El triunfo de François Fillon en las primarias de la derecha francesa augura tiempos oscuros en materia LGTB
Malas noticias para los derechos LGTB, otra vez. El resultado de la primera vuelta de las elecciones primarias de Los Republicanos, el gran partido de la derecha francesa, ha arrojado como inesperado vencedor a François Fillon, cuyas posturas contrarias al matrimonio igualitario y a la homoparentalidad son bien conocidas. El que era principal favorito, y «esperanza» del activismo LGTB, Alain Juppé, ha quedado en segunda posición, pero a una importante distancia de Fillon, y sus opciones parecen ya pocas una vez que el tercero en discordia, Nicolas Sarkozy, ha anunciado su apoyo a Fillon en la segunda vuelta.
El resultado de las primarias de Los Republicanos es de gran importancia: de ellas saldrá el candidato que con casi total seguridad se enfrentará a Marine Le Pen, la candidata del ultraderechista Frente Nacional, en la ronda definitiva de las elecciones presidenciales francesas, que se celebran el próximo 7 de mayo (siempre, claro está, que en la primera vuelta, que se celebra dos semanas antes, ningún candidato obtenga más del 50% de los votos). Todos los analistas dan por hecho que ni el candidato socialista, sea el que sea, ni el que presenten las fuerzas a su izquierda logrará pasar a la segunda vuelta (así lo prevén todas las encuestas, y no parece que en este caso vayan a fallar).
Hasta hace apenas unos días, se consideraba que la batalla en el seno de Los Republicanos era básicamente cosa de dos, Nicolas Sarkozy y Alain Juppé. Ya lo mencionábamos en una entrada publicada hace ahora dos años, en la que recogíamos las profundas divergencias en materia LGTB entre Sarkozy, que por aquel entonces prometía derogar el matrimonio igualitario si llegaba al poder, y Juppé, que se había posicionado claramente a favor del matrimonio igualitario y de la adopción homoparental. “He dicho que la ley debe ser reescrita de cabo a rabo, pero si preferís digo que lo hay que hacer es derogarla para hacer una nueva, en francés es lo mismo. Si así os parece mejor, eso cuesta poco”, declaraba por entonces el expresidente Sarkozy en un acto de Sens commun, un movimiento político ultraconservador nacido al calor de las movilizaciones contra el matrimonio igualitario y vinculado a la que entonces aún se llamaba UMP. Sarkozy consiguió poco después hacerse con la presidencia de esta fuerza política, que pocos meses después cambiaría su nombre a «Los Republicanos».
Ya por entonces se consideraba que el gran rival de Sarkozy sería Juppé, alcalde de Burdeos, un político moderado y muy popular, que no presentó su candidatura a la presidencia del partido y que prefirió jugar la carta de las primarias, pensando que un escenario «abierto» a todos los ciudadanos, y no solo a los militantes, le daría ventaja. De hecho durante todo este tiempo Juppé parecía favorito frente a Sarkozy. Lo que era una buena noticia para el colectivo LGTB, dado el giro pro-LGTB que Juppé habia experimentado. El alcalde de Burdeos comenzó su “proceso” publicando en octubre de 2012 una entrada en su blog en la que contaba que después de reunirse con activistas LGTB comprendía sus puntos de vista, añadiendo que aunque él hubiera preferido una ley de unión civil no se oponía al matrimonio igualitario. Con posterioridad afirmó ya con claridad que el matrimonio igualitario estaba integrado en la sociedad francesa y se declaró opuesto a la reescritura de la ley, para finalmente, en noviembre de 2014, declararse además favorable a la adopción homoparental después de un proceso de “madura reflexión”.
François Fillon, la sorpresa… desagradable
El propio Nicolas Sarkozy, que pese a su alto grado de conocimiento fuera de Francia nunca fue en realidad favorito para repetir como presidente del país, hizo su propio viraje en materia LGTB (bastante menos ambicioso que el de Juppé). El pasado enero hacía pública su nueva opinión sobre el tema en un libro en el que repasaba su trayectoria política: lamentaba «vivamente” no haber cumplido su viejo compromiso de aprobar la unión civil entre parejas del mismo sexo cuando pudo hacerlo, y respecto al matrimonio igualitario, defendió que aunque debería haber sido decidido en referéndum, una vez aprobado no había lugar a dar marcha atrás. “Es un punto sobre el que, lo asumo, he evolucionado”, afirmaba. Un giro, por cierto, que causó estupor entre los activistas homófobos de La manif pour tous y de Sens commun.
Activistas que por cierto se cuentan entre los que han acabado dando su apoyo a un tercer candidato, el derechista François Fillon, por el que nadie daba un duro hace solo unas semanas pero que ha subido como la espuma conforme se acercaba el día de la votación. Las encuestas previas a la votación de este domingo, de hecho, le daban prácticamente empatado con Sarkozy en el segundo puesto, y con posibilidades de quitarle el puesto a este. No solo ha sido así, sino que Fillon se ha impuesto con rotundidad, al obtener el 44,2% de los votos, frente al 28,3% de Juppé y el 20,8% de Sarkozy. La segunda vuelta de las primarias será, por tanto, entre Fillon y Juppé, pero el primero se perfila como gran favorito, y no solo por su ventaja de 16 puntos. El propio Sarkozy le ha dado ya su apoyo explícito frente a Juppé. Solo una grandísima movilización del voto de izquierda (recordemos que las primarias de Los Republicanos están abiertas a toda la ciudadanía) podría impedir su victoria, algo que no parece muy probable.
¿Por qué creemos que la elección de Fillon es una mala noticia? En primer lugar, porque el que fuese primer ministro de Sarkozy entre 2007 y 2012, a diferencia de Juppé e incluso del propio Sarkozy, sigue presentándose como opositor al matrimonio igualitario. No es de extrañar: ya en 1982 se opuso a igualar la edad de consentimiento para mantener relaciones homosexuales a la de las relaciones heterosexuales, al igual que en 1999 se opuso al PACS (Pacte Civile de Solidarité, la limitada ley de parejas que antecedió al matrimonio igualitario).
Fillon, que de hecho se muestra orgulloso de «seguir diciendo lo mismo, a diferencia de otros» en esta materia ha prometido «reescribir» la ley de matrimonio igualitario para modificar los aspectos relativos a la homoparentalidad. En concreto, eliminaría la posibilidad de adopción plena por parejas del mismo sexo (mantendría solo la «adopción simple», una fórmula de acogida de niños que seguirían manteniendo los vínculos de parentalidad con sus padres biológicos). También se legislaría para hacer aún más explicita la ya vigente prohibición del acceso a las técnicas de reproducción asistida a las parejas del mismo sexo y a las mujeres sin pareja masculina, y se impediría el registro de hijos nacidos por gestación subrogada en países extranjeros (aunque en este caso la modificación legal chocaría con la jurisprudencia europea: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado ya dos veces a Francia por esa razón).
Veremos qué sucede el próximo domingo, 27 de noviembre, en la segunda vuelta de las primarias. Pero si como parece Fillon se convierte en el candidato de Los Republicanos frente a Marine Le Pen, las personas que voten en clave LGTB no tendrán especiales motivos para decidirse en favor de uno u otro candidato. Una situación que augura, en cualquier caso, tiempos oscuros para los derechos LGTB en Francia.
No hay que olvidar nunca que los derechos conseguidos se pueden perder.