Colombia: la movilización LGTBfoba, una de las razones del triunfo del «no» al acuerdo de paz
Muy mala noticia para el colectivo LGTB el resultado del plebiscito sobre el acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC celebrado el pasado domingo. Con una participación del 34,7% del censo, el «no» se impuso con un 50,2% frente al 49,8% del «sí». Todo apunta a que la movilización por el «sí», que según las encuestas previas era la opción preferida de forma muy mayoritaria por el pueblo colombiano, fue menor que la del «no». Aunque sin duda las causas del resultado son diversas, no conviene pasar por alto que detrás del rechazo al acuerdo de paz, que por primera vez incorporaba el enfoque de género y reconocía de forma específica a las víctimas LGTB, se encontraban los sectores conservadores más abiertamente homófobos, que de hecho no han dudado en utilizar este aspecto para hacer campaña.
Como explicamos días antes del plebiscito, por primera vez en un proceso de este tipo los acuerdos incorporan de forma expresa el enfoque de género y diversidad sexual, algo que fue especialmente celebrado por los colectivos LGTB colombianos, como Colombia Diversa o Caribe Afirmativo. Se reconoce como víctimas a las personas LGTB, se les permite exigir justicia individual y colectiva por los daños motivados por la LGTBfobia y se les reconoce el derecho a una atención diferencial y a una reparación integral. El acuerdo permite, asimismo, que las personas LGTB se involucren en la construcción de la paz, asegurándoles que los derechos adquiridos serán realidad en todos los territorios de Colombia.
Es por todo ello que los colectivos LGTB apoyaron de forma rotunda el «sí», pero también que por ejemplo muchas iglesias evangélicas utilizaron el argumento de que Colombia sería entregada a la «dictadura homosexual» (también al «ateísmo» y al «castrochavismo»…) para movilizar a sus feligreses. El argumento de que los acuerdos de paz suponían la aceptación oficial de la «ideología de género» fue de hecho uno de los más utilizados por los partidarios del «no». Es el caso, por mencionar solo un ejemplo, de la megaiglesia Misión Carismática Internacional, a la que ya hemos hecho alusión en alguna ocasión anterior, y que constituye uno de los principales apoyos del Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe, líder principal de la oposición al acuerdo de paz. Otro de los que han defendido ardorosamente el «no» es el pastor evangélico y concejal bogotano Marco Fidel Ramírez, que tras conocer el resultado celebró el, a su juicio, fracaso de la «agenda homosexual»:
Colombia dijo NO a la agenda homosexual. #SantosDebesRenunciar
— MARCO FIDEL RAMÍREZ (@7MarcoFidelR) 2 de octubre de 2016
Pero también líderes políticos católicos utilizaron este argumento, y ello a pesar de que el papa Francisco había mostrado expresamente su satisfacción por el acuerdo de paz (por lo que se refiere al plebiscito, la Iglesia católica mantuvo sin embargo la «neutralidad oficial»). Un ejemplo es el de Alejandro Ordóñez, que acaba de abandonar su cargo como procurador general, desde el cual ha liderado múltiples batallas contra los avances en materia LGTB que se han ido produciendo en Colombia en los últimos años. Ordoñez, cuya reelección como procurador el Consejo de Estado declaró nulo en septiembre, se convirtió en otro de los rostros del «no». «La Colombia creyente tiene la obligación de votar ‘no'», llegó a asegurar. “Aunque lo quieren negar, en más de 144 apartes del acuerdo hablan del enfoque de género, y en muchas de las utilizaciones de esa expresión está implícita la ideología de género”, fue una de las razones que argumentó.
El peligro: que una renegociación del acuerdo excluya al colectivo LGTB
Nadie sabe a ciencia cierta qué sucederá a partir de ahora. Tanto el presidente colombiano, Juan Manuel Santos (que este mismo viernes recibía un importante espaldarazo con la concesión del Premio Nobel de la Paz) como las FARC han anunciado su disposición a seguir avanzando en los acuerdos, pese al revés del plebiscito. Pero los opositores al proceso se sienten ahora legitimados y exigen una renegociación. En este contexto, pocos dudan de que uno de los puntos que peligran es precisamente su aspecto inclusivo.
De ahí que más de de 50 líderes LGTB colombianos hayan pedido expresamente a Juan Manuel Santos una cita para trasladarle la preocupación del colectivo por lo que puede suceder. “Rechazamos que las luchas sociales de los movimientos de mujeres y de sectores sociales LGBT sean estigmatizadas como ideologías foráneas o contrarias al bienestar social. No compartimos que los derechos de ningún sector social excluido o marginalizado como el nuestro y otros más, sean sometidos a las decisiones de mayorías, incluyendo los derechos de minorías políticas, sociales, étnicas o religiosas”, han expresado, de forma colectiva, los activistas, que exigen «que no se nos excluya de la posibilidad de vivir y participar en la construcción de una sociedad democrática y plural, manteniendo el enfoque de género y diversidad sexual en los acuerdos”.
No es un momento fácil para Colombia, y menos aún para sus ciudadanos LGTB, que además se enfrentan a serias amenazas (como la iniciativa de referéndum contra la adopción por parejas del mismo sexo y personas solteras que promueve la senadora Viviane Morales). En este contexto, lo sucedido el pasado domingo no es una buena señal. Como bien expresa Ferney Rodríguez, colaborador de dosmanzanas desde Colombia, «en nuestro país, los defensores de derechos LGBTI, organizaciones feministas y derechos individuales en general saben que este saboteo al proceso de paz fue organizado por las iglesias para pedir los derechos alcanzados por las mujeres y la población LGBT en bandeja de plata». Estaremos atentos a lo que sucede.
Una muestra más de la falta de humanidad de los reaccionarios. No van a dejar que la gente LGBT y las mujeres sean libres y vivan con justicia, incluso a costa de las vidas que se vean afectadas por este conflicto.