaul. Esto va por rachas. De repente nos olvidamos de alguien y ya no volvemos a hablar de esa persona. Tanto RuPaul, como el universo que tiene alrededor, el programa… Hay una reivindicación, un llamamiento a que se cumplan ciertos derechos sociales. Pero al mismo tiempo es una fiesta. Hay muchísimas reivindicaciones dentro de nuestros artículos, aunque pueda parecer todo humor. Probablemente el humor sea la mejor forma de reivindicar.
¿Y a qué político le daría una sección en su web?
Le daría a Mariano Rajoy una sección en vídeo para que improvisara discursos constantemente. Eso podría ser oro. Pero creo que ni él se va a prestar ni sería posible. Más que nada porque los políticos españoles no tienen ningún tipo de sentido del espectáculo. En Estados Unidos, BuzzFeed tiene a Obama para pedir el voto en las próximas elecciones. A mí me encantaría tener eso y hacer cosas con ellos que no sean las que habitualmente hacen, que es hablar de sí mismos. Pero ahora probablemente lo mejor es que se centren en lo que tienen que centrarse y se dejen de tener secciones.
¿Le tiene declarada la guerra a Instagram?
No le tengo declarada la guerra, pero sí que me interesa valorar el impacto que pueda tener una red social como Instagram en nuestras vidas. Siempre he sido defensor de las redes sociales y odio cuando alguien las critica. Pero sí es cierto que con Instagram tengo mis reticencias. Creo que se presta más a lo artificial, a enseñar cosas que no son del todo reales. A vender como reales cosas que realmente no lo son.
¿Qué cosas le cambian el humor a usted?
Con treinta años que tengo aún no he llegado a ese punto de pasotismo en que diga que hay cosas que son injustas y no hay manera de evitarlas. Es muy obvio decir que las injusticias te cambian el humor, pero a mí de verdad me lo cambian mucho. Llego a enfadarme y a mantener discusiones con la televisión. El sentido del humor para bien me lo cambia mi novio, me lo cambia mi familia, me lo cambia mi trabajo, me lo cambia ver que algo de lo que hago tiene alguna repercusión positiva, me lo cambia el 10% de gente que escribe por redes sociales para hacerte una crítica constructiva que realmente te aporte.
¿Cuál es el estado de salud del periodismo actual?
Yo creo que como todo en este país, está bastante tocado. No te diría que está en coma, porque está vivo. Pero está vivo de una manera que no es la adecuada. La situación del periodismo en España lleva siendo esa desde hace mucho tiempo. Pero creo que hasta que no lo hemos necesitado, porque creo que España está ahora muy necesitada de buen periodismo, no nos hemos dado cuenta de cómo estábamos. Yo he alucinado con la cobertura de los medios sobre ciertos temas en las últimas elecciones generales. Creo que hacen falta nuevos medios, porque ya tenemos muchas voces buenas.
¿Por qué le tenemos tanto apego a lo políticamente correcto?
Porque ha habido mucha gente sufriendo mucho tiempo por la forma en que otra gente actúa. Ahora parece que la corrección política es algo negativo, pero es un avance que hemos tenido. Desde ciertos sectores se está trabajando por darle la vuelta a esto y que parezca que no ser políticamente correcto es un valor positivo. La corrección política no es más que una forma de no agredir a la gente que tienes alrededor. No es más que un punto intermedio para que a las próximas generaciones no se les ocurra hacer cierto tipo de comentarios.
¿Cuánto ha pagado para salir en la lista de gais influyentes?
Si me hubiera pagado, me habría pagado un primer puesto, con mi foto en grande y mis padres poniéndolo en un marco en el salón. Por un 22º no pago yo. ¿Quién paga por un 22º? Pero me ha hecho mucha ilusión. Me ha pasado en un año en que estaba bastante cabreado y cada vez me voy involucrando más en cosas que antes me daban igual. Así que sí lo he pagado: en días de mal humor, en broncas con gente por las redes sociales y en millones de explicaciones de por qué son necesarias cosas o por qué hay que apoyar otras cosas. Lo he pagado en tiempo, pero encantado.
¿En qué anda metido ahora?
Llevamos ocho meses, tenemos que crecer. Me apetece mucho traer news a España y seguir divirtiendo cada vez a más gente. Aprender a hacer punto, pero no tengo tiempo. No puedo hacer punto a la vez que tengo el ratón en la mano. Ni una bufanda he sido capaz de hacer.
¿Piensa entonces sobornar a Rajoy con algún trapito mono?
No sabría qué hacerle a alguien del PP. No los veo muy de bufandas, y todavía me veo muy verde para hacer americanas.