Festival de Eurovisión 2018: el cacareo de Netta triunfa y Amaia y Alfred defienden lo indefendible
«Gracias por elegir diferente», dijo Netta, cuyo «Toy» se impuso en el último momento al poderoso «Fuego» de la chipriota Eleni Foureira, dando a Israel su cuarta victoria, la primera desde que la también única en su especie Dana Internacional se tornara en una de las ganadoras más icónicas de la historia del festival con «Diva». Memorable para bien y para mal por su irónico cacareo, la canción es de una peculiaridad que, sin faltar, roza lo molesto, pero su poderoso mensaje antibullying, así como la imaginativa forma de transmitirlo, es relativamente digno del primer puesto de un certamen que siempre busca celebrar la identidad más «freak». Entretanto, la alternativa chipriota no dejaba de ser un espectáculo que, precisamente por tener el honor de ser comparado a Beyoncé, carecía de verdadera esencia propia. Dicho esto, pese a sus buenas intenciones, espero no tener que sufrir «Toy» nunca más, así que, de los dos front-runners del 63° Eurovisión, me habría quedado con Chipre, que además no ha ganado todavía.
Israel y Chipre, favoritas desde el principio, recibieron un buen susto por parte de Austria, por la que Cesár Sampson y su «Nobody but you» conquistaron incomprensiblemente el voto del jurado internacional pese a, esta vez sí, no tener nada especial. Suerte que el público votó con algo más de lógica (que tampoco demasiada) y lo bajó hasta tercera posición. Claro, que así subió el horror de Dinamarca («Higher Ground», de Rasmussen) hasta la novena posición, así que no sé qué es peor. El país norteño no fue el único que avanzó posiciones en último momento, lastrando las esperanzas de España de quedarse con un relativamente decente 17° puesto y relegándola al 23° lugar. Vamos, otro patinazo. Y eso que las casas de apuestas situaban a nuestro país bastante más arriba. Pero, claro, eso fue antes de que saliera a la luz la puesta en escena, la cual podríamos perfectamente tachar de «espantosa» de no ser porque, para definir algo, antes tiene que existir, y en este caso TVE se ha superado a sí misma al no planear absolutamente nada. ¿A qué se han dedicado estos meses de preparación? Porque los paseos de la pareja estaban más coreografiados en la Academia de OT… ¿Y qué decir del vestuario? Pues que apenas llamaba la atención, pero, de hacerlo, era para mal, como en el caso de los espantosos adornos del traje de Alfred, quien por cierto estaba visiblemente más nervioso que la siempre impasible Amaia.
Relamida y monótona, «Tu canción» no era ninguna maravilla, pero con dos artistas como Amaia y Alfred, quienes bordaron la actuación con esa magia que los caracteriza, bien podría haber alcanzado una posición digna. Pero nada, hemos hecho el ridículo nuevamente, y esta vez sin proponerse nadie otra cosa siquiera. Sean quienes sean los responsables, definitivamente espero que hayan amanecido con una carta de despido sobre la mesa. Es más, toda la organización debería replantearse su propósito vital. Sin alejarse de la sencillez, podría al menos haberse jugado con las luces para crear una atmósfera estelar a lo La La Land, pero para qué molestarse. Y, claro, sumando todo ello a que en Europa no saben que Amaia y Alfred no tienen nada de convencionales, al final hemos mandado un mensaje de «viva la felicidad heterosexual» bastante carca y tontorrón. Dicho esto, y aunque sigo convencido de que Aitana y Ana War habrían triunfado con «Lo malo», reconozco que los sinceros gestos de la pareja me emocionaron, si bien es cierto que, habiendo seguido de cerca Operación Triunfo, eso estaba prácticamente asegurado.
Por lo demás, aunque ha sido una edición bastante correcta, han faltado verdaderas maravillas. Personalmente, me quedo sin lugar a dudas con el tierno «Together» del irlandés Ryan O’Shaughnessy, deliciosamente acompañado de una dulce historia de amor gay (que, por cierto, fue censurada en China, costando al país los derechos de emisión). También me encantó el simpático «That’s how you write a song» de Alexander Rybak, quien no alcanzó el nivel magistral de «Fairytale», por la que ganó en 2009, pero volvió a conquistarnos con su frescura, esta vez tocando instrumentos imaginarios que aparecían a su alrededor por medio de cuidados efectos. De la estonia Elina Nechayeva y su «La forza», hay que destacar, cómo no, el espectacular (y carísimo; vamos, que casi lleva al país a la bancarrota) vestido, donde se proyectaban hipnóticos juegos de colores; de los moldavos DoReDoS y su «My Lucky Day», los divertidos juegos de dobles y puertas; y de la británica SuRie y su «Storm», la entereza para continuar la actuación aun cuando un espontáneo interrumpió sus claras referencias a la unidad europea postBrexit, dando mayor fuerza aún al mensaje. Tampoco estuvieron nada mal el conmovedor «You let me walk alone» del alemán Michael Schulte, el rítmico «Dance you off» del sueco Benjamin Ingrosso y el elegante «Mercy» de los franceses Madame Monsieur. Poco más que recomendar, por mi parte, si bien es cierto que la esencia del certamen siempre vuelve difícil emitir juicios plenamente justos.
Curiosamente, el país anfitrión, Portugal (cuyo público nos dio 12 puntos, contribuyendo a los 61 finales), quedó en última posición. Y merecidamente: con «O jardim», Cláudia Pascoal nos permitiría dormir incluso en una fiesta eurovisiva. Menos mal, porque, si no, habríamos quedado aún peor, cosa que dos artistas como Amaia y Alfred no se merecen en absoluto. Por enésima vez: TVE, shame on you. Suerte, eso sí, que ambos saben perfectamente cómo funcionan TVE, Eurovisión y el mundo, con lo que esta experiencia, lejos de convertirse en una piedra en el camino, será por siempre otra de las muchas anécdotas peculiares que acompañarán sus prometedoras carreras. Dure lo que dure, y lo haga como lo haga, su amor ya es imperecedero.
- Israel: Netta, «Toy” – 529 puntos
- Chipre: Eleni Foureira, «Fuego» – 436 puntos
- Austria: Cesár Sampson, «Nobody but You» – 342 puntos
- Alemania: Michael Schulte, «You Let Me Walk Alone» – 340 puntos
- Italia: Ermal Meta & Fabrizio Moro, «Non mi avete fatto niente» – 308 puntos
- República checa: Mikolas Josef, «Lie to Me» – 281 puntos
- Suecia: Benjamin Ingrosso, «Dance You Off» – 274 puntos
- Estonia: Elina Nechayeva, «La forza» – 245 puntos
- Dinamarca: Rasmussen, «Higher Ground» – 226 puntos
- Moldavia: DoReDoS, «My Lucky Day» – 209 puntos
- Albania: Eugent Bushpepa, «Mall» – 184 puntos
- Lituania: Ieva Zasimauskaitė,»When We’re Old» – 181 puntos
- Francia: Madame Monsieur, «Mercy» – 173 puntos
- Bulgaria: Equinox, «Bones» – 166 puntos
- Noruega: Alexander Rybak, «That’s How You Write a Song» – 144 puntos
- Irlanda: Ryan O’Shaughnessy, «Together» – 136 puntos
- Ucrania: Mélovin, «Under the Ladder» – 130 puntos
- Países Bajos: Waylon, «Outlaw in ‘Em» – 121 puntos
- Serbia: Sanja Ilić & Balkanika «Nova deca» – 113 puntos
- Australia: Jessica Mauboy, «We Got Love» – 99 puntos
- Hungría: AWS, «Viszlát nyár» – 93 puntos
- Eslovenia: Lea Sirk, «Hvala, ne!» – 64 puntos
- España: Amaia & Alfred, «Tu canción» – 61 puntos
- Reino Unido: SuRie, «Storm» – 48 puntos
- Finlandia: Saara Aalto, «Monsters» – 46 puntos
- Portugal: Cláudia Pascoal, «O jardim» – 39 puntos
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Acerca del Author
JuanRoures
Escritor y activista, hablo de cine en 'La estación del fotograma perdido', de dudas lingüísticas en '¿Cómo se dice?' y de cultura LGTB en 'dosmanzanas' (sección: 'Apolo vive enfrente'). He publicado la novela 'Bajo el arcoíris' y dirigido el cortometraje 'Once bitten, twice daring', ambos de temática gay. También soy corrector ortotipográfico y de estilo. Trabajo en la UAM.