Se crearán “espacios seguros” para los adolescentes LGTB en las escuelas católicas de Escocia
Las escuelas católicas de Escocia aprobarán próximamente un plan para que en sus centros se atienda debidamente la realidad LGTB, con espacios donde los jóvenes puedan sentirse escuchados y respetados. Responden así a una demanda del poder legislativo, con una actitud muy distinta a otras que hemos podido ver en España.
Las escuelas católicas de Escocia tendrán espacios seguros para las personas LGTB. Así lo ha anunciado la directora del Servicio de Educación Católica de Escocia, Barbara Coupar, que ha reconocido que muchos profesores de los centros católicos no saben bien cómo afrontar la realidad de los estudiantes LGTB. «Por este motivo emprendemos el camino de asegurar que en todas nuestras escuelas católicas haya una persona adulta de confianza, un espacio seguro en el colegio. Donde haya alguien que haya tenido la oportunidad de haberse entrenado, a falta de mejor palabra, para satisfacer las necesidades de los jóvenes a su cargo”, ha afirmado. Unas declaraciones que llegan meses después de que el Servicio de Educación Católica anunciara programas de formación en materias de género y sexualidad para los profesores de sus centros.
Esta medida se toma además después de que Christina McKelvie, de la Comisión de Derechos Humanos e Igualdad del Parlamento de Escocia, haya denunciado la ausencia de este tipo de servicios en los colegios católicos. En palabras suyas: “Muchos jóvenes me han contado historias horribles sobre cómo son empleadas las clases de Educación Personal y Social, especialmente siguiendo una línea moralista donde los jóvenes se ven arrinconados creyendo que sus pensamientos y sentimientos no son respetados”. McKelvie afirmó igualmente que había escuchado quejas de que los profesores no tenían formación para tratar temas relativos a la realidad LGTB, pues lo abordaban o de forma moralista o como algo en lo que realmente no creían. También reconoció que en la educación católica en Escocia había ejemplos positivos e incluso brillantes, pero que el gobierno tenía la obligación de asegurar que los estudiantes se sintiesen protegidos.
El ejemplo de Escocia es sin duda llamativo, al contrastar con la ausencia de estos planes en España, o incluso con la abierta oposición de algunos colegios católicos a las recientes leyes antidiscriminatorias aprobadas en diversas comunidades autónomas de España. Baste recordar la carta del director del Colegio Juan Pablo II de Alcorcón contra la ley madrileña contra la LGTBfobia o incluso los folletos enviados por HazteOir a colegios de toda España. Parece claro, en el caso de Escocia, que la presión del legislativo ha desencadenado una reacción muy distinta. Esperemos que en España los poderes públicos sepan mantener el tipo y que estos centros entiendan que la lucha contra la discriminación hacia las personas LGTB no es una opción sino un deber.
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