Eurovisión invita a “celebrar la diversidad”, en una edición en la que no participa Rusia
Martes y jueves de esta semana han tenido lugar en Kiev las dos semifinales del Festival de Eurovisión 2017, en la que se ha clasificado Armenia, Australia, Azerbaiyán, Bélgica, Chipre, Grecia, Moldavia, Polonia, Portugal y Suecia (1ª semifinal) y Austria, Bulgaria, Bielorrusia, Croacia, Dinamarca, Hungría, Israel, Noruega, Países Bajos y Rumanía (2ª semifinal). A ellos se unirán, el sábado, Ucrania (como anfitrión) y el llamado “Big Five” (en el que se integran Italia, Reino Unido, Alemania, Francia y España). Este año parten como favoritos Francesco Gabbani (Italia) y Salvador Sobral (Portugal) y, aunque las “quinielas” no siempre se corresponden con el resultado final, España podría quedar en la cola si estas se cumplen. El lema escogido por el certamen en la presente edición es “celebrar la diversidad”, que nos parece muy acertado. Recordemos que Rusia no participa por sus disputas con Ucrania.
La gran final tendrá lugar el sábado, en el International Exhibition Centre de Kiev. Gracias al triunfo de Jamala en la pasada edición, quien volvió a interpretar su tema ganador 1944 durante la primera semifinal del martes, Ucrania se ha convertido en la sede del popular e histórico festival de la canción en 2017. Una circunstancia que ha servido, una vez más, para evidenciar las tensiones entre este país y Rusia, que decía retirarse del concurso.
El veto ucraniano a Yulia Samoylova, la artista que había elegido Rusia como representante, se producía como consecuencia de su actuación en Crimea después de la anexión rusa. Un hecho al que se sumó su entrada “ilegal” a esta región directamente desde Rusia. Samoylova no podrá entrar a Ucrania durante tres años y no se previó una excepción para que pudiera participar en Eurovisión. La Unión Europea de Radiodifusión (UER, en castellano o EBU, en inglés), infructuosamente, intentaba mediar entre los dos países, pero no se llegó a ningún acuerdo entre las partes. La UER, incluso, llego a ofrecer a Rusia que Samoylova participara, excepcionalmente, vía satélite. Un extremo declinado por las autoridades rusas, que no han tenido otra opción más que abandonar el certamen en esta edición.
Casualidad o no, Rusia no participa en un año en el que el lema de Eurovisión invita a “celebrar la diversidad”. Según el comunicado de la organización del festival, “cada uno tiene su propia interpretación de lo que significa” dicho lema. Desde dosmanzanas lo tenemos claro y recogemos el guante, animando a celebrar la diversidad de la orientación sexual e identidad de género, combatiendo la discriminación y el odio LGTBfóbico en cualquiera de sus formas.
Se puede estás más de acuerdo o en desacuerdo, sin embargo, es un hecho implícito que el factor geopolítico representa un criterio de peso en Eurovisión, más allá del buen o mal hacer de los artistas (los abucheos a Rusia en 2014 y 2015 son un claro ejemplo; pero también las altas puntuaciones que a menudo se cruzan países pertenecientes a bloques como el exsoviético, el exyugoslavo, el nórdico o el báltico). Siguiendo con el lema de “celebrar la diversidad”, nos quedamos con las declaraciones de Alma, la representante francesa, quien considera que “no hay fronteras en el Festival de la Canción de Eurovisión y estoy feliz de ser parte de él”.
Siendo justos, en clave geopolítica, son varios los países que deberían aplicarse el eslogan que prodiga Eurovisión, además de Rusia, empezando por algunos sectores ultraderechistas de la propia Ucrania. La transformación de un monumento de la era soviética en Kiev en «el arcoíris hecho por el hombre más grande del mundo», se vio truncada por las protestas LGTBfóbicas de grupos como Right Sector, que denunciaron «propaganda gay». Así se expresaban los radicales: «El simbolismo pervertido que ha arruinado los colores del arcoíris ha provocado la indignación entre los ucranianos comprometidos con los valores tradicionales«. Por su parte, el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, decía que la ciudad había «adoptado un compromiso» entre los partidarios y los opositores del plan del arcoíris: «La parte que no se ha completado se cubrirá con un patrón decorativo de Ucrania». Una pena.
Italia y Portugal parten como favoritos
El italiano Francesco Gabbani y el portugués Salvador Sobral parten como favoritos, a tenor de los datos que arrojan las casas de apuestas. A Italia y Portugal (que accede a la gran final después de siete años), le siguen en lo más alto del ranking: Bulgaria, Bélgica, Suecia, Reino Unido, Armenia, Países Bajos, Rumanía, Azerbaiyán y Francia. En cambio, el representante de España, Manel Navarro, no parece haber caído muy bien en el festival (durante su entrevista en la primera semifinal del martes en Kiev recibió algunos abucheos) y quedaría relegado en los últimos diez puestos. Pero las “quinielas” son solo un punto de referencia que, de hecho, no siempre se corresponde con el resultado definitivo y, para eso, habrá que esperar al sábado (en España se puede seguir la gran final a través de La 1 de Televisión Española, a las 21 horas).
Francesco Gabbani, representante de Italia, nació en 1982 y estaba destinado a ser músico. Cantante, letrista y compositor, Francesco ha ganado San Remo dos veces seguidas y está a punto de lanzar su tercer álbum en solitario. Ha trabajado con artistas como Eros Ramazzoti o Laura Pausini, entre otros. Su tema Occidentali’s Karma, tiene grandes posibilidades en Eurovisión 2017.
Salvador Sobral, que actuará en representación de Portugal, interpreta la canción Amar Pelos Dois, escrita por su hermana Luisa. Sobral estudió Psicología, pero su pasión por la música ha sido más fuerte, logrando transmitir un intenso sentimiento con su voz. Cabe señalar, por otra parte, que el artista portugués de 27 años, que habla muy bien en castellano, vivió en Barcelona y Palma de Mallorca.
Para terminar, os dejamos con el vídeo del representante de España, Manel Navarro, y su Do It For Your Lover. Ya desde el día de su elección ha sido muy cuestionado y los pronósticos no le otorgan una buena posición, pero veremos qué sucede finalmente el sábado: