“Mi familia casi me asesina y me obligaba a beber sangre de pollo para ‘limpiarme’”, lamenta una mujer lesbiana de Timor Oriental
Timor Oriental, un pequeño país del Sudeste Asiático (fue colonia portuguesa hasta 1975 y pocos días después de declarar la independencia fue invadido por Indonesia, que lo ocupó hasta 2002) invisibiliza a la comunidad LGTB. La organización igualitaria timorense ASEAN SOGIE Caucus ha publicado esta semana un informe en el que pone de manifiesto la difícil realidad del colectivo LGTB (especialmente de mujeres lesbianas y bisexuales, así como de personas trans). A la carencia de políticas igualitarias en general por parte del Estado se une una imperante LGTBfobia social, cuyas víctimas suelen sufrir en silencio el odio y la discriminación en sus propios círculos familiares (incluyendo episodios violentos y “violaciones correctivas”). Con todo, el primer ministro de Timor Oriental, Rui Maria De Araujo, decía el pasado mes de julio, antes de la celebración del Orgullo LGTB, que «la discriminación, la falta de respeto y el abuso hacia las personas debido a su orientación sexual o identidad de género no proporcionan ningún beneficio a nuestra nación».
El testimonio de la mujer de la fotografía es solo uno de los muchos casos de discriminación LGTBfóbica de Timor Oriental, según ha revelado la organización igualitaria ASEAN SOGIE Caucus. La joven fue sometida a vejaciones por los miembros de su propia familia, al no aceptar su atracción por personas de su mismo sexo. “Mi familia no me acepta por ser yo misma. Recibí cortes en la cara, golpes, casi fui asesinada, me obligaban a beber sangre de pollo para ‘limpiarme’”.
La víctima prosigue explicando que “los ataques físicos por parte de mis propios hermanos y hermanas son habituales. Ellos me golpean, me estiran del pelo y me desnudan para que recuerde qué es lo que tengo entre las piernas. ‘Eres una mujer, ¿lo ves?’. Me obligaron a mantener relaciones con un hombre y que quedé embarazada de una niña. Ella ahora tiene 9 años. Pero yo soy quien soy. No puedo cambiarme”.
Iram Saeed, una de las autoras del informe de ASEAN SOGIE Caucus, considera esa investigación como «un esfuerzo pionero en la historia de Timor Oriental». Ella espera que dicho informe sirva como un «control de la realidad» para todas las agencias del Gobierno con el fin de abordar temas de derechos humanos para las personas LGTB. El informe recoge distintos episodios de abuso psicológico y físico, incluida la violencia doméstica, el matrimonio forzado y los intentos de miembros de la familia de cambiar la orientación sexual e identidad de género de las víctimas con prácticas como las “violaciones correctivas”, entre otras.
Otra mujer cuenta que, debido a su orientación sexual, «fui atada y empujada por mi hermano, estrangulada con una manguera y arrojada dentro de un tanque de agua durante horas. Traté de terminar con mi vida algunas veces. Mi mayor sueño es continuar mi educación”. Y así se suceden las voces LGTB que denuncian la crueldad de sus propias familias, motivadas por el odio, la ignorancia y la incomprensión. Otra mujer narra que fue “violada por mi propio tío, que creía que podía cambiar mi orientación sexual al obligarme a mantener una relación heterosexual. Me quedé embarazada, pero encontré medicamentos para abortar. Después de eso, salí de mi casa y vivo con amigos”.
Muchas mujeres lesbianas, bisexuales y transexuales, según el mencionado informe, señalan que la dependencia económica ha sido uno de los frenos de cara a rehacer sus vidas. El 66% ganan menos de 85 euros al mes y, aunque en muchos casos, desearían ampliar su formación para progresar laboral y socialmente, se encuentran con muchas barreras.
Llamada de atención del primer ministro
El pasado mes de julio tenía lugar la celebración del primer Orgullo LGTB en la historia de Timor Oriental, bajo el lema de “Aceptación”. Solo unos días antes, el primer ministro timorense, Rui Maria De Araujo, declaraba que «la discriminación, la falta de respeto y el abuso hacia las personas debido a su orientación sexual o identidad de género no proporcionan ningún beneficio a nuestra nación». De este modo, De Araujo se convertía en el primer líder del Sudeste Asiático en posicionarse de alguna forma a favor del colectivo LGTB.