Detenidos más de 40 hombres en Nigeria acusados de “actos homosexuales” tras participar en un evento informativo sobre VIH
Repugnante la última actuación de las autoridades de Nigeria: en su triste cruzada contra la diversidad de orientación sexual e identidad de género, una nueva redada se ha saldado con la detención de más de 40 hombres, acusados de “actos homosexuales”. Por desgracia, este tipo de intervenciones por parte de la policía, que contravienen el derecho internacional, no son ninguna novedad en este país del continente africano. Sin embargo, resulta especialmente significativo el hecho de que los arrestados se encontraban en un evento informativo sobre el VIH/sida, en el marco de un ambiente festivo, dentro del salón de un hotel de Lagos. La activista LGTB nigeriana Bisi Alimi ha dicho que «estos hombres estaban tratando de salvar sus vidas y hacer su país mejor, con la prevención de la propagación del VIH».
Sin poder ofrecer una cifra exacta de arrestos, algunos medios hablan de unos 42 hombres detenidos, acusados de “actos homosexuales”. Al parecer, estas víctimas de la LGTBfobia de estado se encontraban en el salón de un hotel de Lagos, celebrando una reunión en la que resolverían sus dudas y recibirían asesoramiento e información en relación al VIH/sida. El Gobierno de Nigeria parece ignorar que este tipo de acciones persecutorias son muy negativas para frenar el avance de la pandemia, a pesar de ser uno de los países del mundo más afectados por sus efectos.
En este sentido, solo hace falta a acudir al informe publicado por ONUSIDA del año pasado: “la situación fue particularmente difícil en Nigeria, que en 2015 ocupó el segundo lugar del mundo en relación a la epidemia de VIH. Nigeria tuvo el mayor número de nuevas infecciones entre los niños en el mundo; se calcula que 41.000 [entre 28.000-57 000]. Aproximadamente, es el equivalente a los ocho países siguientes juntos. Solo ha habido un 21% de nuevas detecciones pediátricas por VIH en Nigeria desde 2009, en comparación con el 60% de promedio entre los otros países prioritarios del Plan Mundial”. Con todo, aún con más de tres millones y medio de personas que viven con VIH en este país, el Gobierno nigeriano demuestra que no le importa que se desincentive el interés de la ciudadanía por luchar contra la pandemia.
Como ocurre en otros países en los que se criminaliza la homosexualidad, no importa la orientación sexual real de las víctimas: a menudo es suficiente una sospecha, un juicio por las apariencias o un simple intento de “desacreditar” a un enemigo. El caso es que estos hombres se enfrentan a una pena de prisión que puede ascender hasta los 14 años, además de otras posibles penas como los azotes o latigazos.
LGTBfobia de Estado en Nigeria
En Nigeria las relaciones homosexuales se castigan con penas que pueden llegar hasta los 14 años de cárcel o incluso hasta la muerte por lapidación en los estados del norte en los que además se aplica la sharía o ley islámica (el estado de Kaduna, de hecho, es uno de los que aplican en parte de su territorio). El pasado mes de abril recogíamos que 53 personas fueron detenidas en el país, acusadas de haber participado en una “boda gay”. La mayoría de los detenidos eran jóvenes de entre 20 y 30 años, que ya prestaron declaración ante el juez y que todavía esperan que se dicte sentencia.
Cabe recordar que a principios de 2014 el presidente Goodluck Jonathan promulgó la mencionada ley, que agrava el tratamiento penal para cualquier actividad relacionada con la realidad LGTB. Desde su entrada en vigor, de hecho, no han cesado de sucederse los actos de barbarie de la población civil contra las personas LGTB de Nigeria, alentados por los líderes políticos y religiosos, que han creado un ambiente de profunda homofobia social. En dosmanzanas hemos informado de algunos de estos terribles hechos, aunque es de suponer que la información de la mayoría de este tipo de actos execrables no alcance a los medios de comunicación occidentales.
Así, por ejemplo, en enero de 2014 una multitud de miles de personas rodeaba un tribunal islámico, donde se juzgaba a once hombres acusados de practicar la homosexualidad, exigiendo su ejecución inmediata. Meses después, cuatro de los detenidos, que confesaron los hechos probablemente bajo tortura, fueron condenados a recibir 15 latigazos y al pago de una multa o un año de prisión. En febrero del mismo año, otra horda enfurecida asaltó los domicilios de doce homosexuales en la capital, Abuja, a quienes terminaron por arrancar de sus casas y golpearles incluso ante las puertas de la comisaría local. En las mismas fechas, en la localidad sureña de Port Harcourt, otros dos homosexuales fueron arrastrados fuera de su hogar y obligados a realizar actos sexuales ante una multitud agresiva.
En enero de 2015, la policía islámica de Kato, una ciudad al norte de Nigeria, comunicaba la detención de doce personas por participar en la celebración de otra supuesta boda entre dos personas del mismo sexo. En marzo de 2016, una turba violenta atacó a 20 jóvenes de quienes sospechaban, por su aspecto afeminado, que eran homosexuales. Todos ellos habían sido arrastrados fuera de sus casas y reunidos para golpearlos sin compasión. La brutal paliza a que les sometieron hizo temer por sus vidas. Ninguna de las víctimas quiso presentar denuncia, por temor a las represalias de sus agresores y por no enfrentarse al estigma de ser considerados homosexuales públicamente. En mayo, seis jóvenes fueron detenidos en Benin City acusados de mantener relaciones sexuales.
En el mes de octubre del mismo año, fue detenido un hombre acusado de mantener relaciones homosexuales, tras negarse a ser víctima de un chantaje. Al parecer, todo fue urdido por una pareja de madre e hijo, que se dedican a extorsionar a homosexuales con la amenaza de denuncia. Tras la negativa, la Policía procedió casi inmediatamente al arresto.
Posteriormente, en diciembre dimos la noticia de que un magistrado del Tribunal de Damaturu, la capital del estado de Yobe, había condenado a cinco hombres a sendos siete años de prisión por haber mantenido relaciones sexuales con personas de su mismo sexo.
Actuaciones de este tipo provocaron que el Parlamento Europeo aprobara en marzo de 2014, con el acuerdo de los principales grupos, una resolución de condena a las leyes homófobas de Uganda y Nigeria. El texto de la resolución solicitaba su derogación y proponía que si no había marcha atrás se suspendiese a los dos países del acuerdo de Cotonú sobre intercambio comercial y asistencia entre la Unión Europea y los estados de África, Caribe y Pacífico. Parece haber servido de poco, sin embargo. En enero de este mismo año nos hacíamos eco de un informe de la organización The Initiative for Equal Rights, que denunciaba hasta 152 graves vulneraciones de los derechos humanos de la población LGTB entre diciembre de 2015 y noviembre de 2016. Evidentemente, se trata de las denuncias que han llegado a conocimiento de las organizaciones de defensa de los derechos humanos. En un país en el que la homosexualidad está fuertemente castigada por el Código Penal y sufre un fortísimo rechazo social, el número real es con seguridad mucho mayor.