Un nuevo reglamento sospechosamente selectivo de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo puede acabar con la carrera de Caster Semenya
Dosmanzanas lleva siguiendo la carrera de Caster Semenya desde hace años y muy especialmente los numerosos episodios de discriminación a los que viene enfrentándose. El último es el reciente reglamento de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF). La nueva política sobre hiperandrogenismo, que entrará en vigor el próximo 1 de noviembre y que todavía puede acoger modificaciones, solo se aplicaría (según la redacción original) a las carreras de 800 y 1500 metros; casualmente en las que compite la prominente atleta sudafricana. «Este es uno de los temas más difíciles que mi Consejo y yo estamos discutiendo», admite Sebastian Coe, presidente de la IAAF. Semenya, abiertamente lesbiana, fue la ganadora en 800 metros lisos en los mundiales de 2009 y 2017, así como el oro en la misma categoría en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Algunos expertos consideran que este nuevo reglamento es «sospechosamente selectivo» y «sexista».
Cuando publicamos el balance de resultados de los deportistas abiertamente LGTB en los Juegos de Río de 2016 (el 47% de ellos logró colgarse una medalla), nos hicimos eco de la enésima polémica en la que se vio envuelta la atleta sudafricana Caster Semenya, abiertamente lesbiana. La carrera de Semenya, que en Río obtuvo el oro como corredora de 800 metros, siempre ha sido discutida por algunos debido a una supuesta intersexualidad, realidad con la que ella no se siente identificada. Semenya, a la que al nacer le fue asignado el sexo femenino, siempre ha tenido una identidad femenina, más allá de sus circunstancias físicas. «Dios me hizo como soy y me acepto así», aseguraba la deportista en una entrevista gracias a la que fue portada de la revista sudafricana You en 2009. En ella apareció luciendo un clásico look femenino. Su oro y su tesón deportivo la convirtieron en una magnífica abanderada de Sudáfrica durante la ceremonia de clausura en Río 2016.
Es sabido que Semenya presenta de forma natural niveles más elevados de andrógenos que otras mujeres. Por ello, choca que el presidente de la IAAF, Sebastian Coe, diga que «ningún atleta con hiperandrogenismo ha hecho trampa» pero a renglón seguido traten de aplicar una nueva política que perjudicaría a una de las más prominentes corredoras con niveles elevados de andrógenos, como es Caster Semenya. En este sentido, algunos expertos califican dicho reglamento (que todavía es susceptible de ser modificado y cuya fecha prevista de entrada en vigor se ha fijado para el próximo 1 de noviembre) como sospechosamente selectivo y «sexista».
La profesora de la Universidad de Pensilvania Jaime Schultz, especializada en la historia de la mujer en los deportes, explica que la nueva política de la IAAF parte de un estudio financiado por esta misma organización de 2017 en el que se recoge que, supuestamente, las mujeres con un alto nivel de testosterona tendrían una ventaja sobre sus competidoras en cinco pruebas: 400 metros (ventaja del 2.7%), carrera de obstáculos de 400 metros (ventaja del 2.8%), carrera de 800 metros (1.8%), lanzamiento de martillo (4.5%) y salto con pértiga (2.9%). «Sin embargo, sin explicación, las nuevas directrices omiten tanto el salto con pértiga como el martillo, donde las mujeres con alta testosterona ostensiblemente disfrutan de la mayor ventaja y agregan la carrera de 1500 metros femeninos, aunque no fue una de las pruebas en las que la testosterona parecía importar», resalta Schultz.
Esta experta considera discriminatoria estas clasificaciones porque «nadie sugiere que los hombres con niveles bajos de testosterona deberían ser elegibles para la competición femenina. De hecho, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) permite que los hombres diagnosticados con niveles bajos de testosterona soliciten una exención para tomar testosterona sintética, una sustancia prohibida, porque tienen una necesidad médica […] Esto significa que la testosterona no trata solo de mejorar el rendimiento, sino también de la salud y el bienestar. Pero solo cuando se trata de hombres».
Cabe recordar el caso de la ciclista trans Kristen Worley, que llegó hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Ontario en Canadá, denunciando «discriminación sexual», por no permitirle el uso suficiente de testosterona sintética durante su carrera deportiva. «Es un problema que pensemos que las mujeres tienen estrógeno y los hombres tienen testosterona», decía Worley. «Tenemos que educar a las personas para que entiendan que ambos sexos tienen estas hormonas, pero a diferentes niveles». Finalmente, Worley llegó a un acuerdo con Cycling Canada, Ontario Cycling Association y Union Cycliste Internationale para evitar la referida discriminación y «adoptar políticas y directrices basadas en investigaciones científicas objetivas».
En este sentido, la profesora Schultz concluye que «quizás la IAAF debería considerar un compromiso similar. Hasta entonces, podemos quedarnos con un deporte sin Caster Semenya, o al menos la mismo Caster Semenya, que continúa estableciendo nuevos estándares de excelencia en atletismo femenino».
La lucha de Caster Semenya contra la discriminación
La de Caster Semenya es una historia de lucha en el alto nivel competitivo (hasta aquí, común a cualquier deportista de élite), pero también de lucha contra la discriminación por cuestionamiento de su identidad. Semenya volvía a la competición en verano de 2010, después de que la Asociación Internacional de Federaciones Internacionales de Atletismo pusiera fin a la investigación sobre su supuesta intersexualidad y decidiera que no había razón para impedirle participar en la competición como mujer. Algo que no gustó a sus competidoras.
Una de las intervenciones más desafortunadas en la polémica fue, por cierto, la de la atleta española Mayte Martínez, contrincante de Semenya en la final de los 800 metros. «Si me ponen a Semenya y diez hombres delante no sabría decir que ella es la mujer», llegó a manifestar la española, que acabó la carrera en séptima posición. Por una avalancha de declaraciones LGTBfóbicas como esta, Caster Semenya se planteó rechazar la medalla mundial de 800 metros, aunque las autoridades deportivas de su país la convencieron de que no lo hiciera.
También en España, en 2009 destacados medios generalistas se sumaron a cuestionar la feminidad de Semenya. «¿Ganó ella o él?» titulaba El Mundo. «Pendiente de un control para determinar su verdadero sexo», subtitulaba. Peor aún era el inicio de su crónica: «A la chica, o lo que sea, hay algo que le motiva más que el atletismo…». Algo más serio era el tratamiento que daba El País a la noticia, aunque el redactor no resistía caer en la tentación de referirse a Semenya como «la adolescente surafricana que parece un chico y corre como un hombre con toda la barba». ABC hacía una crónica neutra de la victoria de Semenya pero cargaba las tintas en el titular, que ya desde el principio predispone al lector: «Semenya redobla las sospechas con una abusiva victoria en 800». Tampoco La Razón se quedaba atrás. «Semenya, un oro muy sospechoso», titulaba. Algo más neutros fueron entonces los tratamientos en El Periódico o en La Vanguardia.