“Parad a los maricones”: repulsiva campaña neonazi contra el matrimonio igualitario en Australia
Los activistas se lo temían: una consulta sobre los derechos de una minoría es una puerta abierta a la difusión de mensajes de odio contra la misma. Es lo que ha ocurrido en Australia unas semanas antes de que previsiblemente comience la consulta por correo sobre la apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo. En Melbourne han aparecido pósteres, patrocinados por una web neonazi, acusando a los progenitores homoparentales de abusar de sus hijos bajo el encabezado de “Parad a los maricones”. En Sídney se han distribuido panfletos tachando la homosexualidad de “maldición mortal”. La oposición insta al primer ministro Malcolm Turnbull a condenar enérgicamente este tipo de expresiones de odio homófobo.
Entre septiembre y noviembre tendrá lugar previsiblemente en Australia una consulta postal no vinculante y de carácter “estadístico” sobre el matrimonio igualitario. Se trata de la respuesta de Turnbull al segundo fracaso parlamentario de la propuesta de referéndum que pretendía organizar el Gobierno. Aunque su celebración depende todavía de la resolución del recurso, presentado ante el Tribunal Supremo, que pretende paralizar lo que considera un trámite innecesario y divisivo para la sociedad. El alto tribunal decidirá en la primera semana de septiembre sobre la legalidad del proceso. Si recibe el visto bueno, tendrá lugar entre el 12 de ese mes y el 7 de noviembre.
Mientras tanto, y a pesar de que Turnbull anunció que no habrá campañas oficiales, los partidarios del “sí” y del “no” a la igualdad matrimonial se preparan. Entre los segundos, se ha mostrado especialmente activa en las últimas semanas la iglesia católica, que advierte de fatales consecuencias para la libertad religiosa y de conciencia si finalmente las parejas del mismo sexo adquieren su derecho a casarse. El arzobispo de Melbourne, Denis Hart, ha llegado a avisar a los empleados de instituciones católicas sobre las consecuencias de “desafiar” la visión excluyente del matrimonio que promueve su confesión.
Más desagradable aún ha sido la campaña promovida por una web de carácter neonazi y que desplegó el fin de semana pasado pósteres en el centro de Melbourne con el titular “Parad a los maricones”. Con la imagen de dos hombres blandiendo de forma amenazante sus cinturones con los colores del arco iris ante un indefenso menor, el repugnante cartel se hace eco de un supuesto estudio para atacar a las familias homoparentales. A las que acusa, entre otras cosas, de abusar masivamente de sus hijos. El “estudio” al que hace referencia, sobra decirlo, está ampliamente desacreditado por carecer del menor rigor científico. Lo que no ha impedido que el senador Zed Seselja también lo haya citado como argumento contra la igualdad matrimonial.
En Sídney también se han movilizado grupos virulentamente homófobos. En este caso, ha sido mediante el reparto de panfletos en inglés y chino en los que tachan a la homosexualidad de “maldición mortal” y tiran de transfobia para advertir sobre “falsas mujeres transexuales” que supuestamente acosarían a las mujeres en los baños públicos. Homofobia y transfobia de trazo grueso que se beneficia de la impunidad que se deriva del hecho de que la consulta no esté sometida a las reglas de un referéndum normal.
El líder de la oposición laborista, Bill Shorten, ha pedido al primer ministro una condena enérgica de este tipo de expresiones de odio. Turnbull, sin embargo, se ha limitado a pedir a la sociedad australiana que las “ignore” y se ha mostrado confiado en la capacidad de mantener un debate sereno sobre el matrimonio igualitario. Algo que los sectores más reaccionarios y extremistas, como era de esperar al abrir una consulta popular sobre este asunto, se han encargado de reventar.
La iglesia católica y los neonazis unidos, una vez más, en un fin común.
«92% of children raise by Gay Parents are abused, 51% have depression and 72% are obesed»
Siempre me sorprende lo fácil que es defender una idea cuando no se tiene moral, ni importa la verdad. Seguro que si alguien les pregunta de donde han sacado estos datos (que o bien han sido inventados o bien amañados), ninguno lo sabe. Seguro que lo dan por bueno porque simplemente dice lo que ellos piensan y quieren creer. Esto de no aprender a pensar tiene un peligro…