La silenciada LGTBfobia de Estado hace zozobrar la candidatura de Marruecos para albergar el Mundial de Fútbol de la FIFA en 2026
Una comisión de trabajo de la FIFA (la Federación Internacional de Fútbol Asociación, que engloba a más de 200 agrupaciones futbolísticas de todo el mundo) ha desembarcado esta semana en Marruecos para evaluar en el terreno la candidatura de este país para albergar la sede de la Copa Mundial de Fútbol de 2026. Tras las polémicas elecciones de Rusia 2018 y Catar 2022, sobre las que la FIFA lleva años recibiendo críticas debido a la situación en materia de derechos humanos de estos países y muy específicamente por sus leyes LGTBfóbicas, los nuevos estándares parecen dificultar las opciones de Marruecos de cara a 2026. Además, en el informe de 486 páginas que Marruecos envió a la FIFA, se omite la legislación LGTBfóbica existente como un factor de riesgo y por lo tanto no se aborda cómo se afrontaría el Mundial con este marco legal discriminatorio vigente. El presidente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, Ahmed El Haij, denuncia que «el informe de derechos humanos de Marruecos presentado a la FIFA es un silencio intencionado sobre un tema que Marruecos sabe demasiado bien que es un crimen en su territorio».
La falta de respeto a los derechos humanos y la persecución indisimulada que Marruecos ejerce contra la comunidad LGTB le puede pasar factura de cara al posible descarte de su candidatura para acoger en 2026 la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA. La elección de la sede de 2026 está prevista el próximo mes de junio en Moscú, coincidiendo con la celebración en Rusia del Mundial 2018, que tiene lugar en este país. Precisamente, las numerosas críticas que levantaron las elecciones de Rusia y Catar como sedes del campeonato mundial de fútbol para 2018 y 2022, respectivamente, debido al más que cuestionable posicionamiento y acción política en materia de derechos humanos de estos países, parece que invitan a la FIFA a tener en consideración estas realidades en adelante, además del análisis de los estadios, las infraestructuras, la seguridad o las finanzas.
Marruecos sabía que la situación de los derechos humanos y, específicamente, la LGTBfobia de Estado que ejerce podría perjudicar su elección. Por ello, en el informe de 486 páginas que enviaron a la FIFA no dedican ni una palabra a abordar esta realidad. En cambio, una cláusula del capítulo 23 de este documento recoge la siguiente declaración: «el presidente [de la Federación Marroquí de Fútbol] firmó un compromiso público explícito para garantizar que la Copa Mundial de la FIFA sea un evento ejemplar desde el punto de vista de los derechos humanos, de conformidad con todos los requisitos internacionales de la FIFA y otros».
A diferencia de cuando Rusia y Catar se llevaron el gato al agua en el concurso de pujas de la FIFA para 2018 y 2022, respectivamente, los futuros anfitriones para el torneo de 2026 estaban obligados a encargar informes independientes de derechos humanos y proporcionar un análisis sincero de riesgos para formar parte de la evaluación del equipo de trabajo. Una candidatura que sea calificada con una puntuación muy baja en función de criterios técnicos o que no cumpla con los requisitos del torneo puede ser descalificada por el Consejo de la FIFA antes de la votación del próximo el 13 de junio.
Para Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch, «bajo los nuevos requisitos antidiscriminación que se apegan a los estatutos de la FIFA y a la Política de Derechos Humanos, uno de los límites que no se pueden cruzar son las actividades, leyes o políticas anti homosexuales». En este sentido, la activista expone que «si Marruecos considera seriamente obtener la sede, necesitaría estar preparado para revocar el artículo del código penal que castiga a las personas por ser gay».
La alternativa a Marruecos es la candidatura conjunta formada por México, Estados Unidos y Canadá. En caso de resultar vencedora, se plantean como sedes compartidas las siguientes ciudades: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey (en México); Edmonton, Montreal y Toronto (en Canadá) y Atlanta, Baltimore, Boston, Cincinnati, Dallas, Denver, Houston, Kansas City, Los Ángeles, Miami, Nashville, Nueva York/Nueva Jersey, Orlando, Filadelfia, San Francisco, Seattle y Washington DC (en Estados Unidos).
Aunque la información facilitada por esta candidatura sobre derechos humanos (y la situación del colectivo LGTB en estos tres países) es muy diferente a la de Marruecos, no están exentos de polémicas. En primer lugar, por las tensiones existentes entre México y EE UU por las políticas racistas de Donald Trump, así como por la distribución de partidos; a Canadá y a México apenas les correspondería albergar, en realidad, una decena, frente a los 60 que se jugarían en suelo estadounidense.
Marruecos: una vigente y preocupante LGTBfobia de Estado
El artículo 489 del Código Penal marroquí castiga los «actos licenciosos o contra natura con un individuo del mismo sexo» con penas de hasta 3 años de prisión, además de una sanción económica. Y el artículo 483 establece penas de hasta dos años de prisión por «obscenidad pública». Dosmanzanas viene recogiendo distintos casos de persecución a personas LGTB en Marruecos: desde víctimas tratadas como culpables hasta detenciones tan absurdas como la de los jóvenes que colgaron un vídeo en el que aparecían besándose.
En agosto de 2017 un joven gay, muy conocido en redes sociales de Marruecos, era agredido después de que un director de cine incitase a «violarlo». El realizador y guionista marroquí Mahmoud Frites publicaba en Facebook el siguiente mensaje: «no puedo entender a aquellos que violan a burros, a personas discapacitadas, a mujeres mayores, a niños, a sus hijos, y que sin embargo son incapaces de hacerlo con los que desean ser violados e incluso estarían dispuestos a pagar por que les violasen». Un texto que acompañó de una fotografía de Adam Lahlou en la que este viste un caftán y se adorna la cabeza con un pañuelo (una imagen que él mismo colgó en Facebook y que utilizó como foto del perfil).
En 2015 nos hacíamos eco del intento de linchamiento de una mujer transgénero en Fez. Solo gracias a que el vídeo se viralizó y desencadenó un escándalo, que trascendió las fronteras de Marruecos, acabaron con uno dos de los agresores condenado a cuatro meses de prisión, y ello pese a que el propio ministro de Justicia; Mustafá Ramid, llegó a insinuar entonces que las personas LGTB son culpables de las agresiones que reciben.
También en 2015 tuvimos conocimiento de varias condenas en aplicación del citado Código Penal. En el mes de junio se produjo la detención de otros dos hombres que se besaron, fotografiaron y dieron muestras de afecto ante la Torre Hasán, uno de los entornos históricos marroquíes más prominentes. A pesar de conseguir más de 71.000 firmas de personas todo el mundo pidiendo su liberación, ambos fueron condenados finalmente a cuatro meses de cárcel y una sanción económica.
Ese mismo mes, se denunció la detención de 20 hombres homosexuales en Agadir, acusados de «difundir la corrupción». Según aseguró el colectivo Aswat, todas estas detenciones formarían parte de una campaña de arrestos dirigida por el Gobierno marroquí para reafirmar su posición en el debate público sobre la despenalización de la homosexualidad. Un mes antes, tres hombres más fueron condenados a la pena máxima, tres años de cárcel. Tras recibir una denuncia, la Policía capturó a dos de los hombres mientras mantenían relaciones. Al ser interrogados, informaron de que se habían conocido a través de un tercero, que finalmente también fue detenido y condenado.
Además de que la FIFA tendrá que mojarse con respecto a esta preocupante realidad, no podemos obviar la falta de una denuncia contundente por parte del Gobierno de Mariano Rajoy o de algunos de los líderes de la oposición (que sí se han implicado en casos como el de Venezuela…). A pesar del panorama descrito o de la expulsión de cooperantes españoles, Rajoy no tiene problemas en recibir con todos los honores al jefe del Gobierno del Reino de Marruecos, Abdelilah Benkirán, sin pronunciar una sola palabra sobre la LGTBfobia de estado. Y ello pese a que Marruecos sea un país vecino con el que España mantiene una intensa relación cultural, comercial y social.
¿Por qué Marruecos quiere acoger el Mundial de 2026?
Los eventos deportivos internacionales de masas son un escaparate para muchos países. Marruecos vive en la contradicción de querer trasmitir una imagen de aperturismo y tolerancia, cuando su legislación y sus políticas internas ofrecen una visión muy distinta. Marruecos se define como «un líder global y fiable en asuntos climáticos», en «compromiso permanente con los derechos humanos» (nada más lejos de la realidad, como hemos visto en el apartado anterior).
El verdadero interés de Marruecos, además de lo puramente deportivo, es esencialmente económico. En caso de que obtuvieran la sede de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA de 2026 han previsto la creación de 110.000 puestos de trabajo y recibir un impulso económico de al menos 2,7 mil millones de dólares entre 2019 y 2026. También se proyecta un tren de alta velocidad entre Tánger y Casablanca y un impulso importante para el turismo.
Marruecos propone 14 estadios, entre los que figuran los 5 existentes y los de nueva creación con el concepto de modulares (LMS), con el fin de garantizar «una capacidad y un uso que se ajuste a las necesidades locales» tras el Mundial. Si la candidatura no es técnicamente descartada por la FIFA, el país espera recabar la mayoría de sus apoyos en África, Asia y Europa.
La LGTBfobia de la afición futbolística por países
Según un estudio realizado por la organización LGTB Stonewall, en colaboración con Forza Football, las aficiones de Rusia y Catar (donde, como ya hemos explicado en párrafos anteriores, se juegan los próximos Mundiales de 2018 y 2022, respectivamente) se encuentran entre las más LGTBfóbicas del mundo. Para su elaboración, se realizaron 50.000 encuestas a aficionados futbolísticos de 38 países.
En Catar, solo un 14% de los seguidores vería con buenos ojos que un jugador del equipo nacional masculino de su país saliera del armario como gay o bisexual. En Marruecos ese porcentaje es del 35% y en Rusia del 47%. Los países en los que se demuestra mayor aceptación en este sentido son Islandia e Irlanda (ambos con un apoyo del 87%), seguidos de Noruega (85%) y Reino Unido (80%). En España el apoyo sería del 75%, aunque sorprende que Israel, con una limitada legislación favorable al colectivo LGTB, esté por encima con un 76%.
«Aunque estoy orgulloso de este informe y de nuestra capacidad de dar a los fans del fútbol una voz colectiva, los resultados hacen que la lectura sea inquietante», alegaba el CEO de Forza Footbal Patrik Arnesson. La encuesta también cuestionaba si la consideración de los derechos LGBT debería tener un impacto en las naciones anfitrionas seleccionadas para los torneos internacionales. En este sentido, Rusia (26%) y Catar (14%) fueron los menos proclives a asumirlo, en comparación con el promedio mundial (que se sitúa en el 64%).
Rusia y Catar en el horizonte: fútbol y LGTBfobia
Las palabras del presidente de la FIFA en 2010, Joseph Blatter, que en tono jocoso aconsejó a los aficionados gais que quieran visitar Catar con ocasión de la Copa Mundial de Fútbol de 2022 «abstenerse de tener actividad sexual», despertaron reacciones en todo el mundo. Muy especialmente, en Reino Unido, país cuyos colectivos LGTB fueron los primeros en denunciar la concesión de un Mundial a un país que castiga las relaciones homosexuales con latigazos y cárcel. Blatter tuvo que disculparse finalmente por sus palabras.
Por otra parte, Blatter fue suspendido en 2015 de su cargo por el comité de Ética de la FIFA y sancionado a ocho años lejos de la actividad futbolística por su relación con irregularidades y casos de corrupción durante sus mandatos. La Federación asumió entonces el reto de limpiar la imagen del fútbol, con un amplio paquete de reformas y la elección de un nuevo presidente. Desde el 26 de febrero de 2016 el cargo fue asumido por el suizo Gianni Infantino, quien se comprometió a «construir puentes, no paredes».
Con respecto al Mundial de Rusia del próximo mes de junio, la Federación Rusa de Fútbol asegura que, a pesar de la LGTBfobia de Estado, se permitirá, por ejemplo, la exhibición de banderas arcoíris (emblema del colectivo LGTB) en los partidos. Según el embajador del Mundial de Rusia, Alexei Smertin, los fans no se verán afectados por la ley rusa que prohíbe la «propaganda» LGTB. En palabras del exjugador del Chelsea, «la ley tiene que ver con la propaganda dirigida a los menores», por lo que «imagino que nadie va a ir a hablar a las escuelas». Unas declaraciones que, de nuevo, chocan con la realidad, ya que la persecución LGTBfóbica en Rusia se ha extendido a todos los ámbitos desde la entrada en vigor de la legislación discriminatoria en 2013.
Por su parte, Catar es un país con un régimen de monarquía absoluta, en el que reina la familia Al Zani desde mediados del siglo XIX. Preguntado por cómo encajará el gobierno catarí la asistencia de personas LGTB a la Copa Mundial de Fútbol de 2022, el ministro de Deportes, Salah bin Ghanem bin Nasser al-Ali, anunciaba que estudian fórmulas «creativas» que no supongan una merma en «la esencia de nuestra cultura». Cabe destacar que en Catar la homosexualidad puede representar condenas de prisión superiores a los cinco años.
Y por si la discriminación y la homofobia de Estado no fueran de por sí motivos suficientes para poner en tela de juicio la idoneidad de la designación de Rusia y Catar como sedes del mundial, sigue planeando la duda sobre la falta de transparencia en las votaciones. La FIFA, a través de su Comisión Ética, hacía pública la resolución sobre la denuncia de supuestas irregularidades en la elección de estos países, el 2 de diciembre del 2010 en Zúrich. El presidente del órgano de decisión de la Comisión de Ética, Hans-Joachim Eckert, sin embargo, comunicaba el carpetazo a la investigación oficial, aseverando que no se produjo «ninguna violación o incumplimiento de las normas y reglamentos correspondientes».