El «autobús del odio» de HazteOír, recibido con protestas en Sevilla
La campaña tránsfoba de HazteOír ha llegado este miércoles a Sevilla, donde su buque insignia, el «autobús del odio», ha sido recibido por cientos de manifestantes que le han impedido circular por sus calles. La organización ultraconservadora, mientras tanto, sigue haciéndose la víctima de una supuesta campaña de «acoso a la libertad de expresión» y haciendo caja con las donaciones de sus simpatizantes.
HazteOír pretendía que su autobús se pasease por las calles del centro de la capital andaluza, pero los manifestantes contra la LGTBfobia han impedido el paso del vehículo, ya desprovisto de la cartelería más agresivamente tránsfoba después de las multas recibidas en otras ciudades españolas y de que los Mossos d’Esquadra obligaran a la organización a retirarla durante su estancia en tierras catalanas. «Respeto para todos. No al bullying» es el nuevo lema con el que, con un cinismo absoluto, HazteOír ha decorado ahora el vehículo.
Un truco que no ha impedido que el «autobús del odio» fuese recibido en Sevilla con lanzamiento de huevos, piedras y otros objetos contundentes, que incluso han agrietado el parabrisas. También ha sido objeto de pintadas contra la transfobia. Efectivos de la Policía Nacional, de hecho, han intervenido para proteger el vehículo mientras se alejaba. El autobús tenía también previsto hacer acto de presencia en San Juan de Aznalfarache, pero finalmente no lo ha hecho. El rechazo al autobús no se ha dado solo entre los manifestantes: el propio Ayuntamiento de Sevilla ha hecho pública una declaración institucional en la que declara non grata la campaña de HazteOír y expresa su el rechazo total a los «mensajes que niegan la identidad de las personas trans, especialmente de los niños y niñas».
No hay que olvidar, en cualquier caso, que la campaña de odio de HazteOír no consta solo del autobús. Los ultraconservadores también difunden un panfleto, el mismo que hace unos meses hicieron llegar a cientos de colegios de toda España y que ABC hizo llegar hace un par de semanas a los quioscos, en el que se denigran los avances legislativos que se están produciendo en diferentes comunidades autónomas en materia LGTB y se recopila todo un argumentario ultra en contra de la diversidad sexual, muy especialmente en contra de los derechos de las personas transexuales. Está firmado por HazteOír y por CitizenGO, una plataforma promovida por la propia HazteOír y que persigue sus mismos fines a nivel internacional. Con el lanzamiento de este panfleto HazteOír ponía en marcha su actual campaña LGTBfoba, de la que el ya tristemente famoso “autobús del odio” es solo un elemento más.
La organización ultraconservadora, mientras tanto, continúa haciendo caja gracias al dinero que no deja de pedir a sus simpatizantes. En sus mensajes de correo electrónico, HazteOír no duda en recordar que son una entidad declarada de utilidad pública, un privilegio que les concedió el exministro Jorge Fernández Díaz. «Esto significa que todos los donativos que nos hagas antes de final de año se podrán desgravar, en el ejercicio siguiente, en el pago del impuesto correspondiente. Un 75% por los primeros 150€ que nos dones y un 30% por el resto. Por ejemplo, si donas 200€ Hacienda te devolverá 127,5€ en 2018. Anualmente te enviaremos, por correo postal, el certificado de donación a efectos fiscales», recuerda HazteOír a sus simpatizantes.
Protesta por la presencia de Arsuaga en el Parlamento Europeo
Su presidente, Ignacio Arsuaga, hacía por cierto acto de presencia el martes en el Parlamento Europeo, invitado por eurodiputados del partido italiano de extrema derecha Liga Norte, para dar una rueda de prensa y hacer propaganda de su campaña de odio. Una invitación por la que setenta eurodiputados de diversas fuerzas políticas han mostrado su indignación y solicitado a la comisaria de Justicia de la Unión Europea, Vera Jourova, que interceda ante el Gobierno de Mariano Rajoy para que retire el estatus de entidad de utilidad pública. Durante la rueda de prensa de Arsuaga en una sala de la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, por cierto, tres activistas de Chrysallis (asociación de familias de niños y niñas trans) han desplegado, en silencio, la bandera del colectivo transexual en señal de repulsa.