El cine LGTB del 64º Festival de San Sebastián (II): «La región salvaje», «Santa y Andrés», «Our Love Story», «Tío Howard», «O Ornitólogo» y «La fiesta de las salchichas»
La semana pasada hablé en esta misma columna de In Between, Rara, Jesús, As You Are, Orpheline y Rage [críticas], presentadas todas ellas en el 64º Festival de San Sebastián, y hoy voy a hacer lo propio con las otras seis cintas de temática LGTB que pudieron disfrutarse durante el certamen: La región salvaje, Santa y Andrés, Tío Howard, O Ornitólogo, Our Love Story y la recién estrenada La fiesta de las salchichas. Si os atrae el cine “diferente”, prestad atención.
Comencemos por una de las cintas más destacables del año: La región salvaje (2016), el aclamado último trabajo del audaz realizador mexicano Amat Escalante, quien se hizo con el León de Plata del pasado Festival de Venecia. Misteriosa e inquietante, la cinta busca reflexionar sobre la fragilidad del amor en un mundo inevitablemente hipócrita, lo cual hace a través de varios personajes turbadoramente atraídos por una fuerza mística del bosque capaz de granjear inmenso placer pero también la muerte más dolorosa. Bien escrito por Gibrán Portela y el propio Escalante y protagonizado por Ruth Ramos, Simone Bucio, Jesús Meza y Edén Villavicencio, el filme explora las consecuencias del machismo y la homofobia de una forma nunca vista, arriesgando tanto en sus planteamientos como en la forma de llevarlos a cabo. “Nunca pienso en las polémicas, no aspiro a ellas. Más bien querría que mis filmes le gustaran a todo el mundo. Pero sí espero impresionar, que la película se quede en la memoria, y trato de ser honesto conmigo mismo”, aseguró tras el controvertido estreno del film en Venecia el realizador, quien dijo haber encontrado inspiración en un artículo titulado Ahogan a jotito (sinónimo despectivo de homosexual), que iba acompañado de una imagen del cadáver en cuestión, desnudo. Por lo visto, el director incluso reprodujo una portada parecida y la difundió por su ciudad (Guanajuato, donde se ambienta el filme), comprobando que entre tanto conservadurismo religioso la respuesta era nula.
Compitiendo con La región salvaje y Rara en la sección Horizontes Latinos encontramos a Santa y Andrés (2016), el segundo trabajo del cubano Carlos Lechuga, cuya previa Melaza (2012) fue candidata al Ariel a mejor película iberoamericana. Este contenido drama nos traslada a la Cuba de 1983, cuando una campesina treintañera (Lola Amores) que trabaja en una granja estatal es enviada a vigilar a un escritor maduro homosexual (Eduardo Martínez) tachado por el gobierno de tener “problemas ideológicos”, lo que desemboca en una conflictiva pero bella relación. Con Fresa y chocolate (Tomás G. Alea y Juan Carlos Tabío, 1993) como claro referente, la cinta explora la escasez de libertades vivida y por vivir por parte del pueblo cubano, lo cual no es especialmente novedoso o sorprendente pero sigue siendo necesario. De esta forma, la previsibilidad de la meta está asegurada, pero sigue siendo posible disfrutar del camino gracias al buen trabajo de los dos protagonistas (cuya química estaba asegurada al ser pareja en la vida real), así como a la verídica puesta en escena. El propio realizador firma el guion a partir de una historia confeccionada por Eliseo Altunaga y él mismo.
Our Love Story (Yeon-ae-dam, 2016), ópera prima de la surcoreana Lee Hyun-ju, narra con total sencillez la historia de una estudiante de posgrado de Bellas Artes (Lee Sang-hee) que se enamora perdidamente de una atractiva joven (Ryu Sun-young) a la que conoce por casualidad en una tienda de segunda mano. Ambas viven así un apasionado romance que la protagonista percibe con gran intensidad por tratarse de su primera experiencia amorosa, lo cual es especialmente llamativo considerando que ambas se encuentran en la treintena. El comportamiento cuasicolegial reflejado puede parecer inverosímil, pero no lo es en absoluto si consideramos que la sociedad homófoba presentada no ha permitido a los personajes vivir el amor de verdad hasta entonces. Y, a fin de cuentas, las emociones contradictorias fruto del primer amor (del deseo al miedo, de la pasión a la frustración, de la ilusión a la decepción…) son las mismas se viva este cuando se viva (es más, no se limitan en absoluto a la primera experiencia amorosa…). Con ternura, simpatía y un par de golpes de efecto (atención a la genial filmación muda de la salida del armario), la cinta nos hace partícipes en todo momento de los sentimientos de los personajes, los cuales son latentes en los rostros del perfecto reparto. Podríamos tachar la obra de poco original de no ser por la imposibilidad de citar referentes provenientes de Asia, donde la homosexualidad se respeta en la teoría pero sigue siendo un tabú en la práctica.
Con Tío Howard (Uncle Howard, 2016), Aaron Brookner rinde tributo a su tío y héroe Howard Brookner, cuya primera película (Burroughs: The Movie), centrada en la revolución cultural de Nueva York en los 80, no pudo ser terminada al poner el SIDA repentino fin a su vida. El protagonista y cineasta decide así emprender un viaje personal para rememorar a su tío, ofreciéndonos un emotivo homenaje a través de material de archivo de personalidades como William Burroughs o Madonna y, claro está, las propias sensaciones con las que se topa en el camino. Quizá el tema en sí carezca de interés para aquellos ajenos al contexto explorado, no siendo tampoco el desarrollo especialmente novedoso, pero los aficionados al cine documental encontrarán una obra conmovedora acerca de uno de tantos homosexuales con tanto que dar y tan poco tiempo para hacerlo. La cinta llegó a la sección Zabaltegi del Zinemaldia avalada por los aplausos del Festival de Sundance.
Encarnado por Paul Hamy, el protagonista de la onírica O Ornitólogo (2016), se encuentra acampado en un bosque portugués cercano a la frontera con España donde se limita a observar cigüeñas negras y otras aves con detenimiento. Con apacible serenidad, el íntimo film nos muestra sus rituales. Pero entonces la calma se desvanece y el personaje es arrastrado por la corriente (literal y metafóricamente hablando), lo que supondrá el comienzo de su adentramiento en un inquietante mundo selvático donde el folclore profano y la iconografía cristiana se entrelazan turbadoramente. La advertencia por parte de dos amables peregrinas chinas extraviadas de la ruta del Camino de Santiago de que el bosque alberga criaturas malignas desemboca en una serie de encuentros místicos de difícil interpretación. João Pedro Rodrigues firma así una de sus obras más crípticas y fascinantes, lo que explica el premio a mejor dirección recibido en el cada vez más prestigioso Festival de Locarno.
Para concluir, voy a hablar de una peculiar cinta que contó con un estreno especial en el majestuoso Velódromo: La fiesta de las salchichas (Sausage Party, 2016). Como la primera película de animación por ordenador no apta para menores de 18 años, esta obra es chirriante, vulgar y políticamente incorrecta hasta la saciedad. Por tanto, disfrutarla o no dependerá de lo receptivo que uno se sienta a tales adjetivos. Teniendo en cuenta la clase de obra que es (una que, definitivamente, no querrías ver con tus padres), el entretenimiento está asegurado, si bien las risas despertadas no son en absoluto tan voluminosas como sus creadores (los guionistas Evan Goldberg, Kyle Hunter, Seth Rogen y Ariel Shaffir y los realizadores Greg Tiernan y Conrad Vernon) parecen creer. Lo que sí supera las expectativas es el grado de impacto obtenido por su modo desprejuiciado y directo de abordar la sexualidad. Vamos, que la sutileza brilla por su ausencia. Y esto último, que desemboca en momentos insoportables, también es origen de la principal virtud del filme: su crítica a una sociedad hipócrita que impone la renuncia a los impulsos primordiales y sexuales. Sin tapujos, esta alocada comedia nos adentra en un mundo de graciosos alimentos (salchichas, tacos, frascos, etc.) dispuestos a disfrutar de su sexualidad sin atender a convención alguna, lo cual conlleva la aceptación de cualquier etiqueta (o, lo que es lo mismo, la abolición de todas ellas). Sólo por ello, la cinta merece reivindicarse más allá de la ofensiva vulgaridad de la que hace muestra.
Concluyo así la crónica LGTB del 64º Festival de San Sebastián. Lamentablemente, por ahora tan sólo La fiesta de las salchichas tiene estreno asegurado, si bien Rara y Bar Bahar, sendas receptoras de los Premios Sebastiane, ya han sido adquiridas y llegarán a las salas tarde o temprano. Para las demás, habrá que esperar sentados. De todos modos, el festival ha contado con títulos de muy diversa índole, habiendo disfrutado yo de 47 films diferentes que he ordenado de peor a mejor en mi blog [ver aquí], al cual os remito si queréis seguir leyendo sobre él. Y, hablando de festivales, dentro de poco acontecerá el LesGaiCineMad y allí estará un servidor para contároslo.