La mayoría de los australianos apoya el matrimonio igualitario, pero no la celebración de un referéndum al respecto
En una reciente encuesta, la mayoría de los australianos se declara favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo, pero muestra su oposición a que se apruebe mediante un referéndum, pues creen que el cambio legislativo debe efectuarse únicamente por vía parlamentaria. Otras encuestas revelan que el apoyo al matrimonio igualitario es mayoritario entre miembros de todas las confesiones religiosas. Pero el empecinamiento del primer ministro Malcolm Turnbull en la celebración de un plebiscito el próximo mes de febrero está llevando el asunto a una situación de impasse.
El pasado mes de septiembre se publicaba una encuesta en la que el 62 % de los participantes de declaraba a favor de la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en Australia. En contra se mostraba el 32 %, mientras que el 6 % se abstenía de opinar. Pero los porcentajes cambiaban cuando se preguntaba cuál era la vía que consideraban idónea para aprobarlo. Tan solo el 39 % creía que era necesario un referéndum, tal como propone incansablemente el primer ministro Malcolm Turnbull, mientras que un 48 % apoyaba la estricta vía parlamentaria, que es por lo que aboga la mayoría de la oposición. El 13 % restante se mostraba indeciso.
Una encuesta anterior revelaba que el apoyo al matrimonio igualitario es mayoritario entre los australianos de todas las confesiones religiosas. Entre los cristianos, el 53 % se declaraba favorable y el 41 % opuesto. El 62 % de los miembros de otras confesiones se mostraba a favor, frente al 30 % contrario. El porcentaje era mayor aún entre quienes no pertenecen a ninguna religión: un 67 % de partidarios a la igualdad LGTB y un 24 % opuestos.
Lo cierto es que este apoyo mayoritario al matrimonio entre personas del mismo sexo también se da entre los propios miembros del Parlamento australiano, aunque los intereses partidistas puedan llevar el asunto a una situación de impasse de difícil solución. El primer ministro, el liberal-conservador Malcolm Turnbull, se sigue aferrando a la convocatoria de un referéndum al respecto, que tendría lugar en febrero del próximo año, al ser la solución de compromiso a la que se aferra para mantener el apoyo de sus correligionarios, divididos entre partidarios y opuestos.
La oposición de laboristas y verdes, por su parte, se plantea bloquear la convocatoria de plebiscito en el Senado, donde son mayoría, mientras presentan proyectos de ley en el Parlamento, vía que creen idónea. Alegan para ello que, además de ser su labor como parlamentarios, así se ahorraría el coste de la consulta popular —estimado en 160 millones de dólares australianos (unos 108 millones de euros)—, y además se evitaría la confrontación entre australianos y la creación de un clima en el que los sectores más visceralmente homófobos acaparasen toda la atención. También existe el temor de que la movilización de esos sectores homófobos, junto con una escasa participación, se pueda traducir en un voto negativo en el referéndum.
Kylie Minogue no se casará hasta que todas las parejas puedan hacerlo
Entre los australianos partidarios de la aprobación del matrimonio igualitario está por cierto la conocida cantante Kylie Minogue, que no ha dudado en prestar su apoyo a la campaña Say I Do Under promovida por los colectivos LGTB.
Kylie ha declarado además que no contraerá matrimonio con su novio, el actor inglés Joshua Sasse, hasta que todas las parejas australianas, incluidas las del mismo sexo, puedan ejercer ese derecho.
Los derechos fundamentales de una minoría no deberían tener que depender de un referendum. Existe la posibilidad de que el «NO» movilice más gente que el «Sí», a pensar de ser minoría en la sociedad…
Dicho hecho, un referendum donde el SI ganase tendría algunos efectos positivos para los lgbt frente a la aprobacion parlamentaria: Los homofobos no podrían considerar la aprobacion como un acto de la «izquierda degenerada» o del «lobby gay», porque habría sido el pueblo quien lo aprobó. Eso mismo dificultaría que se formase una «Manif por touts» australiana o que futuros candidatos conservadores intentasen ganar relevancia prometiendo retirar la ley.