La Iglesia de Inglaterra condena las “terapias” de conversión y vota a favor de abrirse plenamente a las personas trans

La Iglesia de Inglaterra acaba de dar dos pasos cruciales en sentido inclusivo. En primer lugar, la principal de las iglesias anglicanas ha emitido una condena de las “terapias” reparadoras o de conversión en la que insta a los poderes públicos a que las prohíban. En segundo lugar, ha decidido la aceptación plena de las personas trans en la Iglesia, instando además a diseñar celebraciones litúrgicas que pongan de manifiesto esta aceptación, especialmente para celebrar la transición. Se trata de dos decisiones especialmente significativas dado el peso de la Iglesia de Inglaterra en la Comunión Anglicana tanto por el número de fieles como por su peso histórico. Ambas resoluciones fueron aprobadas además por abrumadora mayoría.

El pasado fin de semana la Iglesia de Inglaterra se reunió en Sínodo General en la histórica ciudad de York, al norte de Inglaterra. En la agenda había especialmente dos asuntos. El primero, la condena de las “terapias” reparadoras o de conversión, el segundo la apertura plena a las personas trans. En ambos casos, se confrontaba una mayoría a favor de los derechos de las personas LGTB que ha ido conformándose en los últimos años y una minoría contraria cercana al cristianismo evangélico fundamentalista. Ambos debates han concluido con resultados positivos.

Condena de las “terapias” de conversión

En el asunto de las “terapias” reparadoras o de conversión, el Sínodo aprobó una resolución en la que se afirma que “no tienen lugar en el mundo moderno” y se llama al gobierno a que las prohiba. Esta decisión se tomó después de un día de debates con varias intervenciones intensas de personas que habían padecido estas terapias. La propia ponente de la resolución, Jeanne Ozanne, experimentó tales terapias, que calificó de “un abuso frente al que las personas adultas vulnerables necesitan protección”. Por su parte, Ed Cox, del Consejo de la Juventud de la Iglesia de Inglaterra, narró su experiencia con estas terapias, y cómo le dijeron que su homosexualidad era una fase y una elección de estilo de vida: “Todo eso viene a decir que me hicieron mal”, afirmó.

También se pronunciaron con claridad algunos obispos de esta iglesia. Así, John Setamu, arzobispo de York, dijo que este tipo de intervención es “teológicamente insostenible”. Paul Bayes, obispo de Liverpool, por su parte, aseguró que ser LGTB no es ni un delito ni un crimen: “no hace falta involucrar a la gente en terapia si no están enfermos”, declaró.

Hubo también algunas voces en contra de esta prohibición, que expresaban su preocupación por que esta decisión significara una “limitación” a las posibilidades de ofrecer ayuda pastoral y oración a quienes “luchaban” interiormente con su orientación sexual o identidad de género. Sin embargo, estas posturas a favor de las “terapias” reparadoras resultaron ser minoritarias. Así quedó de manifiesto con la votación, que acordó condenarlas por 284 votos a favor, 78 en contra y 26 abstenciones.

Apertura plena a las personas trans

La segunda gran decisión ha sido la de la apertura a las personas trans. El Sínodo aprobó, en concreto, una moción para ofrecer oficios religiosos especiales para darles la bienvenida. Se afirma en ella que las personas trans “deben ser bienvenidas y afirmadas en su iglesia parroquial” y que los obispos han de considerar la preparación de liturgias específicas “que marquen la transición de género de una persona”.

Uno de los ponentes de la moción, el sacerdote Chris Newlands, de Blackburn, Lancashire, señaló: “Creo que podemos hacer una potente toma de posición pública diciendo que creemos que las personas trans son queridas y amadas por Dios, quien las creó y está presente en todos los caminos que toman en sus vidas”. Por su parte, el obispo de Worcester, John Inge, afirmó que “nuestra respuesta tiene que ser amorosa, abierta y acogedora, y la aprobación de esta moción sería un factor muy importante en este sentido”.

Muy especialmente, la moción va acompañada de un documento en el que se insta a diseñar para las personas trans “materiales litúrgicos que puedan ser usados en las iglesias y capellanías para proporcionar una respuesta pastoral a la necesidad de las personas transgénero de ser afirmadas, acompañándoles en su largo, estresante y frecuentemente complejo proceso de transición”.

De nuevo, hubo oposición de parte de los sectores más conservadores, que afirmaban que el género de una persona es algo asignado por Dios y que no se puede cambiar. No obstante, de nuevo quedó patente que eran minoría en la votación, que se saldó de nuevo con mayoría abrumadora a favor de la inclusión: de los obispos, 30 votaron a favor frente a 2 en contra; de los representantes de los laicos, 127 frente a 24, y de los sacerdotes 127 frente a 28.

Aunque la Iglesia de Inglaterra se mueve más despacio que, por ejemplo, su iglesia hermana de Estados Unidos, la Iglesia Episcopaliana, con el paso del tiempo su alineamiento con la corriente inclusiva dentro de la Comunión Anglicana parece no tener vuelta atrás. En definitiva, un signo muy esperanzador de una iglesia de indudable peso histórico.