Julián Quintanilla (cineasta): «Yo quiero hacer películas con Loles León hasta que me muera»
Nació en San Roque (Badajoz), pero a los diecinueve años se marchó a Madrid. Lleva dos décadas trabajando en el mundo del cine y el teatro. En 2002 creó su marca para producciones cinematográficas con el nombre de El Hijo La Chary. Ahora, está escribiendo el guion de su primer largometraje: “Es lo que ocurre el año siguiente a aquel en que transcurre ‘El mundo entero’”. Con este mediometraje, por cierto, acaba de ser preseleccionado para los Premios Goya 2018. Forma parte, además, de la selecta lista de cintas cualificadas para los próximos Óscar.
Vuelve al teatro con El contador del amor, una historia de venganza. ¿Es muy rencoroso usted?
Yo no, fíjate. No soy nada rencoroso. De hecho, se me olvidan las cosas rápido.
La protagonista de la obra es una mujer despechada por las infidelidades de su marido. ¿Cree que la fidelidad está sobrevalorada?
Depende de para quién. Creo que es una cuestión muy interna de cada una. De hecho, la obra plantea eso: ¿cuál es tu baremo ante la infidelidad? Y cada uno, como en las buenas obras, tiene que responderse a sí mismo.
¿Y qué se responde Julián a sí mismo?
Yo soy bastante fiel. Sobre todo a mí mismo. Pero a mí me encanta que cada uno viva la vida como quiera.
He leído que rehizo su adaptación de la obra cuando supo que Ana Obregón sería la prota. ¿Tuvo que retocarla mucho para dejarla a su medida?
No, es una obra que le venía muy bien porque el personaje es muy ella. Es una mujer que se venga, de manera elegante, de alguien que le ha puesto los cuernos muchas veces. Ana Obregón tiene una manera muy chisposa de decir las frases. Aunque el personaje le venía como un guante, siempre me gusta encajarle el personaje para que cuando esté en escena, nadie vea que hay texto. Para que el texto desaparezca y se licue con la actriz.
“Yo era un niño que observaba mucho y que hablaba poco”. ¿Se ha echado a perder con los años?
Sí, yo ahora hablo muchísimo. Pero es verdad que a veces hablo muchísimo para ocultar una realidad voyeur, porque yo soy muy voyeur. Las ganas de observar son algo innatas, que te tienen que nacer. Yo disfruto muchísimo observando.
Está triunfando con El mundo entero, la historia de una madre soltera y su hijo gay en la España profunda de los años ochenta. ¿Tiene mucho de autobiografía?
Sí, es totalmente autobiográfica. De hecho, el guion es más delicado de escribir, porque todo tenía que ser verdad. Yo lo que quería con esta película es revivir a mi madre de alguna manera.
Menuda promoción hace últimamente de Badajoz. ¿Cuántos jamones ibéricos de bellota le ha mandado ya Fragoso?
[Risas]. Ninguno, y se lo agradezco. Yo lo hago de corazón, sin que sienta que hago promoción. En el concepto de cine que me apetece hacer se cuentan historias que a lo mejor han quedado olvidadas en la línea del tiempo. Y a veces, hay ciertas historias que necesitamos resucitar y colocar en el cine para que vivan para siempre, porque eso nos habla mucho de cómo podemos cambiar las cosas para mejor.
“San Roque es para mí el Macondo de Extremadura”. ¿No se ha pasado tres pueblos?
No creo que me haya pasado. ¡Creo que me he quedado hasta corto!
¡Ay, madre!
En Macondo ocurren los dramas más tremebundos y quedan contados de la manera más brillante en la novela de García Márquez. Y en mi visión cinematográfica, en San Roque ocurren los dramas más tremendos que quedan coloreados de manera genial por los personajes que yo tengo guardados en mi retina.
¿Lo suyo con Loles León es más rollete pasajero o matrimonio para toda la vida?
Yo quiero hacer películas con Loles hasta que me muera. Ella trabajará con otros directores maravillosos que la llamen, pero yo tengo películas para escribirle hasta que yo me muera.
¿Se ha encontrado usted con muchas ‘Charis’ en estos años?
No. De las pocas personas que yo pueda asemejar a La Chari está Loles, por la que siento mucha admiración como mujer. Sí he conocido a muchas mujeres que ven la película y se sienten identificadas con el personaje. Como Loles dice, La Chari representa a una parte de España. En ese sentido, sí creo que hay muchas Charis en España: muchas mujeres que luchan, que defienden lo que en principio no defiende otra gente, y que son heroínas en sí mismas.
¿Deberíamos exportarlas?
De momento, vamos a exportar a esta. Yo creo que hay una idiosincrasia española, auténtica y autóctona, difícil de reproducir en otro lugar. No sé si exportarlas, pero darlas a conocer sí.
En noviembre podrían preseleccionar su cortometraje para los premios Óscar. ¿Se ha venido arriba?
Por supuestísimo. Hay que venirse arriba cuando te pasan estas cosas, que son milagros de la vida. Yo ya tengo pensado lo que me voy a poner si me dan el Óscar. Hay que soñar, porque si no soñamos no nos podemos dedicar a este oficio. Y he fantaseado con cómo vamos a pasear Loles y yo por la alfombra roja. No me gusta decir que no va a ocurrir. Me gusta decir que sí va a ocurrir, porque igual así ocurre…
Fíjese si se ha venido arriba, que ya amenaza con otra aventura de La Chari…
¡Amenazo y espero rodarla!
¿A qué huele un Óscar?
A mí me huele a la esperanza de poder seguir haciendo cine toda la vida, que es lo que a mí más me gusta.