Siete amigos, innumerables secretos: críticas de las películas «The Party» y «Perfectos desconocidos»
Que las reuniones de amigos no siempre acaban bien es una realidad a la que el séptimo arte se ha dedicado en múltiples ocasiones. Y es que reunir a varias personas en un lugar cerrado con cualquier excusa festiva es algo que da mucho jugo, como pruebas las últimas películas de Sally Potter y Álex de la Iglesia, respectivamente las teatrales The Party y Perfectos desconocidos (ambas en cartelera), las cuales cuentan además con la temática LGTB para engrosar las abundantes sorpresas de sus respectivos relatos.
The Party (2017) es una pequeña gran película obra de la aplaudida cineasta británica Sally Potter, quien reúne a un reparto magnífico (Kristin Scott Thomas, Bruno Ganz, Cherry Jones, Emily Mortimer, Cillian Murphy, Timothy Spal y Patricia Clarkson, todos ellos en estado de gracia aun cuando es esta última quien devora la función, como prueba su merecido British Independent Film Award) con la excusa del nombramiento de una mujer como ministra del Gobierno. Elegantemente filmada en blanco y negro por el ruso Aleksei Rodionov, la cinta aborda temas tan interesantes para este espacio como el feminismo, el lesbianismo, la bisexualidad y la maternidad desde una perspectiva irreverente y audaz, rehuyendo lo políticamente correcto para extraer tanto inteligentes verdades como mordaces risotadas. La propia Potter —quien, por cierto, se dio a conocer con Orlando (1992), una interesantísima reflexión sobre la identidad de género— firma un guion relampagueante que tiene su corazón en los contrastes de la amistad: ¿hipocresía o lealtad?, ¿carga o apoyo?, ¿conformismo o liberación?, dando como resultado una comedia negra colmada de shocks a la que tan sólo puede echarse en cara lo cortos que se quedan sus 71 minutos.
Por su parte, Perfectos desconocidos (2017) es el quizá demasiado apresurado remake de Álex de la Iglesia y su habitual coguionista, Jorge Guerricaechevarría, de la exitosa cinta italiana Perfetti sconosciuti (Paolo Genovese, 2016), en la que siete amigos (tantos como en The Party, curiosamente) se reencuentran en una cena en la que deciden jugar a un juego extraño y arriesgado: dejar sus móviles sobre la mesa de forma que cada mensaje o llamada sea recibido por todos los asistentes. Como cabe esperar, lo que comienza entre risas y sonrojos termina convertido en una peligrosa ruleta rusa durante la que la desconfianza, la rabia y la desgracia brotan sin pausa. Más allá de la idea original (una dura aunque poco sutil crítica de la era de las comunicaciones), falta singularidad y verdadera sorpresa, pero el resultado es innegablemente hipnótico gracias al buen control tragicómico del realizador bilbaíno (cuya mejor obra sigue siendo La comunidad, 1999) y a las corrosivas (que no siempre brillantes) interpretaciones de Belén Rueda, Eduard Fernández, Ernesto Alterio, Juana Acosta, Eduardo Noriega, Dafne Fernández y Pepón Nieto. Estamos por tanto ante una cinta muy distraída con la que reflexionar sobre la verdadera amistad, los estragos del sexismo y el impacto que las nuevas tecnologías tienen sobre nuestras vidas.
Los protagonistas de The Party y Perfectos desconocidos se reúnen animadamente sin saber que los espera una dura prueba sobre la propia amistad que los ha llevado a hacerlo en primer lugar. Por supuesto, múltiples secretos salen a la luz, algo abordado con bastante más imaginación y perspicacia en la primera que en la segunda, pero fuente de innumerables sorpresas en ambos casos, de forma que el entretenimiento está asegurado. Como ya he advertido, la temática LGTB juega en ambos casos un inesperado papel fundamental, pero, si queréis saber de qué hablo, tendréis que verlas.