Penetrando en la prostitución masculina: crítica de «La difícil vida fácil» y entrevista a Iván Zaro
Se dice que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo. Personalmente, lo dudo, pero lo que sí está demostrado es que esta profesión se remonta a hace miles de años, pues la mayoría de las civilizaciones antiguas presentan evidencias de ello. Y sí, hablamos tanto de la prostitución femenina como de la masculina, pues recordemos que durante los tiempos de la Antigua Grecia y el Imperio Romano la homofobia era prácticamente inexistente, con lo que no resultaba extraño que los burdeles ofrecieran servicios tanto masculinos como femeninos, tal y como refleja la serie Roma (2005-2007), una extraordinaria producción televisiva donde, por cierto, se echan en falta personajes homosexuales. Por desgracia, en muchos sentidos atravesamos una Era menos liberal que aquella (demos gracias al cristianismo por ello), lo que explica que la prostitución masculina esté a día de hoy peor vista que hace siglos. En la homofobia, el machismo y la hipocresía radica la clave de ello.
Como suele suceder, la antipatía despertada por la prostitución masculina se debe en gran medida al desconocimiento. Sabemos muy poco de ella… y, lo que sabemos, lo sabemos mal. Por ello, el sociólogo Iván Zaro, especializado en los trabajadores masculinos del sexo desde 2004, se ha lanzado a la aventura de recopilar doce testimonios reales para confeccionar su primer libro: La difícil vida fácil (2016). Con anterioridad, este joven nacido en Madrid en 1980 ha escrito varios artículos sobre el tema, ha dirigido el primer estudio sociológico sobre prostitución masculina en Madrid (allá por 2007) y ha fundado, junto a un grupo de profesionales, la ONG imagina MÁS, asociación que lleva a cabo el programa de atención a la prostitución masculina de Ayuntamiento de Madrid desde el 2013. Escribir una obra así requiere amplios conocimientos tanto teóricos como prácticos del tema en cuestión, y eso es algo que Iván Zaro posee sobradamente, lo que explica que tan sólo tuviera que “tirar de contactos” para dar con los doce protagonistas del libro. Y es que, aunque La difícil vida fácil incluye información breve sobre prácticas, localizaciones y otros detalles de la prostitución masculina (así como un interesante prólogo del poeta y ensayista Luis Antonio de Villena), el grueso de la obra lo conforman las doce declaraciones, presentadas a modo de monólogos aun pese a haber sido tomadas en entrevistas, lo que dota a cada una de ellas de gran cercanía. Con plena honestidad, todos ellos relatan su experiencia dentro del mundo de la prostitución masculina, reivindicando ventajas como el buen sueldo (difícil de alcanzar con “trabajos normales”), la posesión de mucho tiempo libre (según se organice cada uno, claro) o el encuentro de amistades inesperadas en los clientes sin dejar de lado desventajas tan peliagudas como la prácticamente ineludible crisis de identidad, la exposición a infecciones de transmisión sexual y otros peligros o la vulnerabilidad ante una ley que no considera su existencia (así como la falta de compañerismo que todo ello conlleva).
La difícil vida fácil nos acerca a las principales modalidades del oficio, desde la prostitución callejera hasta la acontecida en pisos regentados por proxenetas, saunas, locales nocturnos o los propios hogares de los prostitutos, desde los profesionales venidos de otros rincones del mundo hasta los españoles que encuentran en este oficio un modo de vida, desde los expertos en juegos de dominación, sadomasoquismo o travestismo hasta los artistas del sexo (Leonardo Lucatto es el único entrevistado citado con nombre y apellido). Nueve de los testimonios pertenecen a actuales trabajadores del sexo; tres de ellos, a personas que ya han dejado atrás esa etapa. Todo ello está presentado de un modo tan estructurado y fascinante que la lectura se antoja muy amena, permitiendo al lector adentrarse en una realidad probablemente desconocida con sumo lujo de detalles. Tanto si se tiene interés en la prostitución masculina como si siempre se ha visto este “arte” como un pormenor oscuro de la sociedad, leer La difícil vida fácil será una experiencia tan entretenida como enriquecedora.
A continuación, os dejo con mi entrevista a Iván Zaro, autor de La difícil vida fácil, con quien hablo sobre la concepción del libro y, claro está, la prostitución masculina.
¿Qué te llevó en su día a especializarte en los trabajadores del sexo?
Tenía claro que no quería ser un Trabajador Social de despacho, quería contacto con la realidad. Llegue a la prostitución masculina por accidente, en el momento de realizar las prácticas finales de la carrera vi esta opción entre otras y no lo pensé dos veces. Descubrí una realidad invisible y susceptible de implementar diversas estrategias innovadoras; este colectivo no sólo me ha enseñado muchas cosas sino que además me ha dado la oportunidad de crecer como profesional.
¿Cómo fue desarrollándose tu percepción de la prostitución masculina conforme la estudiabas?
Siempre la he contemplado como una actividad fuertemente estigmatizada a pesar de ser invisible ante la sociedad. Al estar llevada a cabo por hombres y demandada en su mayoría también por hombres es golpeada por la homofobia con todo lo que esto conlleva. A lo largo de los años he aprendido a traducir lo que significa en muchos casos el ejercicio, hay muchas realidades que confluyen en la prostitución y que han de ser tenidas en cuenta: la pobreza, la desigualdad de oportunidades, la vulnerabilidad ante la salud sexual (este colectivo, junto al de las Trabajadoras Transexuales del Sexo, es el más vulnerables ante el VIH en la actualidad en España) o la salud mental (es habitual sufrir trastornos del estado del ánimo o ansiedad). No quiero decir que la prostitución genere todo esto, pero confluyen diversas variables que agudizan estos episodios. Hay que tener en cuenta que la puerta de entrada a la prostitución suelen ser la necesidad económica y la pobreza: una vez dentro uno se enfrenta a duros desafíos.
¿Cuándo y por qué decidiste escribir este libro?
En 2006 dirigí la primera investigación sociológica sobre Trabajadores Masculinos del Sexo; tuvo un enfoque desde la salud sexual. Eché en falta una parte más humana, siempre me ha llamado la atención la capacidad de superación de muchos de ellos, son verdaderos ejemplos de resistencia. Al cumplir diez años como profesional hice balance de todo cuanto me han enseñado y quise agradecérselo compartiendo con la sociedad los testimonios de algunos de ellos.
¿Cómo seleccionaste a los doce protagonistas de La difícil vida fácil? ¿Fue difícil convencerlos para colaborar?
Fue muy sencillo contar con su colaboración, afortunadamente suelo tener una relación muy estrecha con los Trabajadores del Sexo que atiendo. Se establece un vínculo muy fuerte cuando te aproximas a este colectivo para acompañarle en su bienestar sin juzgar en ningún momento, simplemente para servir de apoyo en los momentos en los que lo precisen. Todos se mostraron encantados de colaborar y lo hicieron de forma desinteresada, estoy muy agradecido. Según iba diseñando la estructura de la obra tenía claro quién había de formar parte de cada capítulo. Por ejemplo, Javier ha estado más de 20 años ejerciendo la prostitución callejera en Madrid, con lo que no hay mejor testimonio que el suyo. Otros, como Samantha, el experto en BDSM Juanjo, el afamado actor porno Leonardo Lucatto se mostraron muy generosos conmigo desde el primer instante. Lo complicado fue dar con alguno de ellos, pues a veces cambian el número de teléfono o viajan a otros países durante temporadas largas. Pero al final pude reunir todos los testimonios que tenía en mente para poder llevar a cabo La difícil vida fácil.
¿Cómo han recibido el libro sus doce protagonistas? ¿Y el resto de la comunidad de trabajadores del sexo?
Los protagonistas se emocionaron, a veces hasta que uno mismo no escucha su discurso no toma consciencia de la fuerza que tienen sus palabras. Me mostré nervioso al respecto, sabía que es una obra valiente que pone en el punto de mira a sus protagonistas, la opinión que más me importaba era la suya. No sé escribir ficción, todo lo que narro en esta obra es reflejo de mi trabajo diario y está basado en la realidad. Por tanto la opinión de los Trabajadores del Sexo es vital, las personas que ejercen prostitución que han tenido la oportunidad de leerlo me han subrayado que es un libro real, alejado del morbo y la fantasía con la que muchas novelas eróticas han esbozado la prostitución masculina.
¿Cómo llevaste a cabo las entrevistas? ¿Cómo ha sido el proceso de adaptación de las mismas a la narración en primera persona que presenta el libro?
Me solía desplazar a casa de los Trabajadores del Sexo o bien quedábamos en un punto intermedio, o incluso en mi propio salón. Yo explicaba con calma en qué consistía le entrevista: era una conversación sobre su experiencia y vivencia como Trabajador del Sexo. A menudo las grabaciones duraban hasta 3 horas, eran distendidas y sinceras, sabían que no les iba a juzgar. Lo duro fue transcribir tantas horas de entrevistas, lo hice a la antigua usanza. Una vez transcritas, desde Punto de Vista Editores me propusieron recurrir a la primera persona, lo cual me pareció un acierto. Así que fuimos maquetando las respuestas de la entrevista dándoles cuerpo hasta que dimos con el resultado esperado. De no haberlo editado así hubiera sido mucho más árida la lectura, además de extensa, similar a una obra teatral.
¿Qué ha primado a la hora de redactar: el respeto a la voz y expresión de cada entrevistado o la comprensión lectora? ¿Dirías que ha habido algún tipo de censura?
Sólo ha habido una censura impuesta por mí mismo a la hora de transcribir las entrevistas. Alguno de los entrevistados dio nombres famosos de sus clientes y yo tenía claro que este libro no iba a ser sensacionalista. Así que eliminé los nombres; creo que distorsionaría el sentido de la obra y además respeto mucho la intimidad de las personas. Respecto a los testimonios, ha primado la esencia de cada entrevistado; fue un trabajo arduo pero son prácticamente las palabras textuales de los protagonistas, hilvanadas para alcanzar coherencia. Creo que se aprecia la personalidad de cada uno en los testimonios, ha sido un reto para el equipo de la editorial; enhorabuena.
¿Ha cambiado tu percepción de la prostitución masculina al escribir esta obra?
En parte sí: ahora soy capaz de ver más las sombras aun cuando a veces ellos no quieren mostrarlas. Es un camino muy duro, donde la soledad y las necesidades económicas pueden llevar a la desesperanza y a momentos muy extremos. Somos muy vulnerables y, en situaciones como las relatadas en el libro, aún lo somos más aunque intentemos proyectar una imagen de héroes. Ahora veo el lado más humano, soy capaz de ver la herida.
¿Qué tópicos crees que desmonta La difícil vida fácil? ¿Y cuáles confirma?
Desmonta que sea una vida fácil, que todo el mundo puede hacerlo. ¿Tendrían muchos hombres sexo con señores de 93 años como relata uno de los protagonistas del libro? Desmonta el mito de la orientación sexual, ya que hay hombres gais que han tenido sexo con mujeres por dinero, y hombres heterosexuales con hijos que ejercen prostitución con otros hombres. Tal vez venga a confirmar que apenas existe una red de trata con fines de explotación sexual, afortunadamente.
¿Por qué crees que la prostitución masculina está tan marginada del imaginario colectivo?
Siempre tuvo que está oculta para garantizar su supervivencia, pues el sexo entre hombres ha sido perseguido social y legalmente en este país hasta hace muy poco tiempo. Por ello debía ser discreta e invisible. Esto ha hecho que no exista un arquetipo que permita distinguir un hombre que está esperando en la calle de un hombre que está ejerciendo prostitución; sin embargo, el caso de las mujeres es bien distinto. Y, aunque la invisibilidad puede tener sus cosas positivas, como estar menos expuesto socialmente, también trae consecuencias tan negativas como carecer de conciencia de grupo.
¿Es la prostitución una etapa del camino o puede ser el camino en sí?
Difícil pregunta; creo que es una etapa en el camino. Aunque la crisis ha fomentado la prostitución masculina, esta es una actividad con una fecha de caducidad, al menos en España. Los clientes suelen demandar bien una edad joven, bien un aguante físico para el que no todos están preparados. Además de ser una actividad inestable que no permite tener un volumen de ingresos fijos al mes, por no decir lo estresante que puede llegar a ser. En el caso de la prostitución masculina, creo que es una etapa en el camino, aunque para algunos la salida de este mundo resulte bastante ardua.
Como experto en el tema, ¿crees que la prostitución debería legalizarse?
No tengo clara esta cuestión, y mira que llevo 14 años trabajando en este ámbito. Creo que no es una estrategia que pueda llevarse a cabo sólo prohibiendo o sólo legalizando. Hay que seguir trabajando para acabar con las mafias y ayudar a las víctimas de trata a recomponerse como seres humanos. También hay que apostar por la formación y el acceso al empleo de aquellas personas que menos posibilidades tienen, que son al fin y al cabo las más vulnerables ante la prostitución. Y, por último, creo que hay reconocer la forma de vida de las personas que se consideran Trabajadoras del Sexo.
¿Cómo trabaja la ONG imagina MÁS? ¿Os sentís apoyados por las instituciones?
Sí; afortunadamente desde 2013 contamos con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid para prestar atención a la prostitución masculina y transexual, minimizar su vulnerabilidad y tratar de garantizar su acceso al sistema social y sanitario.