Merkel y Schulz pactan una nueva gran coalición que no contempla las principales reivindicaciones de los colectivos LGTBI alemanes
Más de cuatro meses después del varapalo electoral a ambas formaciones, los democristianos de Angela Merkel y los socialdemócratas de Martin Schulz han alcanzado un acuerdo para gobernar los próximos cuatro años en una nueva gran coalición. Como ya ocurrió tras las elecciones de 2013, el documento consensuado prácticamente solo contiene referencias vagas al respeto de la diversidad afectivo-sexual y de género. Las principales reivindicaciones del activismo, sobre derechos trans, lucha contra la LGTBfobia o refugiados, se han quedado fuera del pacto firmado por la CDU/CSU y el SPD.
Nuevo Gobierno en Alemania. Las elecciones de septiembre del año pasado castigaron a los dos principales partidos, que habían gobernado juntos desde 2013, y abrieron las puertas del Bundestag a la extrema derecha de AfD. Angela Merkel intentó un acuerdo a tres entre democristianos, liberales y verdes, pero tras el fracaso de de las conversaciones se dirigió a los socialdemócratas para pedirles que se replantearan su rechazo inicial a repetir una gran coalición con la canciller. Largas semanas de encuentros a varias bandas que han cristalizado en un documento (PDF) que todavía debe ser ratificado por los afiliados del SPD.
Ya durante las negociaciones, la Federación de Gais y Lesbianas de Alemania (LSVD) redactó una propuesta (PDF) con sus principales reivindicaciones a los partidos del futuro Gobierno. Pues bien, ninguno de sus puntos se encuentra claramente recogido en el acuerdo, que dedica apenas quince líneas de sus 179 páginas a la comunidad LGTBI. En el apartado de Familia, los partidos de la gran coalición manifiestan de manera genérica su “respeto” por la diversidad de género y la igualdad de derechos y obligaciones y su disposición a luchar contra la homofobia y la transfobia. Uno de los pocos compromisos concretos es la prohibición de las cirugías de “normalización” en menores intersexuales, salvo en casos de riesgo para la vida.
La segunda mención a la realidad LGTBI se encuentra en el capítulo de Derechos. La CDU/CSU y el SPD se comprometen a implementar las reformas que aún sean necesarias para garantizar el acceso al matrimonio de las parejas del mismo sexo, que lleva vigente desde octubre del año pasado. También reivindican la labor de la fundación Magnus Hirschfeld, tras conocerse que en su patronato se sentará una diputada de la extrema derecha de AfD que defiende posturas ferozmente LGTBfobas.
Y eso es todo: ni una palabra sobre asuntos decisivos como la reforma de la Constitución para incluir la orientación sexual y la identidad de género en el artículo que prohíbe la discriminación. Una carencia chocante si se tiene en cuenta que la CDU/CSU sí que accedió a hablar sobre este tema con el FDP y los Verdes, antes de que naufragara esa opción de Gobierno. Ausente está, de igual modo, la reforma de la ley de identidad de género para eliminar el requisito previo de un dictamen judicial, una larga reivindicación de las personas trans. Tampoco se da marcha atrás en la decisión de calificar a los países del Magreb como “seguros“, también para los refugiados LGTBI. Ni se pondrá en marcha un nuevo plan federal de lucha contra la LGTBfobia.
El panorama, por tanto, no se presenta especialmente alentador para la comunidad. Parece que el SPD se conforma con la aprobación del matrimonio igualitario en la pasada legislatura y ha preferido dar la batalla en otros asuntos de su programa electoral. Este resultado decepcionante marcará probablemente los próximos cuatro años, puesto que la experiencia muestra que las mayorías parlamentarias tienen menos peso que los pactos de Gobierno. Basta recordar que la igualdad matrimonial solo se logró in extremis, a pesar del predominio de las fuerzas favorables a la misma. Aunque el nuevo Bundestag conserva en teoría una mayoría pro-LGTB (si se suman los escaños de SPD, FDP, Linke y Verdes), alcanzar un acuerdo de coalición satisfactorio en esta materia habría sido crucial.ue