Esperanza entre los fantasmas del franquismo: críticas de «El viaje de Marcos» y «El guardián de los secretos» y entrevista a Óscar Hernández
Sin ser en absoluto perfecta, El viaje de Marcos, de Óscar Hernández, es una de las novelas más importantes de nuestro país por el número de lectores a los que ha marcado desde su aparición en el 2002, lectores todos ellos necesitados de historias exactamente como esta. Publicada en su día por la ya desaparecida editorial Odisea, la novela goza ahora de una fantástica reedición por parte de Egales, editorial LGTB que justo acaba de publicar también el nuevo trabajo del sensitivo autor donostiarra: El guardián de los secretos, obra de madurez que guarda gran relación con aquella. A estas dos obras me dedico hoy.
Tras muchos años en el cajón de Óscar Hernández, El viaje de Marcos (2002) vio finalmente la luz por todo lo alto haciéndose con el IV Premio Odisea y conquistando el corazón de miles de lectores, en su mayoría jóvenes homosexuales para los que supondría la iniciación en la literatura LGTB (incluso, en su propia homosexualidad). Sencilla pero bien estructurada, esta es la historia de un viaje en el tiempo y el espacio, un retorno al pasado en todos los sentidos que permitirá a Marcos revivir la magia de su primer amor, un amor puro pero peligroso nacido entre los fantasmas del ocaso franquista. De esta forma, El viaje de Marcos incluye dos historias en una: por un lado, el autodescubrimiento de un joven homosexual con todo lo que ello conllevaba en tiempos tan oscuros; por otro, la revitalización de aquellos hechos una vez pasado el tiempo suficiente para aceptarlos tal y como fueron. Por supuesto, el protagonista de ambos relatos es el mismo: Marcos. Pero ya lo dijo hace siglos Heráclito: “no podemos bañarnos dos veces en las mismas aguas: ni somos los mismos, ni son las mismas aguas”. Así, el Marcos que regresa no es en absoluto el Marcos que se marchó, porque muchas han sido las vivencias que han tocado e, inevitablemente, trasformado tanto al contexto como a él mismo. Abrazada la libertad que parecía tocarse con los dedos al final del franquismo, es hora de analizar el pasado sin dejarse arrastrar por él. Entretenida y conmovedora de principio a fin, la obra peca de un dramatismo algo forzado en determinados momentos, pero ello no le impide llegar a lo más profundo del corazón.
Catorce años más tarde de que tan icónica novela viera la luz (pero más de dos décadas después de que fuera concebido) llega a las librerías El guardián de los secretos (2016), una novela que vuelve a conjugar presente y pasado, localizándose nuevamente durante el franquismo, pero al comienzo de este. De esta forma, lo que en El viaje de Marcos suponía un poso de desgracia, en esta ocasión conforma la fragua de la misma, constituyendo la Guerra Civil un dramático contexto para una historia de amor cuasimágica nacida entre la desesperanza. Nuevamente, el pasado aparece a modo de recuerdo, con su protagonista, el torturado Miguel, reviviéndolo al final de la vida. Sin embargo, a diferencia de El viaje de Marcos, en esta ocasión no es él, sino un nuevo personaje (la supersticiosa enfermera Enara, encargada de su cuidado) quien posee el punto de vista de las páginas ambientadas en el presente, lo que distancia todavía más los dos momentos retratados. Empero, tanto Miguel y Enara como los contextos que los ocupan están introspectivamente retratados, lo que vuelve ambos relatos muy interesantes y atractivos (si bien los momentos relacionados con el conflicto bélico puede resultar algo reiterantes). Quizá a raíz de la situación que atraviesan el país y el autor con respecto a la homofobia, esta no planta la semilla del mal que sí brotaba en El viaje de Marcos; y es que ni siquiera ella es tan peligrosa como la propia guerra. Aún es pronto para saber si esta obra estará a la altura de su predecesora en lo que a impacto emocional se refiere, pero innegablemente se trata del resultado que cabía esperar: una novela más madura pero igual de sensible donde el amor más puro vuelve a surgir de las cenizas de un contexto dispuesto a destruirlo.
Desgarradoras, pero no exentas de esperanza, ambas obras merecen un hueco destacado en vuestra biblioteca LGTB. A continuación, os dejo mi entrevista a Óscar Hernández, autor de El guardián de los secretos y El viaje de Marcos (que, por cierto, será presentada por José Luis Serrano, Ramón Martínez y el propio autor el próximo viernes 4 de noviembre a las 20:00 en Berkana).
Voy a empezar preguntándote por El viaje de Marcos, ¿qué supone para ti haber creado una obra tan icónica para la comunidad LGTB española? ¿Qué sentimientos te ha reportado?
Para mí El viaje de Marcos ha supuesto la posibilidad de convertirme en lo que siempre quise ser: escritor. A diferencia de lo que piensa mucha gente, no es mi primera obra (esta fue una novelita de aventuras que publiqué con sólo dieciséis años y que espero que algún día se pueda reeditar: La aventura más excitante de los últimos 10.000 años), pero innegablemente El viaje de Marcos fue la novela que me dio a conocer. La verdad es que solo puedo sentirme agradecido. Es una novela muy personal, muy íntima. Fue muy importante para mí tanto escribirla como publicarla, ya que estuvo mucho tiempo guardada en un cajón porque yo no me atrevía a mostrársela al mundo. Y, bueno, gracias a los consejos de Íñigo Lamarca, que fue defensor del pueblo vasco y es además amigo mío, me animé a moverla; una cosa llevó a la otra y acabamos con el Premio Odisea de Literatura, lo que marcó el pistoletazo de salida de una obra que, tras tantos años, sigue viva y marcando a mucha gente. Y, claro, estoy muy contento por la reedición de Egales, ya que, tras la desaparición de Odisea, la obra se había quedado en un callejón sin salida. Además la nueva portada me encanta.
Surge esta reedición de El viaje de Marcos a la vez que El guardián de los secretos. Ambas obras comparten un tono muy trágico derivado de los fantasmas del franquismo… ¿Qué te atrae de este periodo histórico?
Yo no he vivido el franquismo, pero, como escritor y como profesor de historia, siempre me ha resultado una época muy trágica e interesante. Es un capítulo histórico que no está cerrado, una herida que sigue supurando tras llevarse por delante a tantísimas personas. Y detrás de cada una de esas personas hay una historia: un amor, una familia… Eso siempre me ha llamado la atención. Además, hablando del tema LGTBI, está claro que el franquismo no fue una época para desarrollar relaciones con normalidad, precisamente. Situé El viaje de Marcos al final del franquismo, en los años 70, cuando la libertad casi podía tocarse con los dedos, pero con El guardián de los secretos me fui al origen. Quería contar la trágica historia de Miguel, pero con esperanza (igual que la hay en El viaje de Marcos). Ambas historias son muy trágicas, por supuesto, pero contienen esperanza, la sensación de que se pueden mejorar las cosas.
Como profesor de historia conocerás bastante el periodo retratado, pero también habrás necesitado documentarte…
La verdad es que a raíz de mi trabajo controlaba a grandes rasgos el proceso de la guerra, pero, para una ambientación tan concreta, fue necesario informarse más. Sin embargo, no es una novela historiográfica: el relato se ubica dentro del contexto real pero hay licencias literarias debido a la dificultad para recabar cierta información: y es que, al seguir las heridas abiertas, la gente evita recordar lo que pasó. Me di con un muro de silencio. Por tanto, costó recabar testimonios personales y a menudo hube de recurrir a la imaginación, especialmente a la hora de dar épica a los capítulos finales.
Plantearte posibles tragedias surgidas de la homofobia franquista parece el surgimiento obvio de las dos novelas, pero ¿cuál fue la semilla de ambas ideas?
Como explico en el prólogo de El viaje de Marcos, esa novela surgió de un sueño que yo tuve y que obviamente nace por algo: la necesidad de expresar tus propios sentimientos, salir del armario… Yo entonces tenía 19 años y parece que la necesidad de ser yo mismo canalizó en un sueño muy intenso que se convirtió en ficción. Con respecto a El guardián de los secretos, no recuerdo exactamente de dónde surgió la idea pero sí sé que quería reincidir en el tema de la homofobia contrastando tiempos diferentes, lo cual me permitía hacer un juego de espejos de cara a mostrar cómo ha cambiado la realidad LGTB, si bien todavía hay muchísimo por hacer: incluso en grandes ciudades como Madrid, donde en teoría todo el mundo es libre, sigue habiendo ataques LGTBófobos. En los pueblos todo está a años luz de normalizarse, pese a que las leyes estén de nuestro lado. Por eso es preciso que siga habiendo arte de denuncia.
¿Y crees que lo hay? ¿Cuál es tu opinión de la cultura LGTB?
La verdad es que la cultura LGTB siempre me ha generado curiosidad y planteado serias dudas: ¿existe siquiera? ¿Cuáles son sus características? ¿Constituye cualquier obra de la historia con una relación LGTB cultura LGTB? Lo cierto es que no lo tengo claro. Creo que vivimos un momento positivo en lo que respecta a la producción cultural con personajes LGTB que no hacen de su sexualidad el centro de su existencia. Que una serie juvenil como Merlí cuente una relación homosexual con tanta naturalidad es muy importante, aunque nunca está de más incidir en el respeto al diferente, por supuesto. Y, bueno, es verdad que mirando la producción cultural el porcentaje de obras LGTB no se acerca siquiera al de personas LGTB de la sociedad. No estoy a favor de las cuotas, pero sí es cierto que han ido desapareciendo los estereotipos caricaturescos con respecto a la confección de personajes y eso hay que celebrarlo. Es verdad también que tenemos muchos autores y cineastas abiertamente homosexuales que no se dedican a ello en sus obras; pero tampoco están obligados, claro. Yo mismo acabo de publicar la antología Cuando duermen los grillos, que consta de nueve relatos, y solo uno de ellos trata sobre personas LGTB; personas mayores de una residencia, además, un tema que me interesa porque a veces parece que la homosexualidad solo dure hasta los cuarenta años. En los demás relatos no hay personas LGTB sencillamente porque no surgió que las hubiera. De todos modos, sigo sin saber qué es la cultura LGTB. A mí me parece genial que se me defina como “escritor gay”, pero también soy otras muchas cosas porque los romances gais son solo una pequeña parte de mis novelas.
Has escrito ambas obras en dos contextos muy diferentes: El viaje de Marcos, con 19 años y un ambiente homófobo; El guardián de los secretos, con dos décadas más y todo lo que eso conlleva, ¿cómo has vivido esa diferencia de libertad?
Con El guardián de los secretos yo me he sentido completamente libre. El proceso de creación ha sido opuesto al de El viaje de Marcos, pues aquel lo escribí a ratos perdidos, a escondidas y planteándome destinarla a un cajón. Entonces tenía 19 años, claro, y ahora 20 años más, con lo que me he sentido mucho más libre, con la comodidad además de saber que cualquier editorial podría haber estado interesada en publicar la novela de ser terminado (aun sin ser LGTB, ya que esta etiqueta ha dejado de ser un impedimento). Por suerte, los tiempos en que una novela como El viaje de Marcos terminaba en la sección de libros eróticos han sido superados.
Tus referencias también habrán sido muy distintas…
Bueno, por lógica 20 años me han permitido leer muchos libros, tener muchas experiencias vitales, crecer como persona… Las referencias han sido muchas y muy variadas, pero no sabría mencionar una clara o determinante, si bien sí hay una diferencia clara de una novela a la otra. El viaje de Marcos es una novela iniciática para sus personajes, sus lectores, y para mí como autor. Cualquier persona la puede leer (y la ha leído), pero tiene en la gente joven su territorio más natural. El guardián de los secretos es una obra madura, ya que, aun habiendo una parte donde los protagonistas son más jóvenes, al estar narrada desde el punto de vista de una persona mayor el resultado es muy distinto.
Entre el uso de la primera persona y las emociones tratadas, tú forma de retratar a los protagonistas es muy íntima. Pero, ¿cuánto hay de ti en Marcos y Miguel?
La verdad es que lo correcto sería plantearse qué no hay de mí, ya que todos los personajes son míos, fruto de mi imaginación. No soy ninguno de ellos, pero a la vez soy todos y cada uno de ellos. No es una novela autobiográfica: ningún personaje es un alter ego, pero intento empatizar mucho con todos ellos, introducirme en su mente y su contexto tal y como hacen los actores con los personajes que interpretan. Como curiosidad, en El guardián de los secretos aparezco yo personalmente haciendo un cameo a lo Alfred Hitchcock. También hay en los personajes de todos mis libros mucho de muchas personas; al igual que los policías dice eso de que “todo lo que digas podrá ser utilizado en tu contra”, yo siempre digo que todo lo que se diga delante de mí podrá aparecer en una novela. Siempre he prestado mucha atención a los detalles de la vida; y muchos son los retazos de personas y experiencias reales que he plasmado en mis obras. Voy uniendo retales de aquí y de allá para crear los personajes y las tramas.
¿Y te ayuda la primera persona de cara a empatizar con tus personajes?
Claro, aunque en ambos casos la decisión viene determinada por la propia trama: El viaje de Marcos está confeccionada a modo de diario y El guardián de los secretos contiene unas memorias (de hecho, solo la mitad del libro está narrada en primera persona). La primera persona me gusta especialmente porque ayuda a romper la distancia entre el personaje y el lector, quien tiende así a identificarse más con los personajes. Me planteo otras personas, claro, incluso riesgos narrativos literarios que de hecho ya estoy poniendo a prueba en mi próximo proyecto.
En El viaje de Marcos, dos personajes homosexuales compartían el protagonismo. Sin embargo, en El guardián de los secretos una de las dos partes está contada desde el punto de vista de una mujer (Enara). ¿Te sientes más cómodo confeccionando personajes que sean hombres homosexuales?
Como creador supone un reto crear personajes distintos a mí, claro. Pero me gustan los retos. Para mí Enara es un personaje muy querido porque supone ponerse en la piel de un personaje mujer y heterosexual. De todos modos, todos los personajes suponen un reto porque intento que tengan una personalidad muy definida, con matices. Tengo una novela inédita que espero que vea la luz en 2017, un thriller histórico protagonizado por dos mujeres heterosexuales; y eso fue un reto también; un juego. Quizá el próximo reto sería dar vida a una mujer lesbiana; poco a poco, todo se andará. Me gustan los personajes complicados.
Tú organizas un cineclub, eres cinéfilo… Siempre he pensado que tus libros tienen fácil transición a la gran pantalla. Y además lo veo necesario dada la triste escasez de cine LGTB español. ¿Has pensado en ello, has tenido ofertas…?
¡Ojalá te escuchen porque ese es uno de mis sueños! En El viaje de Marcos hubo un intento serio de llevar a cabo la película, incluso escribí yo el guion, pero llegó la crisis y se llevó todo por delante. Yo estoy deseando que alguien se interese otra vez por ella, y también por El guardián de los secretos, claro. Todo el mundo me dice que mis historias son muy cinematográficas porque se imaginan perfectamente lo que están leyendo y lo visionan en la gran pantalla. Yo nací en los 70 y crecí viendo cine, con lo que tengo sus mecanismos muy integrados. Ojalá algún cineasta vea el potencial de estas historias; creo que lo tienen y que, si han llegado a tanta gente en papel, pueden hacerlo perfectamente en otros medios. Son muchos los que dicen que quieren una película de El viaje de Marcos; y yo el primero.