22º LesGaiCineMad (II): críticas de «Tierra de Dios», «La herida (Inxeba)», «A Moment in the Reeds», «Close-Knit», «A Million Happy Nows», «Hoy partido a las tres», «Corpo Elétrico» y «Extra Terrestres»
En su segunda semana, el 22º LesGaiCineMad ha seguido deleitándonos con cine LGTB de calidad venido de los cinco continentes (sí, también de África y Asia, algo nada habitual). Tal y como hice la semana pasada [ver artículo], voy a hablaros de ocho de los títulos que componen la selección de largometrajes de ficción, muchos de ellos prácticamente imprescindibles y de presencia segura en el palmarés.
Receptora de la mejor dirección (Word Cinema) de Sundance, así como de once nominaciones a los British Independent Film Awards, Tierra de Dios (God’s Own Country, 2017) es una de las óperas primas más aclamadas del año. El joven Francis Lee bebe (quizá en exceso) de la icónica Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) para presentar dos personajes homosexuales rudos y poco comunicativos que descubren las delicias del amor y la pasión mientras trabajan en una atmosférica granja inglesa. Josh O’Connor es un joven británico dominado por sus controladores padres y por los fantasmas de su corazón; Alec Secareanu, un inmigrante rumano sin nada que perder. Ambos ofrecen interpretaciones fantásticas, al igual que Gemma Jones e Ian Hart en los papeles secundarios. Falta originalidad y sorpresa en la propuesta, pero la suma sensibilidad desbordada la convierte automáticamente en todo un clásico del cine gay.
Preseleccionada para competir por el Óscar a mejor film en lengua no inglesa en representación de Sudáfrica, La herida (Inxeba, 2017) es una auténtica rareza: un film africano que se atreve, no sólo a tratar la homosexualidad, sino incluso a reflexionar abiertamente sobre ella. En él, varios jóvenes de la etnia Xosha se someten al ritual de la circuncisión, que supone su salto a la edad adulta, su conversión definitiva en hombres hechos y derechos. La ópera prima de John Trengove retrata este contexto con máximo realismo, sumiéndonos en la relación entre un joven abiertamente gay llegado de la gran ciudad y su maestro, apesadumbrado por el secreto que carga. Sudáfrica es una de las regiones africanas más permisivas con respecto a la comunidad LGTB, pero sigue lejos de haberla abrazado por completo, triste realidad que vemos aquí reflejada entre hermosos pero inquietantes parajes naturales.
Con A Moment in the Reeds (2017), el finlandés afincado en Londres Mikko Makela ha optado por contribuir al fin del veto silencioso al cine queer en su Finlandia natal, adonde ha regresado para rodar su ópera prima. Dicho contexto nos lleva a perdonar en parte los clichés y la falta de ritmo de la producción para concentrarnos en la candidez de las interpretaciones de Janne Puustinen y Boodi Kabbani. Con claros ecos de su creador, los protagonistas son: un finés que dejó su país para estudiar en París y regresa durante el verano para ayudar a sus padres a reformar la casa familiar y un sirio contratado de ayudante que trata de abrirse un camino en la vida lejos de su nación. Falta garra y originalidad, pero el resultado supone una sensible mirada a los conflictos del choque de culturas derivado de la migración, quizá la cuestión clave de la Europa contemporánea.
El Close-Knit (Karera ga honki de amu toki wa, 2017) de la prestigiosa realizadora Naoko Ogigami bebe del maravilloso cine de Yasujiro Ozu e Hirozaku Koreeda pero aportando el toque de la temática LGTB, totalmente olvidado por tan heteronormativos realizadores. En este bellísimo drama familiar, una niña descubre la existencia de la identidad trans a través de dos personas muy diferentes: un compañero de clase enamorado de otro chico que siente que hay algo raro en su cuerpo, y la novia de su tío, quien ya ha llevado a cabo la transición pero sigue siendo tachada de “bicho raro” por la hipócrita sociedad. Haciendo gala de una tremenda sensibilidad tanto en el tratamiento de su tema principal como en el reflejo de la calmada vida diaria japonesa, esta joyita presenta un harto interesante plantel de personajes excelentemente interpretados.
En la conmovedora A Million Happy Nows (2017), la guionista Marisa Calin y el realizador Albert Alarr nos hacen llorar con el siempre triste tema del Alzheimer sin aportar demasiado al tema más allá de presentarlo en el seno de una pareja homosexual. Crystal Chappell y Jessica Leccia encarnan con sensibilidad a una pareja que se muda a la playa a lidiar con la enfermedad de la primera, una famosa actriz de televisión harta del mundo que tanta fama le ha dado. Emotiva sin caer en el melodrama, pero también simpática y romántica, la elegante película es, pese a su impersonal estilo, buen ejemplo de correcto cine comercial, idóneo para una tranquila tarde de cine en el sofá casa.
Entretanto, la argentina Hoy partido a las tres (2017) aprovecha un torneo de fútbol femenino terriblemente mal organizado para presentarnos a modo cuasidocumental las aspiraciones y ansiedades de las chicas involucradas. En su mayoría no profesional, el reparto ofrece un trabajo muy natural gracias a la sensible dirección de Clarisa Navas, si bien los momentos de guion per se resultan algo forzados. De hecho, la trama como tal es prácticamente inexistente, lo que rebaja la posibilidad de empatizar con los personajes como individuos pero impulsa la fuerza del film como documento social. Puede resultar aburrida, siendo innegablemente difusa, pero vale la pena.
Con la harto sugerente Corpo Elétrico (2017), el joven realizador brasileño Marcelo Caetano nos cuenta la historia de Elías (perfecto Kelner Macêdo), un joven que trata de abrirse paso en la alocada sociedad de Sao Paulo entre encuentros fortuitos con todo tipo de hombres, planes sociales con amigos que se tornan pronto en su familia y un trabajo nada motivador; en resumen, la existencia de gran parte de los jóvenes mortales, pero plasmada con brío y sensualidad de forma que los diálogos hipnoticen y las escenas electricen. Escrito y filmado con máxima naturalidad, la cinta rehúye los clichés, evitando también caer en los terrenos difusos que su trama podría desentonar. Verdaderamente fascinante.
Por último, la venezolano-puertorriqueña Extra Terrestres (2017) es un perfecto ejemplo de cine comercial que, desde una simplicidad asequible para todos los públicos, aprovecha para abordar temas de tan necesaria presencia cinematográfica como el lesbianismo (en forma de una joven astrónoma (empática Marisé Álvarez) que regresa a un hogar largo tiempo abandonado para invitar a su destartalada familia a su boda con otra persona de su mismo sexo) y el animalismo (además de lesbiana, la protagonista es vegana, lo que no hace sino dificultar aún más su relación con un padre autoritario que se dedica a la industria de la carne de pollo, una de las más espantosas permitidas por nuestra sociedad). De este modo, la debutante Carla Cavina ofrece, tal y como reza el título, “una película sobre el amor, la supervivencia y las estrellas” que, si bien peca ingenuidad en sus resoluciones, garantiza un visionado agradable pero reflexivo.
Me despido por el momento del festival, a la espera de conocer un palmarés bastante difícil de adivinar dada la alta calidad presentada este año por la Sección Oficial. Personalmente, me quedo con 120 pulsaciones por minuto y Close-Knit, pero no me importaría tampoco que el jurado se decantara por joyitas como Corpo Elétrico, Signature Move, Maybe Tomorrow, Inxeba o Tierra de dios (y ojo, porque estas dos últimas se estrenan pronto). El viernes que viene os cuento qué opino de los ganadores, así como de las últimas películas que me falta por comentar. Y este finde, ya sabéis, ¡a disfrutar del LesGaiCineMad!