Amor entre aceras: críticas de la novela «Tim, una historia de vida escolar» y la obra de teatro «Cómo seducir a un hetero»
Como todos los clichés, el referente al homosexual enamorado de su mejor amigo heterosexual tiene bastante de realidad. A fin de cuentas, si los hombres y las mujeres heterosexuales tienen a menudo problemas para consolidar una amistad completamente exenta de tintes sexuales y los grupos de amigos homosexuales hacen lo propio a la hora de distinguir unos sentimientos de otros, es simplemente natural que los homosexuales los tengan a la hora de relacionarse con los heteros, con el conflicto añadido de que en este caso la balanza está desnivelada al jugar una de las partes con la ventaja de ser inmune a tales pasiones. De esta forma, lo que para uno representa tan sólo una amistad bella y poderosa (probablemente sin ser consciente de qué la hace tan bella y poderosa), para el otro puede tornarse en un auténtico quebradero de cabeza de no saber controlarse los instintos. Al carecer de solución alguna (quien es hetero lo será siempre a menos que verdaderamente no lo fuera en un principio) esta situación puede provocar tanto un simpático disparate como una auténtica tortura, o sea, una hilarante comedia o un desgarrador drama. Las dos obras a las que me dedico hoy, la novela Tim, una historia de vida escolar y la obra de teatro Cómo seducir a un hetero (basada en el libro homónimo) muestran cuán diferentemente puede abordarse este conflicto.
Más de cien años después de su publicación en Reino Unido, la acogedora Tim, una historia de vida escolar (Tim, a story of school life, 1891) ha visto por fin la luz en castellano gracias a la pequeña editorial Amistades Particulares. Nos encontramos ante la primera y más exitosa novela de Howard O. Sturgis (1855-1920), quien fue siempre un chico sensible y delicado que disfrutaba más bordando y leyendo que jugando con otros niños. Hijo de un acaudalado americano expatriado en Inglaterra, estudió en Eton y Cambridge y mantuvo una amistad muy especial con Henry James, su mentor literario. Basta leer unas páginas de esta novela para saber que, sin ser autobiográfica, lleva en su interior la difícil vida de su autor, quien, sin duda por eso, la publicó en su día de manera anónima. El famoso E. M. Forster (1879-1970), autor de Una habitación con vistas (1908) y Pasaje a la India (1924) se vio especialmente afectado por esta historia, la cual calificó de hermosa y melancólica; y es que probablemente su secreta (aunque no para sus conocidos) homosexualidad le habría llevado a vivir experiencias similares, como prueba el hecho de que su icónica y personal Maurice no fuera publicada hasta 1971, justo después de su muerte. Disculpad que me enrolle con la historia, pero es que realmente esta joyita merece disfrutarse desde cero, pues la sensibilidad y la honestidad que destilan sus páginas sume al lector en una experiencia única que, leída hoy, no sólo no se antoja anticuada, sino que supone una fascinante mirada a la homosexualidad de principios del siglo pasado. Y es que, pese a que el propio protagonista no hace mención directa a la sexualidad prohibida que lo oprime, sus sensaciones generan a día de hoy la misma empatía que se ganaron en su día.
En la otra cara de la moneda, la obra de teatro Cómo seducir a un hetero, representada cada miércoles en el madrileño Teatro de las Aguas, explora la atracción despertada por los heteros en los homosexuales desde el humor más punzante y alocado. A partir de su propio libro homónimo, Diego Manuel Bejar ha confeccionado, en compañía de Ángel Perulero (actor y codirector), un entretenido monólogo sobre la seducción en el mundo gay y la comprensión de “el hetero, ese desconocido”. Frente a la desgarradora impotencia de Tim, una historia de vida escolar, este espectáculo teatral se ríe de los tópicos que rodean a la relación entre homosexuales y heterosexuales, utilizándolos para generar risas fáciles pero evitando en todo momento dejarse arrastrar por ellos. El resultado es un monólogo desenfadado, atrevido y mordaz lleno de ritmo y golpes de efecto que tan sólo pierde algo de fuelle durante su tramo final, cuando sus principales armas han sido explotadas y ha de recurrirse a innecesarias vueltas de tuerca (la sección dedicada al vegetarianismo presenta todos esos tópicos que se evitan a la hora de abordar otros temas, ¿por qué?), así como a un tajante cambio de tono que, si bien ayuda al conjunto a rehuir la trivialidad para ahondarse en terrenos verdaderamente pedagógicos, resulta algo forzado. De todos modos, las virtudes del espectáculo superan con creces sus defectos (los cuales, además, habrán sido indudablemente limados desde el estreno gracias a la magia del teatro), con lo que la valoración general es muy positiva. Y es que pocos monólogos son capaces de generar tal grado de interés e hilaridad durante más de una hora. Bravo por el equipo.
Como veis, el mismo tema puede abordarse de formas diametralmente opuestas, provocando sensaciones muy diferentes. Por consiguiente, según el ánimo con el que os encontréis, os recomiendo, bien emocionaros con Tim, una historia de vida escolar, bien reíros a carcajadas con Cómo seducir a un hetero. Por supuesto, el carácter de la primera obra es más intelectual y emotivo y el de la segunda, más popular e irreverente, pero ambas son asequibles y disfrutables para todos los públicos. Por otro lado, si os encontráis en estos momentos enamorándoos de un hetero, ¡sólo puedo aconsejaros que distraigáis vuestra mente con cualquier otra cosa antes de que sea tarde!