Corea del Sur elige a un presidente que augura pocos avances en igualdad LGTB
El candidato del socioliberal Partido Democrático, Moon Jae-in, resultó vencedor en las elecciones presidenciales celebradas este martes en Corea del Sur. Durante una campaña en la que la realidad LGTB estuvo más presente que en otras ocasiones, Moon decepcionó al proclamar su rechazo de la homosexualidad. El nuevo presidente matizó después sus palabras y se declaró contrario a la discriminación basada en la orientación sexual.
La igualdad LGTB ha tenido un peso importante en la campaña electoral para las elecciones presidenciales de Corea del Sur. Lo cual no quiere decir que el resultado haya sido positivo. De los cinco candidatos principales, solo Sim Sang-jung, del progresista Partido de la Justicia, apuesta abiertamente por los derechos LGTB. En el lado opuesto, el conservador Hong Jun-pyo, que culpó a los homosexuales de la existencia del VIH/sida en el país y señaló su presencia en el Ejército como una fuente de “debilidad”.
Entre ambos parecía encontrarse el que finalmente resultó vencedor de las elecciones. Moon Jae-in, abogado de derechos humanos, despertaba cierta esperanza en la comunidad LGTB. De hecho, había concurrido a las elecciones de 2012 apoyando la prohibición de la discriminación basada en la orientación sexual. Incluso defendió explorar “alternativas institucionales” al matrimonio igualitario, aunque la presión de grupos cristianos lo obligó a desdecirse. Y hace un mes se reafirmó en abogar por “el derecho a la vida, la seguridad y la igualdad sexual”, así como por ampliar las categorías merecedoras de protección contra la discriminación.
Las expectativas, sin embargo, quedaron muy mermadas tras el debate televisado que tuvo lugar el pasado 25 de abril. Respondiendo a las declaraciones homófobas de su contrincante Hong, Moon afirmó que se opone y que no le gusta la homosexualidad. Aunque reafirmó su rechazo a la discriminación, se manifestó contrario al matrimonio entre personas del mismo sexo. Las consiguientes protestas de los activistas LGTB lograron que el ahora nuevo presidente suavizara algo su postura, pero sin comprometerse a ningún cambio que no logre “consenso social”.
La comunidad cristiana del país (aproximadamente un 28% de la población), en su mayoría fuertemente conservadora y contraria a la igualdad LGTB, probablemente ha pesado en los titubeos de Moon, que es católico. Grupos cristianos ya lograron posponer una ordenanza antidiscriminación en la capital, Seúl, en 2014. Su alcalde, Park Won-soon, había mostrado pocos meses antes su apoyo a los derechos LGTB, incluyendo el matrimonio igualitario, en declaraciones a un periódico estadounidense. El jefe de la corporación municipal manifestaba entonces su deseo de que el país adelantara a Taiwán y se convirtiera en el primero de Asia en abrir el matrimonio a las personas del mismo sexo.
Algo que no parece que vaya a ocurrir en el futuro próximo por la vía legislativa ni probablemente tampoco por la judicial, después de que un tribunal denegara este derecho a una pareja de hombres en junio del año pasado. Corea del Sur sigue estando, junto a Japón, en el furgón de cola de los países miembros de la OCDE en lo que a derechos LGTB se refiere. En el ámbito militar la situación es aún peor: los relaciones homosexuales entre miembros del Ejército están penadas y hace unas semanas informábamos de una persecución organizada contra soldados sospechosos de ser gais.