Un grupo de escuelas católicas de Australia presenta una guía para la inclusión de su alumnado LGTB
Mientras que en España los obispos insisten en el discurso homófobo (baste recordar las recientes palabras de Xavier Novell, el joven obispo de Solsona), en otros lugares la Iglesia católica da pasos en favor de la inclusividad. Hoy el ejemplo nos llega desde Australia, en concreto desde una corporación de escuelas católicas. Son iniciativas que no ponen en cuestión la doctrina oficial de la Iglesia (eso es algo que depende del Vaticano) pero que si van en la dirección adecuada.
En parte por convicción, en parte porque la legislación les obliga, lo cierto es que en diversas partes del mundo las escuelas católicas van introduciendo medidas de inclusión de su alumnado LGTB. En esta misma página hemos hablado ya de una iniciativa en este sentido en Escocia. Otro ejemplo más reciente es el de una corporación de escuelas católicas, Edmund Rice Education, en Australia, que ha elaborado una guía sobre actuaciones inclusivas de los alumnos LGTB y sus familias para sus 52 escuelas. Asimismo, pronto comenzará un programa de formación para los profesores con el objetivo de crear un ambiente más seguro en sus aulas: “No buscamos ser provocativos ni crear divisiones. Nuestra creencia fundamental es en la inclusión: el bullying, el acoso y la discriminación van totalmente en contra de ella y no tienen lugar en nuestras escuelas”, han expresado los promotores de la iniciativa.
En este sentido, se ha publicado una declaración a favor de la inclusión, «Safe and Inclusive Learning Communities Statement«, así como un conjunto de recursos para los directores de colegios, líderes y profesores. Existe además un informe sobre “comunidades de aprendizaje seguras e inclusivas” que puede obtenerse solicitándolo por correo electrónico.
Sin cuestionar la doctrina oficial de la Iglesia (condición sin la cual este tipo de proyectos no serían viables en este momento), la declaración se remite al actual papa Francisco: “Nuestra Sagrada Escritura nos recuerda que toda persona está hecha a imagen y semejanza de Dios. Por consiguiente, cada persona tiene su propia dignidad inherente y Dios tiene la intención de que crezca hacia su plenitud. Esto significa para EREA [el grupo de escuelas] apoyar a cada joven a que alcance el crecimiento y la liberación mediante el apoyo tanto pastoral como académico y co-curricular. Jesús, el gran incluyente, nos desafía con una visión radical del amor y la inclusión. El papa Francisco asume este reto”.
Entre las recomendaciones, el propio documento señala cuatro tareas como las más urgentes: que cada escuela asuma dentro de su perspectiva global de acción que entre sus alumnos hay personas LGTB; que en los protocolos sobre discriminación se incluyan explícitamente medidas contra la violencia hacia las personas LGTB; la revisión de sus actuales reglamentos y protocolos para asegurar la inclusión; y medidas encaminadas a que sus estudiantes y trabajadores puedan sentirse libres para explorar cuestiones de identidad sexual.
Conviene precisar que la iniciativa tiene lugar en el contexto de la fuerte reacción conservadora hacia el programa Safe Schools contra el acoso escolar por LGTBfobia, al que hace unos meses hicimos ya referencia, promovido en su momento por el propio gobierno australiano, cuyos materiales este grupo de escuelas afirma no poder asumir. Sin embargo, en lugar de instalarse en la negación del problema, han desarrollado materiales propios, basados en una investigación realizada por el jesuita Peter Norden en 2007, quien analizó cómo las escuelas católicas pueden dar un mejor apoyo a los estudiantes LGTB. Una iniciativa que bien podrían replicar centros católicos de otras partes del mundo, como España, en los que el acoso escolar por LGTBfobia permanece absolutamente inivisibilizado.