Autodescubrimiento campestre: críticas de las películas «Cuando tienes 17 años» y «Julie»
El campo es un lugar perfecto para volver a las raíces, relativizar los problemas y reencontrarse con uno mismo, lo que lo vuelve perfecto para ambientar grandes películas de temática LGTB. Sin embargo, también es un contexto habitualmente dominado por la homofobia, como reflejaba la reciente Un amor de verano [crítica]. Hoy voy a hablaros de dos producciones campestres muy diferentes recién salidas del horno: la pequeña cinta española Julie (que, pese al aval de Málaga, ha contado con un estreno muy limitado) y la última maravilla de uno de los realizadores LGTB por excelencia, André Techiné: Cuando tienes 17 años, que aterriza hoy en la cartelera.
Cuando tienes 17 años (Quand on a 17 ans, 2016) es la última producción de uno de los realizadores galos más prolíficos: André Techiné, a quien debemos dos auténticas joyas del cine LGTB: Los juncos salvajes (1994), bello reflejo de la doble crisis de identidad —nacional y personal— de un grupo de adolescentes con la guerra de Argelia de fondo, y Los testigos (2007), duro retrato del descubrimiento del SIDA en tiempos libertinos. En este pequeño drama presentado en la pasada Berlinale, Damien (carismático Kacey Mottet Klein) vive en un cuartel del sudoeste francés con su madre médica (Sandrine Kiberlain), mientras que su padre, soldado, está en misión en África Central. El joven tiene una relación de “amor-odio” con un chico del instituto de origen africano, Tom (debutante Corentin Fila), cuya madre adoptiva (Mama Prassinos) está enferma. De esta forma, los dos protagonistas provienen de contextos opuestos: madre médica y padre destinado a África, por un lado; madre enferma y padres biológicos africanos, por el otro. Damien es introspectivo y Tom, impetuoso (a menos, en apariencia). Damien es gay (¿o quizá no?) y Tom, no (¿o quizá sí?). Durante gran parte del metraje, Techiné juega con la ambigüedad a la hora de retratar una relación que se mueve entre la violencia más brusca y la comprensión más tierna, pero, al contrario que Ira Sachs en Verano en Brooklyn (maravilla también estrenada hoy), termina poniendo las cartas sobre la mesa. Y es precisamente ahí cuando el hasta entonces contenido y creíble drama pierde algo de fuerza y verosimilitud, si bien la soñadora conclusión se agradece dada la crudeza soportada con anterioridad. En el elegante guion, que sabe pinchar donde más duele sin dejar de lado la esperanza, nos encontramos ante la primera colaboración entre Téchiné y su compatriota Céline Sciamma, quien, en la maravillosa Tomboy (2011), también optaba por la ambigüedad al plasmar la posible transexualidad de una niña deseosa de ser tratada como un niño. Con la aplaudida Los juncos salvajes como claro antecedente, Cuando tienes 17 años es una de las grandes películas LGTB del año.
Julie (2016) es un trabajo mucho más humilde e irregular, pero no exento de interés. Galardonada en el Festival de Málaga con los galardones concernientes a mejor ópera prima (para una Alba González de Molina que no lo tendrá tan fácil en los Goya) y mejor actriz de reparto (para Silvia Maya, la mejor intérprete de un elenco lleno de altibajos), la película nos acerca a una ecoaldea donde el perdido personaje que le da nombre (encarnado por la debutante Marine Discazeaux) aterriza en busca de sí mismo. Ni la idea ni la protagonista resultan demasiado originales, pero el contexto sí lo es. Además, se ofrece vivo realismo gracias a filmar en la auténtica aldea de Matavenero, situada en el valle del Bierzo (León), la cual lleva habitada desde hace 27 años por personas que conviven sin cobertura móvil y sin corriente eléctrica, tomando las decisiones por consenso (tal y como refleja de forma sugestiva, aunque algo forzada, la película). Casi todos los habitantes de la aldea (unos setenta) participaron en la producción, la cual tuvo lugar en un 80% con energía solar partiendo tan sólo de 30.000€ de crowdfunding (presupuesto aumentado tras la involucración de la productora El Gato Verde). Nos encontramos por tanto ante un proyecto casi tan sostenible y minimalista como el ambiente que lo acoge, si bien el forzado guion y las poco naturales interpretaciones restan credibilidad a su tratamiento cuasidocumental. Para bien y para mal, Julie es una película única en su especie. Y, en cualquier caso, como único largometraje de ficción LGTB español del año, merece todo nuestro respeto.
Como desgraciadamente sucede a la mayoría de producciones españolas exentas de apoyos televisivos, Julie lucha en vano por contar con una exhibición decente. Mientras tanto, Cuando tienes 17 años llega hoy a la cartelera sin tenerlas tampoco todas consigo dada la alta competitividad que presenta esta en estas fechas. Se merecen nuestro apoyo, ¿no os parece?
La española no la he visto pero la francesa sí… y ha sido toda una gozada. Absolutamente recomendable.